Explosivo Congo
El Consejo de Seguridad debe detener la injerencia armada de Ruanda en el gigante africano
La retirada de los rebeldes congole?os tutsis de la estrat¨¦gica ciudad oriental de Goma, que ocuparon el 20 de noviembre en una operaci¨®n rel¨¢mpago, es solo un episodio menor en el tablero de una guerra colosal en el centro de ?frica que ha causado m¨¢s de cinco millones de muertos y que nunca se ha extinguido, pese a darse por finalizada en 2003. La permanente desestabilizaci¨®n de la regi¨®n no puede ser entendida sin enraizarla en el genocidio contra la minor¨ªa tutsi ocurrido en Ruanda hace casi dos d¨¦cadas. Pero m¨¢s all¨¢ de hondos agravios ¨¦tnicos y pol¨ªticos o el temor de Ruanda a que sus enemigos hutus se hagan fuertes al otro lado de la frontera est¨¢ el hecho de que el Congo oriental, la regi¨®n de Kivu, de la que Goma es centro neur¨¢lgico, alberga una concentraci¨®n incomparable de minerales estrat¨¦gicos cuyo control implica poder y riqueza y que suscita la codicia de Ruanda, pero tambi¨¦n de Uganda.
El Congo, con las dimensiones de Europa occidental, es un gigante con los pies de barro. La corrupci¨®n generalizada, la discutida legitimidad del presidente Joseph Kabila, pese a ganar las elecciones del a?o pasado, y la indisciplina de sus Fuerzas Armadas agravan la situaci¨®n y explican que su peque?o vecino Ruanda, bajo el pu?o de hierro del presidente Paul Kagame y con un ej¨¦rcito organizado, se haya convertido en el cerebro y sost¨¦n directo de las milicias rebeldes congole?as, seg¨²n evidencia incontestable de un informe reciente de la ONU que Kigali rechaza furiosamente. El deslizamiento hacia el abismo del Congo oriental se ve favorecido por la inoperancia de las fuerzas de la ONU all¨ª desplegadas, m¨¢s de 8.000 soldados, en supuesta y car¨ªsima misi¨®n pacificadora, humillados por la fulgurante toma de Goma (un mill¨®n de habitantes) por los insurgentes tutsis congole?os del M23, ahora simb¨®licamente retirados a 20 kil¨®metros.
La explosiva situaci¨®n acarrea el inadmisible riesgo de desatar una nueva guerra a gran escala en una regi¨®n donde se han producido, en medio de una pavorosa indiferencia occidental, algunas de las mayores atrocidades de nuestra era. No basta con que algunos pa¨ªses desarrollados congelen su ayuda a Kigali. El Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Ruanda tiene ahora un asiento, est¨¢ obligado a abandonar su complaciente somnolencia y poner coto inmediato a la injerencia criminal del presidente Kagame.
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