Ajuste moral y ajuste imperial
Seg¨²n la visi¨®n ¨¦tica, el ahorro siempre es virtuoso y el deudor siempre es culpable
La zona euro ha entrado en recesi¨®n por segunda vez en esta crisis. No se trata de una segunda vuelta de la crisis financiera internacional, aunque esta fuera un eficaz detonante inicial, sino de una recesi¨®n autoinfligida. Tiene que ver con los desequilibrios internos acumulados, con las carencias institucionales de la eurozona, pero sobre todo con la forma en que se est¨¢ gestionando la crisis en la zona euro, en la que influyen tanto criterios morales como actitudes imperiales.
La zona euro en su conjunto no tiene un problema de competitividad internacional, si lo medimos por el indicador m¨¢s revelador que es el saldo de la balanza por cuenta corriente. Sin embargo, las p¨¦rdidas de competitividad y el exceso de gasto de algunos pa¨ªses, Espa?a entre ellos, se han traducido en elevados d¨¦ficits por cuenta corriente y en la acumulaci¨®n de deuda externa, que tienen su contrapartida en los super¨¢vits y en la posici¨®n acreedora de otros.
Han sido exhaustivamente analizados los factores que han permitido la acumulaci¨®n de desequilibrios tan acusados: una pol¨ªtica monetaria muy expansiva, m¨¢s adecuada a las necesidades de algunas econom¨ªas centrales que al momento econ¨®mico que viv¨ªan bastantes de las econom¨ªas perif¨¦ricas de la eurozona, una innovaci¨®n financiera y una relajaci¨®n de la gesti¨®n de riesgos que potenci¨® la liquidez del sistema, asegurando la financiaci¨®n del endeudamiento con bajas primas de riesgo del deudor y nula prima de riesgo de ruptura del euro. A ello se a?adi¨® una pol¨ªtica econ¨®mica en esas econom¨ªas perif¨¦ricas dedicada a surfear relajadamente por el ciclo expansivo, cuando no proc¨ªclicamente, con escasa atenci¨®n a los desequilibrios fiscales, al d¨¦ficit exterior y a las p¨¦rdidas de competitividad que tal situaci¨®n reflejaba, porque su financiaci¨®n era simplemente f¨¢cil y barata. Al fin y al cabo, ?cu¨¢nto r¨¦dito pol¨ªtico se puede obtener del ¡°arrepent¨ªos porque el d¨ªa del juicio se acerca¡±? Los aguafiestas no suelen hacer carrera, y siempre es posible argumentar que un cambio de paradigma inutiliza las se?ales de alerta del pasado.
Todos los pa¨ªses europeos no pueden ser austeros al mismo tiempo
La crisis financiera internacional, al secar y renacionalizar los circuitos financieros, acab¨® con cualquier expectativa de aterrizaje suave, provocando una crisis particularmente acusada en las econom¨ªas con elevado endeudamiento, ya fuera p¨²blico, privado o mixto.
La salida de la crisis exige que los pa¨ªses endeudados gasten menos y mejoren su competitividad con reformas que reduzcan costes, mejoren la productividad y aumenten su crecimiento potencial, y esto es inevitablemente doloroso. Pero la eficacia de esta pol¨ªtica se reduce y su coste ¡ªmedido en actividad econ¨®mica y empleo¡ª se dispara si no se reparten los esfuerzos del ajuste entre acreedores y deudores, y si no se acompa?a de una pol¨ªtica econ¨®mica europea que utilice el margen de maniobra de los pa¨ªses acreedores para impulsar el crecimiento. La econom¨ªa tiene sus paradojas. La austeridad es una virtud individual, especialmente recomendable para los muy pr¨®digos, pero no es, desde luego, una virtud colectiva. En una gran econom¨ªa con super¨¢vit exterior como la europea, en la que la capacidad para elevar el super¨¢vit con el resto del mundo es limitada, sobre todo con una pol¨ªtica monetaria que conduce a un euro fuerte, todos los pa¨ªses no pueden ser austeros al mismo tiempo, ni corregir los d¨¦ficits exteriores de unos sin hacer lo mismo con los super¨¢vits de otros, a riesgo de generar una recesi¨®n econ¨®mica en el conjunto y una depresi¨®n en los pa¨ªses endeudados, como est¨¢ sucediendo. La pregunta que mucha gente se hace es por qu¨¦ se est¨¢ imponiendo una estrategia de gesti¨®n de la crisis que ha conducido a la recesi¨®n y puede condenar a la eurozona, y por extensi¨®n al conjunto de Europa, a un largo periodo de bajo crecimiento que amenaza la estabilidad europea. Una explicaci¨®n, que llamaremos del ajuste moral, atiende a criterios teol¨®gicos; y otra, que llamaremos ajuste imperial, al deseo de imponer un reparto muy desequilibrado de los costes del ajuste entre deudores y acreedores.
Seg¨²n el enfoque del ajuste moral, el ahorro siempre es virtuoso y el deudor siempre es culpable. No es casualidad que en alem¨¢n la deuda (Vershuldung) es casi id¨¦ntica a culpa (Vershulden). El deudor (Schuldner) es culpable (Schuldige) y el dolor del castigo es inherente a la expiaci¨®n, y freno a la reincidencia. La recuperaci¨®n de la salud moral puede justificar un da?o generalizado como el que se est¨¢ infligiendo a toda Europa, como el padre que impone a toda la familia no ir de vacaciones para castigar a un mal estudiante. No hay hueco para el debate sobre el reparto de responsabilidades entre el deudor que ha gastado en exceso, de forma ineficiente, y a cr¨¦dito, y el acreedor que financia despreocupadamente ese gasto porque de ¨¦l se deriva el crecimiento de su econom¨ªa. Este ajuste moral se justifica adicionalmente cuando no solo hay que expiar las deudas, sino, como se acusa a Grecia, otros pecados como el enga?o y el incumplimiento de las normas comunes.
El ajuste imperial tiene m¨¢s que ver con la defensa de intereses que con principios morales de cualquier tipo. Se trata de influir en el reparto de las responsabilidades y los costes de la correcci¨®n tanto de los desequilibrios internos como de las debilidades institucionales de la zona euro. La contribuci¨®n de los acreedores al ajuste se puede producir por varias v¨ªas: primero, algo m¨¢s de inflaci¨®n, que alivia la carga de los endeudados, incentiva a gastar a los desendeudados, aumenta la eficacia de la pol¨ªtica monetaria al permitir tipos de inter¨¦s reales bajos e incluso negativos, y aten¨²a el impacto contractivo de la devaluaci¨®n interna que los pa¨ªses deudores necesitan para recuperar competitividad; segundo, con una estrategia de est¨ªmulo al crecimiento apoyada en los pa¨ªses con margen de maniobra para ello, que son los acreedores, que aumente la demanda de bienes y servicios de los pa¨ªses deudores; o, tercero, con una quita y/o refinanciaci¨®n de la deuda a un coste razonable para permitir un ajuste progresivo que evite una espiral depresiva en los pa¨ªses perif¨¦ricos. Adicionalmente, una pol¨ªtica monetaria m¨¢s agresiva contribuir¨ªa a una depreciaci¨®n del euro que fortalecer¨ªa la demanda del resto del mundo.
?No surgir¨¢ una Alemania demasiado grande para la estabilidad de Europa?
En ninguna de esas direcciones se ha avanzado a un ritmo suficiente. Y as¨ª, mientras los pa¨ªses acreedores se benefician de una financiaci¨®n barata y de una alta remuneraci¨®n de sus pr¨¦stamos a las econom¨ªas perif¨¦ricas, con un mercado d¨¦bil pero protegido por el euro contra la revaluaci¨®n de su moneda nacional, y con una inflaci¨®n incluso por debajo del 2% que preserva el valor de sus pr¨¦stamos, los pa¨ªses deudores afrontan su ajuste en un entorno econ¨®mico recesivo, en una uni¨®n monetaria que no respalda su deuda soberana, con un sistema financiero fragmentado por pa¨ªses que frena su refinanciaci¨®n y con una desesperantemente lenta correcci¨®n de las debilidades institucionales del euro que hace que su prima de riesgo se vea adicionalmente penalizada por las dudas sobre la irreversibilidad de la moneda ¨²nica.
No se trata de dejar de pagar las deudas, ni de eludir la consolidaci¨®n fiscal y las reformas estructurales. Se trata de hacerlo en un contexto europeo de mayor crecimiento, algo m¨¢s de inflaci¨®n, y de recuperaci¨®n de los flujos financieros en Europa haciendo incuestionable la irreversibilidad del euro.
Me pregunto, con preocupaci¨®n, si la gesti¨®n de esta crisis no terminar¨¢ resucitando en muchos europeos la conciencia de estar asistiendo a la versi¨®n actualizada de un mismo problema de los ¨²ltimos 150 a?os: una Alemania demasiado grande para la estabilidad de Europa.
Luis Atienza Serna ha sido presidente de Red El¨¦ctrica de Espa?a.
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