Acabar con el hambre: misi¨®n posible
Una pol¨ªtica de cooperaci¨®n que funcione a golpe de emergencias, no es sostenible
No se dejen enga?ar por el peso abrumador de las cifras de hambrientos y la recurrencia de crisis alimentarias africanas de los ¨²ltimos a?os: erradicar la desnutrici¨®n infantil no es una misi¨®n imposible. Hace mucho tiempo que dej¨® de serlo. Nos lo acaban de demostrar 120 millones de personas: la cifra en la que ha retrocedido el hambre en el mundo seg¨²n acaban de anunciar las Naciones Unidas. Adem¨¢s de ellas, varios hechos pueden probarlo: uno) el hambre ha retrocedido en t¨¦rminos relativos, si se tiene en cuenta el aumento de la poblaci¨®n mundial; dos) cuando se desarrollan y financian pol¨ªticas adecuadas y se movilizan recursos en los pa¨ªses pobres, el hambre retrocede; tres) la investigaci¨®n en la lucha contra la desnutrici¨®n ha avanzado a pasos de gigante en los ¨²ltimos a?os, con el alimento terap¨¦utico listo para su uso como uno de los m¨¢ximos exponentes.
Uno de los ejemplos m¨¢s recientes del segundo hecho lo encontramos en los pa¨ªses del Sahel. Es cierto que la crisis alimentaria de este verano puso en jaque a m¨¢s de 18 millones de personas en la regi¨®n. Pero tambi¨¦n es cierto que podr¨ªa haber sido mucho peor. Esta vez la alerta temprana ha funcionado. Los sofisticados sistemas que cruzan informaci¨®n relacionada con factores que van desde el nivel de biomasa y pastos disponibles al n¨²mero medio de raciones diarias por familia, pasando por los resultados de las cosechas o el nivel de sus precios en el mercado, han cumplido su deber. Advertimos desde finales de 2011 de lo que se avecinaba para la estaci¨®n del hambre (la que se produce todos los a?os al acabarse las reservas de una cosecha y recoger la siguiente) de 2012 por la sequ¨ªa prolongada en la regi¨®n. Con el recuerdo de la hambruna del Cuerno de ?frica a¨²n demasiado fresco en la memoria colectiva, la alerta dio en esta ocasi¨®n algunos frutos: gobiernos y organizaciones humanitarias se apresuraron a poner en pr¨¢ctica medidas preventivas para mitigar el impacto de la crisis. Y tambi¨¦n funcionaron. La entrega de dinero por trabajo, por ejemplo, permiti¨® a muchas familias disponer de alg¨²n ingreso para cuando se vaciasen sus graneros con el que comprar alimentos, al tiempo que se realizaban obras comunitarias para retener mejor el agua de las lluvias en el futuro o, simplemente, adaptarse a un cambio clim¨¢tico lento pero inexorable. El Gobierno de N¨ªger, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, ha dado pasos importantes a su vez con pol¨ªticas como la ¡°Iniciativa de las tres¡± N (les Nig¨¦riens Nourrissent les Nig¨¦riens). Con medidas como la provisi¨®n de reservas de cereales o programas de irrigaci¨®n, las autoridades del pa¨ªs han puesto la disminuci¨®n de la desnutrici¨®n infantil en lo m¨¢s alto de la agenda pol¨ªtica. Otros pa¨ªses, como Per¨², han incorporado la prevenci¨®n, el diagn¨®stico y el tratamiento de la desnutrici¨®n en las pol¨ªticas de salud p¨²blica, con asignaciones presupuestarias para ello.
Tratar a todos los ni?os con desnutrici¨®n severa que hay en el mundo costar¨ªa 9.000 millones de euros al a?o
Nada de esto se produce en balde. De lo que se tienen que convencer nuestros gobernantes es de que una pol¨ªtica de cooperaci¨®n que funcione a golpe de emergencias, no es sostenible, y tampoco ¨²til en tiempos de recortes. Est¨¢ sobradamente probado que prevenir, tambi¨¦n desde la ¨®ptica humanitaria, es mucho m¨¢s rentable que curar. No solo salva m¨¢s vidas a la larga, sino que es mucho m¨¢s barato hacerlo, por aberrante que pueda parecer este argumento cuando hablamos de vidas humanas. Hay que sumar tambi¨¦n el valor a?adido que supone una s¨®lida cooperaci¨®n internacional para la pol¨ªtica exterior de un pa¨ªs, una visi¨®n que muchos pa¨ªses europeos mantienen a pesar de la crisis, pero que se ha sacrificado en Espa?a volviendo a los niveles presupuestarios de 1981.
Por ¨²ltimo, la investigaci¨®n cient¨ªfica para el tratamiento de la desnutrici¨®n infantil ha sido una de las m¨¢s fruct¨ªferas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. De las revolucionarias leches terap¨¦uticas de los a?os setenta del siglo pasado, con f¨®rmulas capaces de recuperar en tres semanas a los ni?os que ingresaban con desnutrici¨®n severa en los centros de nutrici¨®n, nos encontramos hoy con los alimentos terap¨¦uticos listos para su uso, un instrumento infalible para hacer retroceder la desnutrici¨®n. Estos alimentos no requieren hospitalizaci¨®n, algo crucial en pa¨ªses donde las madres tienen una media de seis hijos y no pueden permitirse desatender a sus otros peque?os para ingresar junto al hijo enfermo. Consisten en un concentrado cal¨®rico y de micronutrientes distribuido en sobres que no necesitan agua (que podr¨ªa estar contaminada) para su consumo. Un tratamiento completo para salvar la vida de un ni?o cuesta solo 40 euros. Se calcula que tratar a todos los ni?os con desnutrici¨®n severa que hay en el mundo costar¨ªa 9.000 millones de euros al a?o, apenas el 10% de la Ayuda Oficial al Desarrollo de los pa¨ªses de la OCDE. Es barato, f¨¢cil de producir y distribuir, f¨¢cil de utilizar. Pero hoy solo uno de cada 10 ni?os desnutridos tiene acceso a ¨¦l.
No es necesario reinventar la rueda. Podemos empezar por ampliar masivamente el alcance de este tratamiento. Este es el reto al que gobiernos, donantes, organizaciones humanitarias, sector privado y ciudadanos deben ahora, ya, responder.
Si los recortes sirven para algo, que sea entonces para actuar mejor. M¨¢s all¨¢ de los recursos y del d¨ªa a d¨ªa de la crisis actual, necesitaremos la voluntad y la visi¨®n pol¨ªtica para entender que vencer el hambre es factible. Quiz¨¢s sea este el ¨²nico legado que seamos capaces de transmitir a las futuras generaciones. Erradicar el hambre es una misi¨®n posible.
Olivier Longu¨¦ es director general de Acci¨®n contra el Hambre
Hoy, 16 de octubre, es el D¨ªa Mundial de la Alimentaci¨®n.
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