Quietos, por favor
Recuerdo con morri?a la ¨¦poca en que nuestro Rajoy practicaba el quietismo, su etapa m¨¢s fruct¨ªfera
Anoto en el cuaderno de crisis el texto de una pancarta de manifestante: ¡°Nos est¨¢n tocando los cojones por encima de nuestras posibilidades¡±. La memoria tiene su estrategia y va apa?ando por ah¨ª frases y palabras en su faltriquera a la manera que reciclaban el grano las espigadoras que pint¨® Millet y que recre¨®, con l¨²cida premonici¨®n, la cineasta francesa Agn¨¨s Varda: la noche contempor¨¢nea est¨¢ poblada de espigadoras y espigadores hurgando en los restos del despilfarro. Poco despu¨¦s, anoto otra entrada todav¨ªa m¨¢s radical, pese a las apariencias. Una sugerencia del premio Pulitzer, Paul Goldbeger, de paso por Espa?a: ¡°Hoy el mejor proyecto es no hacer ninguno¡±. Encuentro una inteligente conexi¨®n entre la denuncia anat¨®mica del manifestante y la propuesta del Pulitzer, y que podr¨ªamos sintetizar en el grito: ¡°?No hagan nada, por favor!¡±. Pienso, en primer lugar, en el Gobierno espa?ol. Recuerdo con morri?a la ¨¦poca en que nuestro Rajoy practicaba el quietismo, su etapa m¨¢s fruct¨ªfera, cuando se limitaba a contemplar los efectos de la ley de la gravedad en el desplome de las manzanas socialistas. El quietismo era la filosof¨ªa que recomendaba Valle-Incl¨¢n en La l¨¢mpara maravillosa. Pues s¨ª, vivimos alg¨²n maravilloso momento de esperanza, de confianza, de ilusi¨®n en el nuevo Gobierno: cuando se estaba quieto. Pero, ?Dios m¨ªo!, empezaron a moverse. Y ya no hablo del paro, que se dispar¨® como consecuencia de las medidas para frenarlo. Hablo de todo: estamos retrocediendo a d¨¦cada por mes. Una especie nefasta en pol¨ªtica es la del conservador impaciente. El buen conservador, por su naturaleza, triunfa cuando est¨¢ quieto. ?Ah, el quietismo perdido de Gallard¨®n! Pero todav¨ªa hay una especie m¨¢s peligrosa que el conservador impaciente y es la del hiperactivo doctrinario. Por ejemplo, ?cu¨¢ntos independentistas catalanes produce por d¨ªa el ministro de Educaci¨®n y Barbarie? Dos dosis m¨¢s de Wert y tenemos hasta al se?or Lara, con el conde God¨®, blandiendo la estelada.
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