El har¨¦n de Petraeus
El exdirector de la CIA tiene la esposa sagrada, la bi¨®grafa preferida y la alocada joven. Debi¨® de ser igual con los generales romanos. Todo un s¨ªmbolo de poder¨ªo, vigor y testosterona
El caso Petraeus ha partido como un rayo el oto?o de nuestro descontento. ¡°Estoy apasionad@ con el caso Petraeus¡±, se ha convertido en la frase m¨¢s repetida en smartphones. Es apasionante, no solamente por los ingredientes de adulterio generalizado ¨Cmilitares que se transforman en esp¨ªas, esposas silenciosas y amantes que corretean por las esquinas de ese Pent¨¢gono emocional¨C, sino tambi¨¦n por la propia mec¨¢nica de la narraci¨®n, el avance por entregas como si de una serie de televisi¨®n se tratase, del mayor esc¨¢ndalo pol¨ªtico-sexual de la historia reciente de la CIA. Entre la huelga general, el caso Madrid Arena y el embarazo de M¨®nica Cruz, clam¨¢bamos por un caso Petraeus que nos dejara con la cara de piedra y el coraz¨®n en vilo.
El protagonista, el general Petraeus, con su uniforme repleto de medallas y estrellas, y esa virilidad fibrada a prueba de balas, nos confirma tambi¨¦n lo importante que es mantenerse eternamente delgado. No corri¨® la misma suerte Holly, la esposa del general Petraeus, que prefiri¨® ser de carne antes que de piedra y en vez de adelgazar se rindi¨® en el dur¨ªsimo combate contra el paso del tiempo. Petraeus, el h¨¦roe, director de la CIA, macho Alpha, decidi¨® tambi¨¦n conquistar a su bi¨®grafa y hacerla su amante, y como viejo lobo del espionaje aprovechar una coartada impecable: el general tiene que pasar tiempo sin l¨ªmites con su bi¨®grafa, porque hay abundante informaci¨®n encriptada. Y Holly, que en castellano podr¨ªa traducirse como Santita, asum¨ªa que la biograf¨ªa de su marido ten¨ªa que estar documentada. Paula Broadwell, que tambi¨¦n podr¨ªa traducirse como Bien Ancha, no dud¨® al titular la biograf¨ªa de David Petraeus Todo dentro (All in), una apasionada declaraci¨®n al m¨¢s duro estilo Ian Fleming. Pasi¨®n era lo que estaban viviendo Paula y David a espaldas del mundo y por los pasillos de la Central de Inteligencia: una tormenta de amor, una batalla arrebatada. Y a cuerpo de rey en aviones privados, donde amarse y viajar por el imperio es siempre m¨¢s c¨®modo que en los de aerol¨ªnea comercial, protegido su secreto por el servicio secreto. Los gastos del romance ?son a cuenta del erario p¨²blico? Tambi¨¦n en esto el caso Petraeus devuelve el foco al eterno dilema de lo p¨²blico y privado.
Confirmados como pareja el h¨¦roe y su bi¨®grafa, va Petraeus y permite que su rocosa virilidad sea tambi¨¦n celebrada por una tercera mujer, Jill Kelley, destacada agente social y organizadora de eventos para la CIA. ?La bomba! Kelley es la m¨¢s joven de los personajes del affaire, un f¨ªsico rotundo absolutamente inspirado en Kim Kardashian, el ¨²ltimo fen¨®meno medi¨¢tico de Estados Unidos, una Bel¨¦n Esteban de primera clase. Jill adem¨¢s ha desarrollado esa extraordinaria sabidur¨ªa de organizar fiestas para hombres que manejan armas, que matan y que han visto la muerte de cerca en Afganist¨¢n. ?Qu¨¦ ofrecer¨ªa como anfitriona? Jill no tuvo suficiente con Petraeus e, inspirada en Paula, decidi¨® aspirar tambi¨¦n al rol de bi¨®grafa del segundo de a bordo, el general Allen, con quien se ha sabido ahora que llegaba a enviarse hasta 30 e-mails diarios. Paula, la bi¨®grafa oficial, se hart¨® del coqueto bombardeo de Jill y contraatac¨® envi¨¢ndole amenazantes e-mails de odio desde la cuenta personal de Petraeus, el detonante que hizo estallar el esc¨¢ndalo y la dimisi¨®n que dejaron a la CIA patas arriba.
Un har¨¦n es vital. Todo gran hombre necesita al menos dos mujeres importantes, descontando a la madre. Petraeus tiene la esposa sagrada, la bi¨®grafa preferida y la alocada joven. Debi¨® de ser igual con los generales romanos. Aunque para el alto mando militar el adulterio sea delito, sigue siendo una jugosa fantas¨ªa masculina tener tres mujeres rendidas a ti y a lo que representas. Un triunfo, sin duda, y otro verdadero s¨ªmbolo del poder¨ªo y del vigor que ofrece y necesita la testosterona del ej¨¦rcito norteamericano.
Mientras el affaire se convert¨ªa en historia y fen¨®meno global, los que acudimos a la manifestaci¨®n del 14-N en Madrid constatamos la tristeza que desprende la crisis. Y lo petrificado del funcionamiento sindical. En el escenario en la plaza de Col¨®n, al final de la manifestaci¨®n, abarrotado por curtidos ¡°generales¡± sindicales, no hab¨ªa j¨®venes, ni negros, ni latinos, ni orientales y casi ninguna mujer. Pero s¨ª mucha testosterona. Es una imagen que necesita revisarse. Mientras, en el Gobierno se quejan del mal retrato que estas manifestaciones ofrecen de nuestro pa¨ªs al extranjero. ?Eso es lo que m¨¢s preocupa! Otra demostraci¨®n de que es como hablar con un muro de piedra. La misma dureza mostr¨® la alcaldesa Ana Botella explicando las conclusiones del informe sobre los sucesos del Madrid Arena. Botella no admiti¨® preguntas en esta comparecencia, asumiendo todo el protagonismo que dej¨® claro, una vez m¨¢s, un serio problema en ella para pensar y hablar en p¨²blico. Est¨¢ tan calmada que se expresa como una aut¨®mata. Le preocupa m¨¢s equivocarse que lo que est¨¢ diciendo. A ver si le da tiempo de espabilarse antes de que Esperanza Aguirre se decida a desembarazarse de ella y ocupar su puesto.
Muchos comentan que Botella no completar¨¢ su legislatura, habr¨¢ que verlo. Igual que el embarazo de M¨®nica Cruz, que sigue el ejemplo de Julia Otero y Rachida Dati de no desvelar la identidad del padre. Un interesante tipo de reivindicaci¨®n que aleja al var¨®n del centro de decisi¨®n.
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