Jes¨²s Hermida: "Me doy alipori a m¨ª mismo"
Una charla con el periodista sobre su programa en recuerdo de los Beatles, los ant¨ªdotos contra la nostalgia y qu¨¦ enviar¨ªa de nuestra tele a la Luna
Pregunta. Seis programas sobre los Beatles en Radio Nacional. ?Pero usted no era m¨¢s de Concha Piquer?
Respuesta. A lo mejor [r¨ªe]. De do?a Concha en En tierra extra?a. Fue en Nueva York una Nochebuena¡
P. De las canciones de los Beatles, ?cu¨¢l canta mejor?
R. La que tenga menos letra, evidentemente. Sobre todo una versi¨®n que hace John Lennon, que le dedica a su madre, con un solo de guitarra. Esa me sale muy bien.
P. ?Ha ensayado en la ducha para este programa?
R. He ensayado en el jard¨ªn, porque en la ducha me puede o¨ªr mi perra, y le sienta fatal.
P. ?Lo m¨¢s emocionante que ha hecho en periodismo fue retransmitir la llegada del hombre a la Luna?
R. No, ni mucho menos. Fue la madrugada que enterraron a Robert Kennedy. Las gentes empezaron a cantar. Entonces una voz m¨ªa me dijo: ¡°C¨¢llate, pu?etero, y oye¡±. Y me call¨¦.
P. Como grandes emociones a retransmitir, se perdi¨® la llegada de Rajoy al Gobierno.
R. Hace muchos a?os que ya me he perdido las llegadas y salidas de las gentes al Gobierno. De la cosa pol¨ªtica, lo ¨²ltimo que recuerdo haber transmitido fue la entrada de Espa?a en el Mercado Com¨²n. Entonces est¨¢bamos enamorados de Europa, era la novia.
A corta distancia
Me recibe con sombrero y gafas tintadas en un pasillo de Prado del Rey. La entrevista se celebra en un estudio de Radio Nacional, desde donde hace los programas sobre el cincuentenario de los Beatles. En las inmediaciones, su mujer, Bego?a, lleva en el bolso el termo de caf¨¦ que ¨¦l consume reiteradamente. Habla con la voz ¨Ctenue¨C y con las manos, ¨Cimparables¨C. Tan imparables que en una de estas atizan a la grabadora, que se va al suelo sin consecuencias. Es un tipo afectuoso, y da la impresi¨®n de estar de vuelta de todo.
P. ?Qu¨¦ mandar¨ªa a la Luna de la televisi¨®n actual?
R. Pregunta: ?en la Luna hay habitantes o no? Si no los hay, casi toda la televisi¨®n; si hay habitantes, buscar¨ªa algo discreto, que no les hiciera pensar que somos unos desharrapados.
P. ?Es mejor ser chica Hermida o chica Almod¨®var?
R. Chica Almod¨®var, sin duda alguna, entre otras cosas porque no existen las chicas Hermida. Yo me niego a reconocer el t¨¦rmino, porque esas mujeres, que desarrollan su vida profesional, que se lo han ganado todo, no tienen por qu¨¦ ser chicas de nadie.
P. ?Est¨¢ sentado porque si se pone de pie se da con el ego en el techo?
R. Honestamente, creo que no. Soy mi principal enemigo. Si me dice que soy un despistado, un exagerado, un fantasioso, vale. Lo del ego no, porque yo no guardo ni mis programas, ni fotograf¨ªas, ni recortes de prensa.
P. Pues a¨²n se recuerda el luminoso que alquil¨® en Times Square con aquel ¡°Nueva York despide a Jes¨²s Hermida¡±. Era de ?ele mi ni?o!
R. Fue al rev¨¦s. Contrat¨¦ el luminoso poniendo algo as¨ª como ¡°fue bonito mientras dur¨®. Y adi¨®s¡±. ?Por qu¨¦ lo hice? No creo que fuera por ego. Quiz¨¢ lo hice porque estaba all¨ª el luminoso. Como aquel al que le preguntaron por qu¨¦ sub¨ªa al Everest y respondi¨®: ¡°Pu?etas, porque est¨¢ ah¨ª¡±.
P. ?Es el mejor flequillo que pas¨® por la peque?a pantalla?
R. Mi madre dec¨ªa que ten¨ªa un flequillo rebelde. Yo-nun-ca-me-he-mi-ra-do-al-es-pe-jo.
P. Eso se lo dir¨¢ a todas.
R. No. Solo por las ma?anas, y no me veo, porque estoy cubierto de espuma blanca. Por favor, por favor. Mi madre ten¨ªa raz¨®n: yo no nac¨ª para esto.
P. No me diga que es Jes¨²s Hermida a pesar suyo.
R. No, soy el que soy. Soy el que soy. Suena a cosa de Jehov¨¢, que baja.
P. No se siente en el Sina¨ª.
R. Yo no me siento en el Sina¨ª en absoluto. Si no sonara a desprecio, dir¨ªa que yo no ve¨ªa los programas que hac¨ªa, porque es que me doy alipori a m¨ª mismo. No me soporto. Aunque, si es preciso, esa timidez cong¨¦nita se transforma en una soberbia, u osad¨ªa.
P. ?Cree que con el PP ha vuelto a RTVE la imparcialidad, la sensatez, la honestidad?
R. Con el debido respeto, yo no he conocido eso nunca. Yo creo que todos llegan con la buena intenci¨®n, pero la propia constituci¨®n de la cosa¡ La cosa naci¨® as¨ª, se hizo adulta as¨ª, se cas¨® as¨ª y se morir¨¢ as¨ª.
P. Volviendo a los Beatles, ?ante qu¨¦ programa televisivo gritar¨ªa Help!?
R. Yo no grito Help! Pero le aseguro que mis levantadas del sof¨¢ son eminentemente frecuentes.
P. Dijo que, a los veintitantos a?os, era ¡°un est¨²pido, un soberbio y un imprudente¡±. ?Ha cambiado algo con la edad?
R. Soy m¨¢s prudente.
P. ?Le da por ponerse nost¨¢lgico, todo el d¨ªa con el Yesterday a flor de piel?
R. Todo lo contrario. Este programa sobre los Beatles, que para m¨ª es una excursi¨®n, podr¨ªa hacerlo nost¨¢lgicamente, porque los conoc¨ª. Pero no eran unos t¨ªos que cantaban, sino que nos cambiaron, y nos ha quedado mucho. Lo importante son las letras, esa cosa tan maravillosa de oye, que la vida es muy corta para enfrascarnos en una pelea. Todo podemos arreglarlo.
P. ?En qu¨¦ se enfrasca, si no es en peleas?
R. En leer y estudiar 190 letras de los Beatles. Y en estudiar profundamente las novelas de Jane Austen; y en ver una serie que se llama John Adams, y que ha producido Tom Hanks, y en o¨ªr la Novena de Beethoven. Pero en la pelea, no. Hay una canci¨®n de Chris Christopherson que dice: ¡°El ayer se ha ido y est¨¢ muerto; el ma?ana, nadie lo sabe. Esta noche yo necesito un amigo¡±. Es mi vida.
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