Dualidad mexicana
La pr¨®spera econom¨ªa del pa¨ªs americano se ve amenazada por una reducida movilidad social y por la debilidad de las instituciones
La econom¨ªa mexicana ha sido una de las pocas de la OCDE que al d¨ªa de hoy ha conseguido mitigar las consecuencias de la crisis global que se desencaden¨® en el verano de 2007 en EE UU. Salvo la recesi¨®n sufrida en 2009, debido al desplome de la demanda en su vecino del norte y principal socio comercial, esa econom¨ªa ha restaurado un crecimiento muy aceptable. Aunque menos intenso que en a?os anteriores, el ritmo de variaci¨®n de su PIB en 2012, del 3,8%, apenas ser¨¢ una d¨¦cima menor que el a?o anterior. Es verdad que atr¨¢s queda aquel 5,8% de 2010, pero la erosi¨®n de su potencial de crecimiento no ha sido precisamente significativo. Las mismas previsiones de la OCDE anticipan para 2013 y 2014 tasas de expansi¨®n del 3,3% y 3,6%, respectivamente. El empleo no ha dejado de crecer, aunque no a los ritmos esperados, reflejando el favorable comportamiento de la demanda interna y de las exportaciones. La tasa de desempleo oficial sigue en el entorno del 5%. Las finanzas p¨²blicas se mantienen en una senda correctora, sin que el d¨¦ficit p¨²blico llegue este ejercicio al 3% del PIB, al tiempo que su desequilibrio en la cuenta corriente se mantendr¨¢ este y el pr¨®ximo a?o en el -0,3% del PIB. Su crecimiento potencial se ver¨¢ ampliado por el descubrimiento de nuevos yacimientos de gas, una vez se concreten las inversiones necesarias para su explotaci¨®n.
El significado de estos registros estad¨ªsticos es tanto mayor cuanto que han tenido lugar a pesar de la muy estrecha vinculaci¨®n del ciclo econ¨®mico en ese pa¨ªs con el vigente en EE UU, cuya econom¨ªa ha estado sometida a una mayor inestabilidad. Son indicadores que, adem¨¢s, respaldan, aunque sea parcialmente, el desempe?o de la pol¨ªtica econ¨®mica del presidente saliente. Solo parcialmente, porque junto a la estabilizaci¨®n econ¨®mica, Felipe Calder¨®n se propuso hace seis a?os reducir la pobreza e incrementar la salud p¨²blica. En estos dos ¨²ltimos ¨¢mbitos los resultados han sido menores, como lo han sido en la reducci¨®n de la violencia que sigue padeciendo el pa¨ªs. Tampoco han sido destacables los avances en las reformas reclamadas por algunas agencias internacionales, el FMI de forma destacada, en el sistema energ¨¦tico, la fiscalidad, la justicia o, en general, la propia calidad de las instituciones. La corrupci¨®n sigue siendo tan amplia como la inseguridad o el dominio de los narcotraficantes y el crimen organizado.
Son algo m¨¢s que sombras que se proyectan sobre los ¨¦xitos econ¨®micos convencionales y que no terminan de conceder la confianza que merecer¨ªa una econom¨ªa de su envergadura, dentro y fuera del pa¨ªs. Asumir como prioridades b¨¢sicas la reducci¨®n de la pobreza, la consecuci¨®n de una mejor distribuci¨®n de la renta y de la riqueza y, al tiempo, plantar cara al crimen organizado, van a ser las verdaderas pruebas del ¨¢nimo regenerador del nuevo presidente. De no ser as¨ª, ese pa¨ªs seguir¨¢ presidido por la dualidad: una econom¨ªa pr¨®spera pero amenazada por la muy reducida movilidad social y por la debilidad de las instituciones. Y la calidad institucional constituye, como se ha demostrado hace tiempo, una condici¨®n esencial para que el crecimiento acabe transform¨¢ndose en verdadero desarrollo econ¨®mico y social.?
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