Empobrecimiento
La competitividad no est¨¢ aumentando por una mayor eficacia sino por el empobrecimiento de la poblaci¨®n
Son comprensibles los esfuerzos de algunos representantes gubernamentales ¡ªy de sus intelectuales de cabecera¡ª de dar ¨¢nimos a la ciudadan¨ªa, convenci¨¦ndola de que lo peor ha pasado. Forma parte de la psicolog¨ªa colectiva para corregir la depresi¨®n y la econom¨ªa del miedo, que no hacen m¨¢s que abundar en la desconfianza y, por ende, profundizar en las dificultades para sacar la cabeza del hoyo. Datos puntuales como la ca¨ªda del paro en diciembre (una cifra bastante buena), la reducci¨®n de la prima de riesgo, la subida de la Bolsa, la correcci¨®n del d¨¦ficit exterior, abundan en esa direcci¨®n.
Sin embargo, el contraste con la realidad cotidiana, la que se ve en las calles de las ciudades, hace que aquellas tendencias semejen a mucha gente runas del destino, pr¨¢cticas adivinatorias. Para esa pr¨¢ctica de la observaci¨®n el a?o ha empezado con una cuarta parte de la poblaci¨®n activa en paro, de la cual una proporci¨®n cada vez mayor (de decenas de miles de personas m¨¢s cada mes) son desempleados de larga duraci¨®n sin derecho al seguro de paro, y los que a¨²n permanecen en ese sistema de protecci¨®n cobrar¨¢n menos a partir del sexto mes inscritos en las oficinas correspondientes (por una reciente disposici¨®n del Ministerio de Empleo).
Las tres cuartas partes restantes de la poblaci¨®n activa se dividen entre los asalariados en el sector privado y los aut¨®nomos (de los cuales solo una ¨ªnfima minor¨ªa van a ver indiciados sus sueldos en relaci¨®n con la inflaci¨®n: el IPC provisional de 2012 fue del 2,9%); los funcionarios del sector p¨²blico, que tienen congelados sus emolumentos y no han cobrado la paga extra de Navidad; y los pensionistas, a los que no se les ha actualizado su prestaci¨®n con relaci¨®n al IPC (se les ha subido en torno al 2% para las pensiones mensuales menores de 1.000 euros y el 1% para las mayores de esa cantidad, con lo que todas perder¨¢n poder adquisitivo).
Si por una parte todos esos colectivos pierden ingresos, por la otra habr¨¢n de abonar m¨¢s por la utilizaci¨®n de los principales servicios p¨²blicos (agua, luz, transporte colectivo...) y por el aumento de los impuestos y tasas de las diferentes administraciones, ¨¢vidas de ingresos para corregir sus d¨¦ficits p¨²blicos.
La suma de los dos vectores da lugar a un empobrecimiento generalizado de la poblaci¨®n. Esta es la otra cara de la moneda. La que no subrayan los ministros ni el presidente de Gobierno en sus comparecencias. El aumento de la competitividad no se est¨¢ consiguiendo por un cambio en el modelo productivo que incorpore a la realidad empresarial mejores tecnolog¨ªas, infraestructuras, organizaci¨®n e innovaci¨®n, mejoras de la educaci¨®n y de la formaci¨®n, sino por una reducci¨®n de los salarios y las pensiones, sin que los precios los acompasen en la misma medida. Los esfuerzos colectivos y la sustituci¨®n del bienestar por la precariedad resultan as¨ª incomprensibles para muchos, lo que es un problema para la democracia.
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