Un ¡®s¨ª quiero¡¯ marcado por la austeridad y las cr¨ªticas
Las protestas por el elevado coste de la boda moderan la pompa del enlace de Guillermo de Luxemburgo y St¨¦phanie de Lannoy
Todo apuntaba a que la boda religiosa entre el pr¨ªncipe Guillermo de Luxemburgo, que el 11 de noviembre cumplir¨¢ 31 a?os,? y su prometida, la condesa St¨¦phanie de Lannoy, de 28, celebrada esa ma?ana en la catedral de Notre Dame, ser¨ªa una efem¨¦ride para recordar pero no ha sido as¨ª. Parece que las cr¨ªticas por el elevado coste de la boda real, 350.000 de euros del que deber¨¢n responsabilizarse las arcas p¨²blicas luxemburguesas, han llegado a los o¨ªdos de los futuros herederos del Gran Ducado, que prefirieron moderar la pompa que suele rodear a este tipo de eventos.
La ceremonia ha sido de lo m¨¢s sobria, ce?ida perfectamente al protocolo. Ni siquiera el p¨²blico que se congreg¨® en los alrededores del templo se mostraba entusiasmado por lo que momentos despu¨¦s iba a tener lugar en el interior de la bas¨ªlica. Unas pocas banderas luxemburguesas y belgas ondeaban en las vallas que separaban a los espectadores de la recepci¨®n oficial.
Los invitados fueron llegando puntuales. Hicieron el habitual saludo protocolario a la bandera del Gran Ducado antes de hacer su entrada. Entre los asistentes, tambi¨¦n se encontraron los pr¨ªncipes de Asturias, Felipe y Letizia, que fueron el foco de atenci¨®n de la prensa antes y durante el festejo. Llegaron a las diez y media acompa?ados de un nutrido grupo de personalidades de la monarqu¨ªa europea: los pr¨ªncipes herederos de Noruega, Haakon y Mette-Marit, Victoria y Daniel de Suecia, Guillermo y M¨¢xima de Holanda y finalmente Federico y Mary de Dinamarca. Carolina de M¨®naco, Lalla Salma de Marruecos, Constantino y Ana Mar¨ªa de Grecia o los duques de Essex fueron otros de los aristocr¨¢ticos invitados.
La vista estaba puesta sobre el atuendo de la princesa Letizia. Los expertos apuntaban que el estilo ser¨ªa muy austero para no alentar las cr¨ªticas de la sociedad espa?ola por los excesos de las casas reales en tiempos de crisis econ¨®mica. Y acertaron. Letizia se present¨® con un modelo y complementos en tono nude del dise?ador Felipe Varela, habitual en su armario, y un sombrero del mismo color de Pablo y Mayaya.
Las ovaciones del p¨²blico recayeron sobre los cuatro hermanos del pr¨ªncipe Guillermo, que lleg¨® a la catedral poco antes de las once, acompa?ado de su madre, Mar¨ªa Teresa Mestre, Gran Duquesa de Luxemburgo. All¨ª fue recibido por el arzobispo Jean-Claude Hollerich, que ofici¨® la boda. El enlace solo se vio empa?ado por el fallecimiento de la madre de St¨¦phanie, Alix della Faille de Leverghem, el pasado 26 de agosto.
Pocos minutos despu¨¦s, St¨¦phanie de Lannoy hizo despertar el j¨²bilo del p¨²blico saludando desde el coche que le llev¨® hasta la entrada de la bas¨ªlica. Las c¨¢maras enfocaron a la nueva princesa luxemburguesa que luci¨® un vestido de color marfil, creaci¨®n del dise?ador de alta costura Elie Saab, seg¨²n un comunicado de Palacio. La larga cola y velo que portaba no impidieron que llegase al altar sin contratiempos. En la cabeza luci¨® una tiara y un sencillo recogido.
Despu¨¦s de la luna de miel de la que disfrutar¨¢n los reci¨¦n casados, y de la que no ha trascendido nada, ambos se incorporar¨¢n a sus tareas. Guillermo retomar¨¢ su trabajo en el Luxembourg for Business, agencia luxemburguesa de promoci¨®n y desarrollo econ¨®mico, de la que es presidente honorario. St¨¦phanie por su parte asumir¨¢ funciones representativas, aunque seg¨²n ha declarado a la prensa, su principal tarea se centrar¨¢ en las responsabilidades del hogar.
Los hijos todav¨ªa no son una prioridad en este momento para ambos pero los pr¨ªncipes s¨ª han manifestado su inter¨¦s en formar una familia en dos o tres a?os. ¡°No tenemos una idea exacta del n¨²mero de ni?os que tendremos. Solo el tiempo lo dir¨¢¡±, asegur¨® Guillermo a los periodistas.
Con esta boda se cierra la lista de pr¨ªncipes herederos solteros de Europa en el que hasta ayer, todav¨ªa se hallaba el pr¨ªncipe Guillermo de Luxemburgo. Tendr¨¢n que pasar algunos a?os ver de nuevo a un heredero al trono subir al altar.
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