Devaluaci¨®n forzada
Las exportaciones espa?olas apenas han perdido cuota de mercado gracias a la contenci¨®n del aumento de las rentas salariales, cuando no a su manifiesta reducci¨®n en algunos sectores
La imposici¨®n de pol¨ªticas de austeridad a ultranza sobre las econom¨ªas de la eurozona m¨¢s da?adas por los mercados de deuda p¨²blica no est¨¢ aportando los resultados esperados: ni fortalece la confianza de los agentes econ¨®micos, ni los inversores en bonos consideran que la solvencia de los tesoros p¨²blicos ha aumentado. La deuda sigue cotizando ese riesgo de reversibilidad o de fragmentaci¨®n del euro que no tiene que ver solo y exclusivamente con la situaci¨®n de esas econom¨ªas y, desde luego, la recesi¨®n en la que est¨¢n sumidas: sin crecimiento de las rentas no se pueden pagar las deudas. En realidad, esas pol¨ªticas proc¨ªclicas est¨¢n pronunciando la recesi¨®n y contribuyendo a acentuar los costes sociales de la misma a trav¨¦s, fundamentalmente, de un desempleo creciente.
En alguno de esos casos, el de la econom¨ªa espa?ola, por supuesto, la ¨²nica fuente de crecimiento, aunque cada d¨ªa menos pujante, son las exportaciones de bienes y servicios. La ausencia de demanda interna no est¨¢ siendo compensada ni mucho menos por un comportamiento de las ventas al exterior que es ciertamente destacable. En ello ha influido, entre otros factores, el comportamiento moderado de los salarios, que ha fortalecido la capacidad competitiva de las empresas exportadoras. Esa es la esencia de la denominada devaluaci¨®n interna: el ajuste en el coste de los factores, m¨¢s concretamente los del trabajo, ante la imposibilidad de recurrir a la otra devaluaci¨®n, la del tipo de cambio, la de car¨¢cter externo, con el fin de fortalecer la competitividad internacional de las empresas dom¨¦sticas.
En el origen de la crisis, la econom¨ªa espa?ola sufr¨ªa un d¨¦ficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de los m¨¢s abultados del mundo en relaci¨®n con el tama?o de su econom¨ªa. En la responsabilidad de ese desequilibrio concurr¨ªa un pobre comportamiento de las exportaciones y un aumento creciente de las compras al exterior. Ahora las importaciones se han debilitado, y si no lo han hecho m¨¢s es por la rigidez que tienen las muy necesarias importaciones de energ¨ªa. A la reducci¨®n de los saldos comercial y por cuenta corriente han contribuido de forma destacada las exportaciones espa?olas, que apenas han perdido cuota de mercado en el conjunto global durante la crisis. Ello ha sido en gran medida gracias a la contenci¨®n del aumento de las rentas salariales cuando no a su manifiesta reducci¨®n en algunos sectores; ha permitido esa renovada competitividad internacional v¨ªa precios que ha hecho que crezcan las exportaciones, aunque moder¨¢ndose a medida que nuestros principales socios comerciales acusaban la recesi¨®n en el conjunto de la eurozona.
Ser¨ªa un error confiar en esa contenci¨®n de las rentas salariales, determinada en gran medida por las amenazas del elevado desempleo que sufre la econom¨ªa espa?ola, para afianzar la recuperaci¨®n. Su recorrido es limitado, en todo caso nada favorecedor de la necesaria reactivaci¨®n de la demanda interna y, desde luego, de la cohesi¨®n social. La devaluaci¨®n interna, en todo caso, no puede ser la soluci¨®n a la crisis. El perfeccionamiento de la propia uni¨®n monetaria, la consecuci¨®n de mayor movilidad de los factores en su seno y una verdadera uni¨®n fiscal suavizar¨ªan los ajustes que hoy sufre la poblaci¨®n de las econom¨ªas perif¨¦ricas.
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