Auto de terminaci¨®n
Ahora la descomposici¨®n de la palabra autodeterminaci¨®n le corresponde a Catalu?a
La descomposici¨®n melanc¨®lica de esa palabra, autodeterminaci¨®n, fue el t¨ªtulo de un libro igualmente melanc¨®lico que Patxo Unzueta y sus amigos Jon Juaristi y Juan Aranzadi escribieron a principios de los a?os noventa sobre el presente y el porvenir de su tierra, Euskadi. Entonces all¨ª dominaba el cobre de las armas, el plomo era la sombra que ca¨ªa sobre cualquier reflexi¨®n. Un tiempo de pena y de penas.
Ahora la descomposici¨®n de la palabra autodeterminaci¨®n le corresponde a Catalu?a, en circunstancias francamente distintas. Pero la palabra es la palabra, y descompone. Se ve¨ªa venir. Mejor dicho: lo ve¨ªa venir Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza, vasco y trotamundos, que mir¨® de cerca los ojos de Franco y los ojos de Per¨®n. ?l dec¨ªa, cuando se encontraba con amigos que le hac¨ªan decir su experiencia, que Espa?a ten¨ªa que cuidar, entre las cosas que podr¨ªan desmandarse en el futuro, m¨¢s a Catalu?a que a Euskadi. Catalu?a iba a ser el problema.
Ya lo es. Y no dejar¨¢ de serlo porque se se?ale a quienes lo causan con el dedo de la culpa. Felipe Gonz¨¢lez y Jordi Pujol se sentaron el otro d¨ªa en Barcelona, alentados por este peri¨®dico y por la cadena SER, a hablar del problema, y de la soluci¨®n. Pujol dice que hay desafecci¨®n (de parte y parte, como decimos en Canarias) y Gonz¨¢lez expres¨® su deseo de participar en el proceso, votando, si un d¨ªa hay refer¨¦ndum sobre qu¨¦ hacer con la autodeterminaci¨®n, o con el auto de terminaci¨®n.
Esos dos son viejos pol¨ªticos, tan viejos que llegaron a conocer a Areilza, a Franco y a Per¨®n, sin que esto sea m¨¦rito principal, sino consecuencia de la edad. Pero son de una generaci¨®n que tuvo problemas m¨¢s principales, con perd¨®n, que los que ahora tienen gente como Mas, como Rajoy, como Junqueras¡ Esa generaci¨®n se tuvo que sentar horas y horas (muchas de esas horas en la clandestinidad de la noche, en el despacho-casa de Peces-Barba) para enhebrar la complicad¨ªsima Constituci¨®n de la democracia.
Ahora lo retransmiten todo. Va Mas a ver a Rajoy y sale de all¨ª diciendo que aquello fue fatal, y pone en marcha la autodeterminaci¨®n, por decirlo corto. Ya se cont¨® aqu¨ª (y en todas partes) lo que hizo Tarradellas en una ocasi¨®n similar, cuando, en la culminaci¨®n de su cabreo, se encontr¨® con Su¨¢rez. Todo hab¨ªa ido mal, pero ¨¦l sigui¨® un refr¨¢n tambi¨¦n canario: a quien quiere saber, mentiras en ¨¦l, y sali¨® de La Moncloa diciendo que todo hab¨ªa ido divinamente. Y luego se sent¨® otra vez a hablar.
El tim¨®n es cosa complicada, y hay que llevarlo con paciencia. Y con finura. Hablando. En aquellas charlas que nos daba Areilza sobre el porvenir brumoso de Espa?a, el que fue primer ministro de Exteriores del Gobierno de Su¨¢rez explic¨® la que luego fue famosa frase de Andreotti que solo ¨¦l oy¨® por primera vez. Que en este pa¨ªs manca finezza. Lo que est¨¢ pasando ahora es de una falta de finezza que te cambas, por seguir aludiendo al l¨¦xico insular. William Chislett, agudo observador brit¨¢nico que conoce este pa¨ªs como si hubiera sido parido aqu¨ª, dec¨ªa esta semana en este peri¨®dico que aqu¨ª nadie se siente culpable. Desde Catalu?a Mas reparte culpas, desde Madrid le mandan mensajes en los que le culpan. Retransmiten las culpas, nadie env¨ªa nada por la baja frecuencia. Y en la baja frecuencia est¨¢ la finura. Qu¨¦ melancol¨ªa, la auto de terminaci¨®n.?
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