El futuro de la abogac¨ªa
Debemos devolver esta profesi¨®n a la primera l¨ªnea de la modernizaci¨®n de la sociedad
Vivimos tiempos convulsos en los que parecen faltar voces autorizadas que expresen el sentir de la ciudadan¨ªa. La crisis de la representatividad que aqueja a las democracias europeas, como se?ala Sartori, est¨¢ vaciando la confianza en los partidos y los pol¨ªticos. Este vac¨ªo coincide con la crisis de las mediaciones provocada por el avance de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n.
Como intent¨¦ explicar hace a?os en mi libro Micropoder, Internet y las redes sociales est¨¢n conectando a los ciudadanos sin necesidad de los intermediarios cl¨¢sicos: medios de comunicaci¨®n, partidos pol¨ªticos, organizaciones sindicales, etc. Fruto de estos cambios y de la crisis econ¨®mica han surgido en toda Europa movimientos contestatarios que reivindican una representaci¨®n popular sin m¨¢s legitimidad que su propia existencia. Sin embargo, la gran mayor¨ªa de los ciudadanos tampoco se siente representada por estos movimientos alternativos.
La sociedad civil corre el riesgo de quedar aprisionada entre unas estructuras pol¨ªticas anquilosadas y unos movimientos radicalizados. Como ense?aba Hannah Arendt ¡°las libertades democr¨¢ticas pueden hallarse basadas en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; sin embargo, adquieren su significado y funcionan org¨¢nicamente solo all¨ª donde los ciudadanos pertenecen a grupos y son representados por estos o donde forman una jerarqu¨ªa social y pol¨ªtica¡±.
Se requiere por tanto una nueva inyecci¨®n de principios democr¨¢ticos que involucren a los ciudadanos en el gobierno de la sociedad. Cada vez es m¨¢s aceptado que la regeneraci¨®n del sistema pol¨ªtico debe venir de las realidades previas a la pol¨ªtica y a la econom¨ªa. Por este motivo, hoy m¨¢s que nunca se necesita revitalizar todas aquellas instituciones nacidas de la propia iniciativa de los ciudadanos por motivos profesionales, sociales o c¨ªvicos.
Solo volviendo a ser una voz que habla fuerte y claro podremos gozar del respeto que se merece nuestra defensa de los derechos de los ciudadanos
Durante m¨¢s de cien a?os la voz de los abogados jug¨® un papel muy importante en la estructuraci¨®n de la sociedad civil. En los a?os de la Transici¨®n democr¨¢tica, el propio Decano del Colegio de Abogados de Madrid, Antonio Pedrol Rius, fue un actor de gran relevancia para arbitrar y moderar los importantes cambios que se produjeron en tan poco tiempo. Tanto desde el gobierno de la UCD como desde la oposici¨®n se buscaba y respetaba el parecer del que era el Colegio profesional m¨¢s numeroso e influyente de la sociedad espa?ola.
Han pasado 30 a?os desde entonces y la situaci¨®n ha cambiado mucho. Hoy la voz de la abogac¨ªa no se tiene en cuenta en la sociedad. El respeto a la labor de representaci¨®n y defensa de los ciudadanos brilla por su ausencia en la Administraci¨®n de Justicia. En la actualidad, diariamente, miles de abogados sufren maltrato y abuso en los tribunales de justicia espa?oles. Con ellos, el derecho de defensa de los ciudadanos, resulta atropellado. El mal funcionamiento de la justicia tiene, en esta situaci¨®n, uno de sus exponentes m¨¢s claros.
Soy abogado desde hace m¨¢s de 20 a?os y estoy convencido de que la abogac¨ªa es una de las profesiones m¨¢s nobles y apasionantes. Los abogados hemos sido siempre vanguardia de la sociedad, hemos participado en todos los cambios sociales relevantes, y con frecuencias los hemos liderado. Pero, desde hace algunas d¨¦cadas, los abogados hemos estado relativamente ausentes de los debates y de los cambios sociales.
Espa?a necesita una nueva abogac¨ªa que se comprometa con los distintos debates sociales que definen nuestro futuro y, de esta forma, siga liderando con una eficacia reforzada la defensa de los intereses de los ciudadanos.
La abogac¨ªa debe recuperar posiciones de liderazgo en la sociedad porque los abogados somos agentes principales del mundo jur¨ªdico, que es el que define las claves del juego en sociedad. Para conseguir tener una voz respetada en la sociedad, los abogados primero necesitamos recuperar el prestigio y solo podremos hacerlo participando activamente en el juego de la sociedad. As¨ª podremos alcanzar el respeto que necesitamos en el ejercicio de nuestras funciones constitucionales. Las pr¨®ximas elecciones en el Colegio de Madrid son una oportunidad para introducir este debate. Porque abrir la abogac¨ªa a la sociedad no significa otra cosa que abrirnos todos a un mundo de oportunidades. Todos tenemos que seguir creciendo en formaci¨®n y relaci¨®n unos con otros.
El futuro de la abogac¨ªa pasa por devolver nuestra profesi¨®n a la primera l¨ªnea de la modernizaci¨®n de la sociedad. Hace falta aprovechar las oportunidades que nos brinda la imparable internacionalizaci¨®n de nuestra profesi¨®n. Pero, en nuestra sociedad globalizada, para hacer que las cosas sucedan hace falta saber trabajar en equipo y colaborar con muchas personas e instituciones m¨¢s all¨¢ del propio ¨¢mbito de actuaci¨®n.
Estoy convencido de que entre los abogados hay mucho talento y muchos liderazgos propositivos. Si sabemos trabajar juntos podremos hacer posible que la abogac¨ªa recupere el prestigio que siempre tuvo. Porque solo volviendo a ser una voz que habla fuerte y claro podremos gozar del respeto que se merece nuestra defensa de los derechos de los ciudadanos.
En medio del desierto de la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica que parece atenazarnos, el reto de la nueva abogac¨ªa es un desaf¨ªo optimista que demuestra el potencial de las energ¨ªas c¨ªvicas de la sociedad espa?ola.
Javier Cremades es abogado.
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