La ¨²ltima de Berlusconi
El ex primer ministro italiano asegura ahora que no se presentar¨¢ a m¨¢s elecciones
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Nunca es f¨¢cil tomarse en serio a Silvio Berlusconi. ?Dijo la verdad el ¨²ltimo domingo del verano, cuando apareci¨® con una chica de 27 a?os en un crucero de lujo y habl¨® durante tres horas, dando la sensaci¨®n de que nunca se hab¨ªa ido de la pol¨ªtica? ?O hay que creer sus declaraciones de ayer, en las que asegur¨® que no volver¨¢ a presentarse a las elecciones? Quiz¨¢ sean ciertas ambas cosas. A sus 76 a?os y con una fortuna estimada en 9.000 millones de euros, la l¨®gica invita a pensar que no abandonar¨¢ para siempre la vida p¨²blica, pero que no est¨¢ en condiciones de concurrir a las elecciones generales de marzo pr¨®ximo. El desplome de su partido, el Polo de la Libertad, en la intenci¨®n de voto es una losa para repetir la aventura del poder pol¨ªtico, y los casos judiciales pendientes no mejoran el recuerdo de sus a?os de gesti¨®n desacreditada.
Para la salud de la democracia, tan baqueteada en los tiempos recientes, es importante que el berlusconismo sea un par¨¦ntesis en la historia. Nunca como en ese tiempo se llev¨® a cabo la inversi¨®n de todos los valores de la vida democr¨¢tica, banalizando la corrupci¨®n y el esc¨¢ndalo, y convirtiendo la chabacaner¨ªa en algo que se dec¨ªa que gustaba al italiano medio.
Su humillante dimisi¨®n en noviembre pasado, cuando el pa¨ªs se precipitaba a la bancarrota y amenazaba con arrastrar al euro, abri¨® paso a los esfuerzos de Mario Monti para restablecer una imagen de seriedad, reconstruir la moral p¨²blica y trabajar a fondo en los vericuetos de Europa. Precisamente Berlusconi presenta su renuncia electoral como la forma de allanar el camino a Monti, el tecn¨®crata que dirige un Gobierno no emanado de las urnas, a fin de convertirlo en el nexo de uni¨®n entre los partidos de centro-derecha (los ¡°moderados¡±, les llama Berlusconi) y frenar a la izquierda en las urnas de marzo. Se dar¨ªa as¨ª la paradoja de que Monti, que ha mostrado varias veces su voluntad de no concurrir a las elecciones, podr¨ªa continuar al frente del Gobierno; mientras que el ambiguo y cambiante Berlusconi renunciar¨ªa a salvar a Italia, por lo menos esta vez. Mejor as¨ª.
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