La hija ¡®secreta¡¯ de Mitterrand regresa a escena
Su madre fue la amante oculta del expresidente franc¨¦s durante tres d¨¦cadas. Hoy, tras apoyar a Hollande, la discreta Mazarine Pingeot, revela nuevos detalles sobre su infancia
Mazarine Pingeot, la hija secreta de Fran?ois Mitterrand, ha vivido gran parte de sus 38 a?os ¨Clos cumplir¨¢ el d¨ªa 18 de este mes¨C en una sombra involuntaria y una clandestinidad relativa. Seg¨²n dijo alguna vez, ¡°mi nombre y mi parecido me identifican¡±. Aunque a su padre le gustaba pasear con ella y llevarla al teatro, restaurantes y conciertos, nunca se la present¨® a nadie como su hija, y su otra familia y el p¨²blico franc¨¦s solo conocieron oficialmente a Pingeot en 1996, el d¨ªa del entierro del pol¨ªtico socialista. All¨ª estaba la joven Mazarine, junto al f¨¦retro envuelto en la bandera, un paso por delante de su madre, Anne Pingeot, que fue la amante de Mitterrand durante tres d¨¦cadas, al lado de los dos hijos leg¨ªtimos del mandatario y a solo dos metros de Danielle, la elegante y extremadamente tolerante ex primera dama.
Con el tiempo, aquella joven llena de dudas e inseguridades se convirti¨® en profesora de filosof¨ªa y escritora. Pese a que los cr¨ªticos no han sido especialmente generosos con ella, Pingeot no ha sucumbido al desaliento y acaba de publicar un nuevo libro, Bon petit soldat (El buen soldadito, editorial Juliard). La obra bucea, como hiciera ya Boca cosida (2005), en la extra?eza de sentirse un secreto de Estado y vivir ¡°por delegaci¨®n¡±, siendo ¡°un objeto de curiosidad¡±. ¡°Cuando no puedes compartir un secreto, ese secreto se convierte en una losa. Proteges el secreto antes que protegerte a ti¡±, ha explicado Pingeot en una entrevista publicada por su editorial.
Colecci¨®n de recuerdos de infancia y juventud, Bon petit soldat es un nuevo intento, seg¨²n Pingeot, de ¡°desvelar¡± los enigmas de un pasado singular, que durante 22 a?os se convirti¨® en s¨ªmbolo del respeto de la prensa a la intimidad de los poderosos y que hoy ser¨ªa visto, probablemente, como una intolerable intrusi¨®n del poder en la libertad de informaci¨®n. En su anterior libro, Mazarine record¨® que Mitterrand, ¡°ese hombre al que no hay que nombrar¡±, fue elegido presidente cuando ella ten¨ªa seis a?os: ¡°El 10 de mayo de 1981, con mam¨¢, delante de un televisor min¨²sculo, vemos c¨®mo se celebra sin nosotras la fiesta de un futuro incierto¡±.
Desde ah¨ª, la doble vida de Mitterrand transcurri¨® con extra?a naturalidad entre sus dos familias, como cont¨® en 2005 la pel¨ªcula de Robert Gediguian El paseante de Champ de Mars. Mitte?rrand viv¨ªa en teor¨ªa con Danielle, pero pasaba las noches en el apartamento cercano a la Torre Eiffel de Anne Pingeot, una conservadora del Museo d¡¯Orsay que durante el doble mandato de su amante (1981-1995) goz¨® de algunos privilegios presidenciales: su casa y su seguridad corr¨ªan por cuenta del Estado.
¡°Mi padre amaba la ambivalencia¡±, ha dicho Pingeot describiendo su ni?ez solitaria, rodeada de libros y punteada por paseos en bicicleta con sus guardaespaldas y espor¨¢dicas salidas con pap¨¢. La rutina era un secreto a voces. Por las ma?anas, escribi¨® Mazarine en Boca cosida, ¡°mam¨¢ se iba en bicicleta hacia el museo y pap¨¢ en coche al El¨ªseo¡±.
Citas secretas con pap¨¢, el presidente
En 1984, Mitterrand reconoci¨® legalmente a su hija, pero el gesto fue mantenido en secreto. La historia se conoci¨® en 1994, cuando la derecha, harta de que el presidente se aferrara al poder pese a estar gravemente enfermo ¨Cde un c¨¢ncer tratado de forma secreta¨C, decidi¨® publicar en Paris Match unas fotos en las que se ve¨ªa al presidente saliendo de un bistr¨® con su hija. Aquel d¨ªa, Mitterrand mont¨® en c¨®lera y orden¨® grabar ¨Cen secreto¨C a cuantos conoc¨ªan a Mazarine para tratar de evitar que hablaran.
Hoy, la tercera hija de Mitterrand sigue siendo un personaje semian¨®nimo en Francia. En las fotos recientes se ve que el parecido con su padre no ha hecho m¨¢s que aumentar. Casada con el cineasta tangerino Mohamed Ulad-Mohand y madre de tres hijos, Pingeot reapareci¨® de forma fugaz en la escena p¨²blica durante la ¨²ltima campa?a presidencial para dar su apoyo a Fran?ois Hollande. El actual presidente iniciaba su carrera pol¨ªtica en el El¨ªseo cuando Mitte?rrand lleg¨® al poder. Un d¨ªa, este le susurr¨® al o¨ªdo: ¡°Su momento llegar¨¢, Hollande¡±. Acert¨®, aunque su protegido parece lejos de hacer sombra a aquel gigante apodado La Esfinge que seduc¨ªa y atemorizaba a los franceses. Y a su hija.
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