El juego de la cuerda y el Estado auton¨®mico
Cada vez son m¨¢s los que quieren un modelo territorial distinto al actual y tiran en direcciones opuestas
Desde que estall¨® la crisis econ¨®mica, uno de los cambios m¨¢s importantes en la opini¨®n p¨²blica ha sido la valoraci¨®n del Estado aut¨®nomo. Tanto la reciente encuesta de Metroscopia de EL PA?S como el bar¨®metro del CIS de septiembre han puesto de manifiesto que el n¨²mero de ciudadanos que prefiere un modelo territorial m¨¢s centralizado supera por segunda vez (como ya ocurri¨® en julio de 2012) a los que prefieren mantener el modelo actual. Los medios de comunicaci¨®n se han hecho amplio eco de este dato, pero esto es solo una parte de la historia.
La otra parte, quiz¨¢ m¨¢s relevante, tiene que ver con que estas opiniones est¨¢n cada vez m¨¢s polarizadas territorialmente. Este dato suele pasar desapercibido porque la mayor¨ªa de encuestas utilizan muestras representativas nacionales. Sin embargo, si analizamos la evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en cada comunidad aut¨®noma antes y durante la crisis, vemos que desde 2005 los espa?oles son cada vez m¨¢s distintos en sus valoraciones sobre qu¨¦ modelo territorial prefieren (incluso excluyendo a los territorios m¨¢s divergentes, Catalu?a y Pa¨ªs Vasco).
El resultado es un Estado aut¨®nomo sometido al juego de la cuerda: cada vez hay m¨¢s ciudadanos que quieren un modelo territorial distinto al actual y tiran en direcciones opuestas; la pulsi¨®n recentralizadora se concentra especialmente en Madrid, Arag¨®n y Castilla y Le¨®n; mientras que en Catalu?a, y solo muy recientemente en el Pa¨ªs Vasco, aumentan los que prefieren que las comunidades aut¨®nomas puedan convertirse en Estados independientes. La polarizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica no se da ¨²nicamente entre regiones, sino tambi¨¦n dentro de algunos territorios. Por ejemplo, en Catalu?a, el aumento del independentismo entre 2005 y 2011 (14%) se produce al mismo tiempo que lo hace el porcentaje de ciudadanos que prefiere un ¨²nico Gobierno central sin autonom¨ªas (un 10%, seg¨²n datos del CIS).
Como la mala prensa del Estado aut¨®nomo crece a medida que la crisis econ¨®mica se profundiza, muchos afirman que la crisis es la causa de los cambios en la opini¨®n p¨²blica sobre el modelo territorial. Pero esto no es as¨ª en todos los casos. El giro centralizador parece estar m¨¢s vinculado a la coyuntura econ¨®mica y a su impacto en algunos sectores de la poblaci¨®n, mientras que el giro independentista en Catalu?a tiene una naturaleza m¨¢s estructural y supone la intensificaci¨®n de cambios en la opini¨®n p¨²blica catalana que vienen de lejos.
La estrategia del Gobierno de CiU ha sido la de intentar capitalizar los cambios a trav¨¦s un discurso econ¨®mico, el del agravio fiscal
De acuerdo con las encuestas, si tom¨¢semos un grupo de ciudadanos con la misma ideolog¨ªa, preferencias partidistas e identidad nacional, quienes tendr¨ªan mayor probabilidad de apoyar la centralizaci¨®n del Estado aut¨®nomo ser¨ªan los m¨¢s vulnerables ante la situaci¨®n econ¨®mica, como los pensionistas, los parados, las amas de casa o los de menor formaci¨®n. Es posible que este sea el grupo donde m¨¢s haya permeado el discurso del Gobierno que se?ala a las comunidades aut¨®nomas como principales responsables de la crisis y el que vincule la soluci¨®n a sus problemas a un Gobierno central m¨¢s fuerte.
En cambio, la explicaci¨®n para los que apuestan por un modelo territorial donde las regiones puedan hacerse independientes es distinta. Contrariamente a lo que se cree, sus opiniones no est¨¢n influidas por su valoraci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica ni por su situaci¨®n laboral. Lo que determina principalmente la opini¨®n de este sector de la poblaci¨®n es la cuesti¨®n identitaria (si se siente ¡°solo¡±, ¡°m¨¢s¡±, ¡°igual¡± o ¡°menos catal¨¢n que espa?ol¡±). Esto no quiere decir que la crisis carezca de importancia en el giro secesionista, sino que lo hace por cauces distintos a los que explican el giro centralizador. Tampoco significa que el impulso independentista se deba a un cambio radical en las identidades en Catalu?a pues, entre 2005 y 2011, el porcentaje de los que se sienten ¡°solo catalanes¡± ha aumentado en menos de tres puntos (datos del CIS).
Las identidades en Catalu?a no han cambiado de forma radical, pero s¨ª lo han hecho sus implicaciones respecto al modelo territorial, al extenderse las preferencias m¨¢s soberanistas. Esto se debe, por un lado, al progresivo aumento de las demandas de autonom¨ªa en la opini¨®n p¨²blica catalana desde hace m¨¢s de una d¨¦cada y a la sensaci¨®n de que estas han sido frustradas. Por otro lado, la estrategia del Gobierno convergente ha sido la de intentar capitalizar estos cambios a trav¨¦s un discurso econ¨®mico, el del agravio fiscal, con el que el apoyo a la soberan¨ªa se ha hecho m¨¢s transversal a la situaci¨®n econ¨®mica de los ciudadanos y a sus sentimientos identitarios.
En definitiva, aunque la fiebre centralizadora e independentista en la opini¨®n p¨²blica parece haber puesto en cuarentena al Estado aut¨®nomo, la naturaleza de estas dos pulsiones es distinta. La centralista parece m¨¢s conectada al impacto de la crisis en algunos sectores de la poblaci¨®n y es probable que disminuya cuando mejore la situaci¨®n econ¨®mica. No es as¨ª en el caso de las pulsiones independentistas, cuyo origen se encuentra en cambios m¨¢s estructurales que se vienen produciendo en la opini¨®n p¨²blica catalana desde antes de la crisis, por lo que cabe esperar que tenga un mayor recorrido en el futuro.
Sandra Le¨®n es profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense y colaboradora de la Fundaci¨®n Alternativas.
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