Ojo al caudillismo
La campa?a catalana exhibe d¨¦ficits democr¨¢ticos de los pol¨ªticos y de los medios de comunicaci¨®n
La campa?a electoral catalana reci¨¦n iniciada exhibe preocupantes d¨¦ficits democr¨¢ticos, que amenazan con convertir a la Catalu?a auton¨®mica de tradici¨®n liberal en un territorio de afirmaciones monol¨ªticas y excluyentes. En consonancia con el planteamiento del actual presidente de la Generalitat de configurar la convocatoria como una consulta plebiscitaria, en la que el destino de la naci¨®n se f¨ªa a su propio porvenir particular, hay que lamentar que esta convocatoria exhiba tantos s¨ªntomas de deficiente calidad democr¨¢tica.
Destaca entre ellos la descarada insistencia en la l¨ªnea del soberanismo de los medios de comunicaci¨®n abiertamente gubernamentales Catalunya R¨¤dio y TV-3, que han perdido el car¨¢cter p¨²blico y general que antes pod¨ªan exhibir. Acompa?ada de la ausencia de una m¨ªnima neutralidad en la publicidad institucional, de la que se excluye a los medios no afectos, y del exceso de subvenciones ad hoc a los medios adictos. Todo ello pespunteado de un partidismo exacerbado en la actuaci¨®n directa de la Generalitat: la Junta Electoral ha tenido que desmontar incluso sus mensajes de llamada a las urnas, por partidistas, sectarios y extempor¨¢neos. Nunca como ahora el nacionalismo gobernante hab¨ªa dado muestras de tanto sectarismo.
Todas esas amenazas a la mesura democr¨¢tica ser¨ªan menos alarmantes si el principal partido de la oposici¨®n, el socialista PSC, mantuviera ante ellas la vigilancia democr¨¢tica precisa. O si el de la derecha espa?ola, el PP, no opusiera a la cerraz¨®n nacionalista perif¨¦rica una preocupante sordera centralista.
La precampa?a electoral ha estado aderezada por excesivos sinsentidos desde el punto de vista del imperio de la ley y de los usos democr¨¢ticos. No es de recibo que un Parlamento cesante marque la hoja de ruta a su sucesor. No es aceptable que el Gobierno de cualquier nivel pol¨ªtico se deje dictar su mandato por una asamblea informal, una manifestaci¨®n por multitudinaria que esta sea o unas entidades de la pretendida sociedad civil previamente subvencionadas. Y est¨¢ fuera de lugar que el dirigente de una formaci¨®n de tanto arraigo moderado y democr¨¢tico como Converg¨¨ncia i Uni¨®, postule expl¨ªcita o impl¨ªcitamente el uso de medios ilegales para alcanzar sus sue?os; o f¨ªe el logro de los mismos a la eventual negaci¨®n de su identidad europea.
Nunca como ahora los ciudadanos catalanes se hab¨ªan visto constre?idos en tal grado al inconveniente cruce entre un soberanismo improvisado y el neocentralismo asfixiante, que reduce su personalidad ling¨¹¨ªstica, las atribuciones de su autogobierno y los mandatos de un trato inversor equitativo del Estado. La deriva de ribetes caudillistas de Artur Mas, a la que sus sondeos atribuyen mayor¨ªa absoluta, es un peligro democr¨¢tico. Sea para pavimentar un Estado propio o impropio, la independencia o el regionalismo pujolista de costumbre.
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