La inercia de la deuda p¨²blica
De las cuentas conocidas hasta ahora se deduce un diagn¨®stico poco complaciente con la pol¨ªtica econ¨®mica oficial
No hay descanso para la deuda p¨²blica espa?ola, que sigue subiendo a pesar del esfuerzo en el ajuste del d¨¦ficit. En el tercer trimestre se ha situado en 817.000 millones, el 77,6% del PIB. El aumento se produce a pesar de que la deuda de las comunidades aut¨®nomas ha descendido una cantidad moderada, apenas 811 millones, se supone que como efecto del Plan de Pago a Proveedores puesto en marcha por el Gobierno. De las cuentas conocidas el viernes se deduce un diagn¨®stico poco complaciente con la pol¨ªtica econ¨®mica oficial. Como sucede con frecuencia, el objetivo de dicha pol¨ªtica, que en este caso es reducir la deuda, puede ser aceptado o compartido, pero la ejecuci¨®n de las medidas mediante las cuales se debe conseguir el objetivo es discutible, cuando no directamente ineficaz. La prueba es que ni la deuda total disminuye ¡ªm¨¢s bien tiende a acrecentarse y superar¨¢ el 80% del PIB en 2013¡ª ni la de las comunidades aut¨®nomas decrece en cuant¨ªa apreciable ni el d¨¦ficit p¨²blico, germen de la deuda, est¨¢ bajo control.
Las excusas pueden ser variadas, desde la resistencia de las autonom¨ªas (cierta, por otra parte) a imponer ajustes demasiado dr¨¢sticos hasta los costes de la salvaci¨®n de los bancos. Pero la raz¨®n decisiva es otra. El Gobierno est¨¢ aplicando recortes indiscriminados que arruinan las prestaciones sociales y educativas, pero que, dicho en t¨¦rminos arcaicos, son el chocolate del loro en t¨¦rminos de eficiencia para reducir los gastos y elevar los ingresos. Se trata de recortes inorg¨¢nicos, al bulto, que no calculan la minimizaci¨®n de los efectos sobre los ciudadanos y sobre la econom¨ªa. Vulgares hachazos o amputaciones presupuestarias. Las pol¨ªticas de contracci¨®n del gasto son m¨¢s complejas que las distributivas en tiempos de prosperidad, porque requieren c¨¢lculos muy precisos de los factores que da?an la evoluci¨®n econ¨®mica o el bienestar de los ciudadanos cada vez que se decide reducir una partida de gastos o evaluar los costes de oportunidad que supone prescindir de una partida en lugar de otra. Una pol¨ªtica de ajuste requiere trabajo, paciencia y criterio, y quienes se encargan de la tarea carecen de las virtudes mencionadas.
Si existe un pacto de ajuste con Europa para cumplir unos objetivos de deuda y d¨¦ficit hay que cumplirlo, por descontado. Es evidente adem¨¢s que, aunque el equipo econ¨®mico de Rajoy dispusiera de margen de maniobra, tampoco sabr¨ªa aprovecharla, porque carece de otros argumentos econ¨®micos. No tiene plan B, y su aproximaci¨®n a una crisis tan compleja, enredada de vericuetos financieros, fiscales y pol¨ªticos, responde a un reflejo tan paleol¨ªtico como diferir el rescate porque ¡°ahora no hace falta¡±. Pero conviene tomar las obligaciones del endeudamiento p¨²blico en su justa medida. No solo en raz¨®n de lecturas malintencionadas (Espa?a va a incumplir el objetivo de d¨¦ficit en 2012 y no sucede nada, as¨ª que bien se puede incumplir el de la deuda), sino porque el problema financiero m¨¢s grave de la econom¨ªa espa?ola es la deuda privada. De los casi 3,5 billones de euros de endeudamiento espa?ol, solo 800.000 millones son responsabilidad del Tesoro, y de esa cantidad una parte viene obligada por la consolidaci¨®n bancaria. El resto es deuda de los bancos y de las empresas; concretamente un tercio es de las empresas del Ibex. De este problema ?se ocupan o preocupan los ministros de Econom¨ªa y Hacienda?
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