El bodrio
Si la crisis econ¨®mica persiste con esta virulencia, la sociedad quedar¨¢ dividida en tres partes incomunicadas: ricos, pobres y mendigos
Este es el panorama que auguran los profetas. Si la crisis econ¨®mica persiste con esta virulencia, la sociedad quedar¨¢ dividida en tres partes incomunicadas: unos pocos ricos ser¨¢n cada d¨ªa m¨¢s ricos; la clase media se ver¨¢ reducida a la pobreza; los pobres de toda la vida bajar¨¢n otro escal¨®n y se convertir¨¢n en mendigos. Los ricos se har¨¢n invisibles en sus yates y en los clubes financieros insonorizados; tramar¨¢n negocios redondos en los reservados de los restaurantes de superlujo; delante de la tienda de ropa exclusiva esperar¨¢n los mec¨¢nicos en tercera fila al volante de un cochazo a que salgan las se?oras con varias bolsas y los viernes en su todoterreno con las ventanillas tintadas se ir¨¢n a sus fincas a matar venados. La clase media comenzar¨¢ a contar los euros uno a uno hasta los c¨¦ntimos de cobre para congraciar el sueldo o el subsidio con las necesidades b¨¢sicas. Los caballeros honorables deber¨¢n adaptar el est¨®mago a la comida basura. Adi¨®s al solomillo, bienvenido el reino del pollo y del pollo se bajar¨¢ directamente a las gallinejas. Habr¨¢ que elegir entre el coche o el autob¨²s, el cine o el helado, la copa en el bar o la rebusca en el mercadillo guineano. Volver¨¢n a oler a repollo los portales donde antes hab¨ªa un conserje de uniforme. Despu¨¦s de dar una vuelta al abrigo, los ciudadanos de clase media llevar¨¢n la pobreza con resignaci¨®n y dignidad, pero sus hijos cabreados saldr¨¢n los s¨¢bados noche a romper escaparates con un horizonte iluminado por el c¨®ctel molotov. Los mendigos que antes limpiaban el parabrisas o hac¨ªan de saltimbanquis en los sem¨¢foros, ahora pondr¨¢n solo la mano. Dado que la justicia social ha sido suplantada por la caridad estar¨¢n de enhorabuena las antiguas damas del ropero parroquial y los ricos de buen coraz¨®n porque se va a imponer de nuevo el placer de la limosna. El bodrio era un caldo que antiguamente se impart¨ªa en la trasera de las catedrales y conventos a la hora del ¨¢ngelus a la cuerda de mendigos que esperaba remediar el hambre. Hoy una legi¨®n de ver¨®nicas y samaritanos ejerce tambi¨¦n la misericordia de dar de comer a los hambrientos. Pero los hambrientos deber¨¢n aceptar su destino. Para ellos solo habr¨¢ una disyuntiva: si son buenos, tendr¨¢n sopa; si se rebelan, rebotar¨¢ en su espalda la verga de la polic¨ªa.
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