Guti¨¦rrez Mellado, el militar de la Transici¨®n
No fue un visionario. Fue un general que construy¨® su proyecto sobre el conocimiento profesional, pero que supo asumir un compromiso hist¨®rico. Acab¨® su mandato en 1981, con un gesto de honor el 23-F
Estamos conmemorando el centenario del nacimiento del general Guti¨¦rrez Mellado. Para las generaciones que vivieron la Transici¨®n supone la ocasi¨®n de recordar el protagonismo de un gran servidor del Estado. Pero muchos espa?oles, j¨®venes y no tan j¨®venes, apenas tienen m¨¢s que un recuerdo aproximado de la significaci¨®n del general. No est¨¢ de m¨¢s poner en valor sus m¨¦ritos. Primero, como ejemplo de compromiso y, segundo, hacer presente un modo de enfrentarse a la situaci¨®n convulsa y din¨¢mica que nuestra sociedad transit¨® en los a?os posteriores a la muerte de Franco, una situaci¨®n en la que de verdad nos jug¨¢bamos el futuro de Espa?a. Quiz¨¢ sea la presi¨®n del subconsciente, pero no me resisto a decir que acaso puedan extraerse algunas consecuencias para situar los problemas de hoy.
Guti¨¦rrez Mellado fue la figura militar de la transici¨®n pol¨ªtica. Pero quiz¨¢ convenga explicar un poco el contexto. Entendemos por transici¨®n el paso de un r¨¦gimen autoritario a un r¨¦gimen democr¨¢tico caracterizado por elecciones libres y el ejercicio de las libertades ciudadanas. En el n¨²cleo del problema suelen estar situados los ej¨¦rcitos, porque las dictaduras tienden a apoyarse en las organizaciones que disponen del uso de la fuerza. De tal manera es as¨ª que el n¨²cleo duro de la transici¨®n es el asentamiento de la supremac¨ªa civil, es decir, la ubicaci¨®n de los ej¨¦rcitos en el entramado social bajo el poder ¨²nico del Estado democr¨¢tico.
As¨ª pas¨® en Espa?a. Numerosos militares participaron en la actividad pol¨ªtica y formaron parte de las instituciones durante el franquismo, pero, probablemente por desconfianza del propio Franco, los ej¨¦rcitos no intervinieron como tales en el sistema y solo limitadamente pudieron ejercer su influencia. A la muerte de Franco adolec¨ªan de muchas carencias: estaban sobredimensionados, sus cuadros hab¨ªan envejecido, se encontraban mal equipados, con problemas de formaci¨®n y aislados internacionalmente. Con todo, segu¨ªan manteniendo una fuerte presencia social: las fuerzas de orden p¨²blico eran militares, los tribunales castrenses ten¨ªan una ampl¨ªsima jurisdicci¨®n y, seg¨²n la llamada doctrina del enemigo interno, las fuerzas armadas organizaban su despliegue mediante la ocupaci¨®n del territorio nacional.
No improvis¨®. Quiso salir al paso de las carencias de los ej¨¦rcitos y puso en marcha su ¡®modernizaci¨®n¡¯
Es verdad que en los setenta el Ej¨¦rcito ya no era monol¨ªtico. Apareci¨® entonces el m¨¢s importante movimiento de democratizaci¨®n de las fuerzas armadas, la UMD (Uni¨®n Militar Democr¨¢tica), y un ala liberal entre los altos oficiales, bien que minoritaria, comenz¨® a expresar su doctrina. Pero la situaci¨®n descrita aliment¨® la vieja cuesti¨®n militar que, junto con la cuesti¨®n territorial y la cuesti¨®n religiosa, fueron los tres grandes problemas en la historia del constitucionalismo espa?ol. El hecho es que los ej¨¦rcitos se sienten llamados a garantizar unos valores superiores que supuestamente definen el sentido de la patria, que est¨¢n por encima de la autoridad democr¨¢tica y cuya conculcaci¨®n les legitimar¨ªa para intervenir. Por eso ser¨ªa necesario mantener una fuerte dosis de autonom¨ªa con respecto del poder civil.
A esto hay que a?adir la presi¨®n terrorista, que tom¨® como foco principal a los miembros de las fuerzas armadas con la intenci¨®n de desestabilizar la implantaci¨®n del sistema democr¨¢tico provocando la involuci¨®n militar. Entre 1978 y 1980 los terroristas provocaron 329 v¨ªctimas mortales, la mayor¨ªa militares.
En este contexto, el Gobierno de Adolfo Su¨¢rez va gestionando las crisis al tiempo que implanta la reforma pol¨ªtica a partir de julio de 1976. El vicepresidente militar dimite como consecuencia de la reforma sindical, el ministro de Marina lo hace con motivo de la legalizaci¨®n de los partidos de izquierda, el restablecimiento de la Generalitat de Catalu?a provoca un agudo conflicto interno. Precisamente como consecuencia de la primera de las dimisiones entra en el Gobierno el teniente general Guti¨¦rrez Mellado; es septiembre de 1976 y puede decirse que ah¨ª comienza la transici¨®n militar.
El nuevo vicepresidente se aplica de inmediato a implantar sus criterios. Guti¨¦rrez Mellado no improvis¨®. Quiso salir al paso de las carencias de los ej¨¦rcitos y puso en marcha en poco tiempo un conjunto de medidas que atend¨ªan principalmente a las preocupaciones de lo que ¨¦l llam¨®, mejor que reforma militar, modernizaci¨®n de las fuerzas armadas. Regul¨® los ascensos para salir al paso del envejecimiento de los cuadros profesionales, las retribuciones para solventar el pluriempleo de los militares, cre¨® el Instituto Social de las Fuerzas Armadas para aplicar en el campo militar la protecci¨®n social vigente en la Administraci¨®n civil, procur¨® la integraci¨®n social de los ej¨¦rcitos instituyendo el D¨ªa de las Fuerzas Armadas. Como quiera que una de sus preocupaciones fundamentales fuera la organizaci¨®n de los ej¨¦rcitos de acuerdo con criterios de eficacia, cre¨® la Junta de Jefes de Estado Mayor y elabor¨® una primera ley de ¨®rganos superiores de la defensa. La aplicaci¨®n de ciertos criterios ligados a la autonom¨ªa de la l¨ªnea de mando se compens¨® con la apertura de cauces que permitieron la adaptaci¨®n en la d¨¦cada siguiente de las estructuras militares a un concepto m¨¢s estricto de integraci¨®n institucional.
Pero, sobre todo, dedic¨® un esfuerzo especial a implantar algunas medidas de calado para apartar a los militares de la pol¨ªtica o para reformular con arreglo a criterios democr¨¢ticos la naturaleza de la organizaci¨®n militar.
Al primer objetivo obedece un decreto-ley muy temprano, promulgado tan solo unos meses despu¨¦s de llegar al Gobierno, que obligaba a los militares a solicitar el retiro si pretend¨ªan realizar actividad pol¨ªtica o sindical e, incluso, desempe?ar altos cargos en la Administraci¨®n. La medida fue criticada entonces desde diferentes perspectivas y aun hoy por algunos analistas de la Transici¨®n. Sin perjuicio de la generalidad de su aplicaci¨®n, la norma pretend¨ªa salir al paso de la vinculaci¨®n de los militares a la pol¨ªtica que hab¨ªa constituido una de las claves del r¨¦gimen franquista. El propio Guti¨¦rrez Mellado hubo de pasar al retiro en aplicaci¨®n del criterio inspirado por ¨¦l.
La medida m¨¢s importante que tom¨® fue la creaci¨®n en 1977 del Ministerio de Defensa
Al segundo objetivo responde, principalmente, la iniciativa de elaborar unas nuevas ordenanzas para las Fuerzas Armadas que se promulgan precisamente el mismo d¨ªa que la Constituci¨®n. Las Reales Ordenanzas son la ¡°regla moral de la instituci¨®n militar y el marco que define las obligaciones y derechos de sus miembros¡±. E introducen, entre otras cuestiones, una nueva regulaci¨®n de la obediencia debida por cuya virtud los militares no est¨¢n obligados a cumplir las ¨®rdenes que vulneren la Constituci¨®n o el ordenamiento jur¨ªdico.
La medida a la que concedi¨® el propio general la mayor importancia reformadora fue la creaci¨®n en 1977 del Ministerio de Defensa, que hab¨ªa sido dividido al final de la Guerra Civil. En efecto, adem¨¢s de asegurar una mayor eficiencia y coordinaci¨®n en la administraci¨®n de las Fuerzas Armadas, el nuevo ministerio constituy¨® una plataforma de extraordinario valor para llevar adelante el n¨²cleo de la reforma militar que se pone en marcha durante la d¨¦cada siguiente y que nos permite contar hoy con unos ej¨¦rcitos modernos, bien formados, socialmente integrados y que constituyen un instrumento fundamental para el ejercicio de la soberan¨ªa del Estado.
Guti¨¦rrez Mellado acaba su mandato en febrero de 1981. Deja el Gobierno junto a Adolfo Su¨¢rez despu¨¦s de haber regalado al pueblo espa?ol un gesto de honor de viejo militar el d¨ªa 23 en el Congreso de los Diputados.
No fue un visionario. Fue un militar que construye su proyecto sobre el conocimiento profesional, pero que sabe asumir un compromiso hist¨®rico que le ocasiona no pocos problemas personales. Es posible que el discurrir del tiempo le hubiera impulsado a avanzar m¨¢s all¨¢ en el cumplimiento de sus objetivos, pero tambi¨¦n es cierto que lo que se hizo m¨¢s tarde, durante la etapa de consolidaci¨®n de la transici¨®n pol¨ªtica, pudo hacerse porque se hab¨ªa construido una base suficiente por parte de Guti¨¦rrez Mellado. Ese es el m¨¦rito fundamental de la transici¨®n militar y del personaje en particular. Esto le reconoce hoy la sociedad espa?ola y los ej¨¦rcitos, de los que fue capit¨¢n general.
Gustavo Su¨¢rez Pertierra fue ministro de Defensa y de Educaci¨®n y Ciencia.
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