Una Europa con dos n¨²cleos
La UE no puede avanzar sin Reino Unido. Por razones hist¨®ricas y pragm¨¢ticas, deber¨ªa asumir la direcci¨®n de la pol¨ªtica exterior y de seguridad, mientras Alemania conduce la pol¨ªtica fiscal y bancaria
La relaci¨®n entre Reino Unido y sus socios de la UE ha llegado a un momento cr¨ªtico. Ambas partes deben abandonar sus t¨®picos.
Aparte del previsible tedio y horror de la cumbre presupuestaria que celebra la UE esta semana, ?a qu¨¦ puede aspirar Europa para los pr¨®ximos a?os? Existe una horrible simetr¨ªa entre las respuestas que ofrecen los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos y las de los eur¨®filos continentales. Ambos plantean una elecci¨®n binaria: o Reino Unido sigue a Alemania y Francia en su campa?a para tener ¡°m¨¢s Europa¡±, o se aleja cada vez m¨¢s. Las dos partes, hasta las narices una de otra, han llegado casi a ese punto en el que preferir¨ªan decir: ¡°Bueno, pues nos separamos¡±. T¨² sigue tu camino, y yo seguir¨¦ el m¨ªo.
Se equivocan. Si hubiera m¨¢s imaginaci¨®n pol¨ªtica a los dos lados del canal, avanzar¨ªamos hacia una Europa que no tenga un n¨²cleo duro sino por lo menos dos. Alemania, Francia y otros pa¨ªses de la eurozona deben profundizar su uni¨®n monetaria, con una uni¨®n bancaria y ciertos elementos de una uni¨®n fiscal y, por consiguiente, pol¨ªtica. A medio plazo, Reino Unido no va a formar parte de eso. Pero eso no quiere decir que la eurozona tenga que ser el n¨²cleo duro de todo lo que haga la UE. ?Por qu¨¦ va a ser as¨ª?
El n¨²cleo duro en el que los brit¨¢nicos deber¨ªan conservar un papel fundamental es el de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de la UE. En este ¨¢mbito, el que desentona no es Reino Unido, sino Alemania. Durante los ¨²ltimos 20 a?os, Alemania ha construido su propia relaci¨®n energ¨¦tica bilateral con Rusia y su propia relaci¨®n comercial y de inversiones con China. El a?o pasado, Alemania se aline¨® con China y Rusia al negarse a que la ONU apoyase la intervenci¨®n encabezada por Francia y Reino Unido en Libia. Recientemente, Berl¨ªn vet¨® la fusi¨®n de EADS y BAE, que habr¨ªa proporcionado a Europa un gigante aeroespacial de dimensiones mundiales. ?Qui¨¦nes fueron los malos europeos en ese caso?
Francia seguir¨ªa desempe?ando un papel muy importante en ambas ¨¢reas de decisi¨®n
Los complejos hist¨®ricos y los intereses internos de Alemania hacen que sea incapaz de dirigir con audacia la proyecci¨®n de poder hacia el exterior que necesita la UE para defender nuestros intereses y nuestros valores comunes en un mundo de gigantes emergentes como China. Los complejos hist¨®ricos y los intereses internos de Reino Unido hacen que no est¨¦ dispuesto a integrarse en la nueva uni¨®n monetaria y econ¨®mica dirigida por Alemania.
Muy bien, pues, ?por qu¨¦ no proponer una divisi¨®n del trabajo? ?Por qu¨¦ no dejar que Reino Unido asuma una posici¨®n de liderazgo en un n¨²cleo duro dedicado a la pol¨ªtica exterior y de seguridad, mientas Alemania hace lo mismo en el de pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria? Francia, desde luego, seguir¨ªa desempe?ando un papel muy importante en los dos. Con el tiempo, otros pa¨ªses como Polonia conf¨ªan en poder hacerlo tambi¨¦n.
Ser¨ªa complicado, sin duda; pero la complejidad organizativa no es el verdadero obst¨¢culo para esa Europa de dos n¨²cleos. Es la falta de imaginaci¨®n y voluntad pol¨ªtica. Una carencia que se observa de manera espectacular en Reino Unido. El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, se las ha arreglado para meterse en un callej¨®n sin salida, porque no puede dar la impresi¨®n de que est¨¢ a favor de ¡°m¨¢s Europa¡± en ning¨²n aspecto. Independientemente de sus convicciones personales, tiene tanto miedo a sus propias bases euroesc¨¦pticas del Partido Conservador y al aumento de votos que est¨¢ experimentando el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que el simbolismo pol¨ªtico de decir: ¡°?Ni un penique, ni una pulgada m¨¢s!¡± est¨¢ por delante de cualquier c¨¢lculo pragm¨¢tico sobre los intereses nacionales.
Si la suma de dinero en el presupuesto de la UE fuera la verdadera cuesti¨®n, habr¨ªa un acuerdo. En relaci¨®n con el gasto global, la diferencia entre las cifras que propone Londres y las que propone Berl¨ªn es peque?a. Pero se puede hacer que esas sumas parezcan enormes y que Cameron d¨¦ imagen de debilidad en la portada del diario de m¨¢s tirada, The Daily Mail. Y en pol¨ªtica, esa apariencia es la realidad.
Los pol¨ªticos europeos se aferran a la visi¨®n anticuada de una Europa en ¡°c¨ªrculos conc¨¦ntricos¡±
Es posible que Reino Unido est¨¦ en otro planeta, pero algunos destacados pol¨ªticos del continente tampoco ayudan. Siguen aferrados a una visi¨®n anticuada de una Europa de ¡°c¨ªrculos conc¨¦ntricos¡±, en la que Francia y Alemania est¨¢n en el centro magn¨¦tico del c¨ªrculo m¨¢s escogido. Reconocen que tenemos una Europa ¡°de varias velocidades¡±, con una vanguardia de Francia, Alemania, B¨¦lgica y otros que van m¨¢s deprisa, Espa?a, Suecia y Polonia algo m¨¢s despacio, y Reino Unido al final de todo. Lo que insin¨²a, con cierta condescendencia, es: ¡°Al final acabar¨¦is llegando todos¡±. Pero esa met¨¢fora de las velocidades no tiene en cuenta en absoluto la realidad ni los peligros de lo que est¨¢ sucediendo. Ya tenemos una Europa de m¨²ltiples grupos y m¨²ltiples niveles, y ahora est¨¢ a punto de convertirse en una Europa de m¨²ltiples direcciones. Cuando los componentes de cualquier comunidad pol¨ªtica empiezan a moverse en direcciones diferentes, esa comunidad deja de integrarse y pasa a desintegrarse.
Por el momento, Reino Unido es, para la mayor¨ªa de sus socios europeos, el hombre de negocios de mediana edad en una caricatura de The New Yorker, que est¨¢ en la cornisa exterior de su despacho, a 18 pisos de altura. Algunos de nuestros amigos europeos (en el sentido de amigos en Facebook) dicen: ¡°?Venga, salta! ?Salta de una vez!¡±. Pero la mayor¨ªa de ellos nos est¨¢n pidiendo que no saltemos. Hace unos meses, en Siena, o¨ª c¨®mo el presidente italiano, Giorgio Napolitano, un antiguo comunista de 87 a?os, hac¨ªa un apasionado llamamiento al Reino Unido para que no se separe de Europa. Esa misma noche, el ministro polaco de Exteriores, Radek Sikorski, un anticomunista todav¨ªa joven, transmit¨ªa un mensaje casi id¨¦ntico a su p¨²blico de Blenheim Palace, cerca de Oxford. Derecha e izquierda, oriente y occidente, j¨®venes y viejos, todos gritan lo mismo: ¡°?No lo hagas!¡±.
Ahora bien, este mensaje de los preocupados colegas de Reino Unido en la ventana del despacho ser¨ªa m¨¢s convincente si por lo menos tuvieran en cuenta la posibilidad de que, en el futuro, la empresa pueda hacer las cosas de manera ligeramente distinta. Mi idea de una Europa de dos n¨²cleos es una forma de imaginarlo.
Que no haya equ¨ªvocos: hay pocas posibilidades de que este primer ministro y este Partido Conservador se muestren m¨¢s positivos sobre cualquier aspecto relacionado con Europa hasta despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones. Entonces ser¨¢ necesario un refer¨¦ndum sobre ¡°quedarse o marcharse¡± para que Reino Unido abandone la cornisa... o salte de una vez por todas. Pero existe un importante debate que debemos llevar a cabo, desde ahora mismo, con el fin de saber qu¨¦ es exactamente esa entidad de la que el pueblo brit¨¢nico deber¨ªa decidir si se marcha o se queda. Muchas de las cuestiones que tanto obsesionan a los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos ¡ªla directiva de tiempo de trabajo, la orden de detenci¨®n europea, etc¨¦tera¡ª son secundarias. Mientras tanto, la eurozona har¨¢ lo que tenga que hacer, o si no fracasar¨¢. Habr¨¢ una negociaci¨®n importante para garantizar que el resultado no perjudique los intereses brit¨¢nicos, por ejemplo con las regulaciones de la nueva uni¨®n bancaria o los cambios que se introduzcan en el mercado ¨²nico.
Pero la verdadera pregunta, tanto para los proeuropeos en Reino Unido como para los probrit¨¢nicos en Europa, es esta: ?existe alg¨²n ¨¢rea pol¨ªtica fundamental en la que Reino Unido podr¨ªa, deber¨ªa y sabr¨ªa hacer m¨¢s en y por Europa y, por tanto, por s¨ª misma? Si podemos dar con una buena respuesta a esa pregunta, cambiaremos los t¨¦rminos del debate en las dos orillas del canal y tal vez incluso acabemos teniendo una Europa mejor.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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