La familia
Faltan mensajes con la necesaria grandeza que de un poco de aliento a los millones de dramas diferentes que ha causado la crisis
¡°Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera¡±. La frase la escribi¨® Le¨®n Tolst¨®i en 1873 en su novela Anna Karenina (Alba, 2012, traducci¨®n de V¨ªctor Gallego).
¡°La familia es el pilar para afrontar la crisis¡±. Esta es del cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola.
La primera de las frases da cuenta del horror cotidiano de quienes sufren situaciones desesperadas, como es el caso de la actual crisis econ¨®mica que padecemos. Los sufrimientos no son nunca iguales, aunque las causas puedan ser parecidas. La segunda es la mejor expresi¨®n de c¨®mo la Iglesia espa?ola se acerca al brutal incremento del desempleo, que est¨¢ en la l¨ªnea de lo que piensa el partido que nos gobierna.
Porque, hay que reconocerlo, sin la familia, esto se habr¨ªa ido al garete. No hay otra explicaci¨®n que justifique las implacables verdades que nos suministra, ahora con tenebrosa periodicidad, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Son n¨²meros realmente espantosos. No ya el del n¨²mero de parados, que lo es, acerc¨¢ndose a los seis millones, sino su composici¨®n: hay en Espa?a 1.737.600 hogares, o sea, familias, con todos sus miembros en paro. Otras cifras no son menos apabullantes: seg¨²n el Ministerio de Empleo, hay dos millones de parados que no cobran ning¨²n tipo de subsidio, que se supone que llegan casi a tres millones si se corrige la cifra con una pasada por la Encuesta de Poblaci¨®n Activa.
De todos estos dramas diferentes, de los m¨¢s profundos, que se sustancian sobre todo en los que no tienen ning¨²n ingreso, el Estado ya no se ocupa. Hay algunos, no muchos, cientos de miles, que reciben un poco m¨¢s de cuatrocientos euros al mes para no caer en la exclusi¨®n social. Y no hay que detenerse mucho para no agobiarse en que, de los que tienen empleo, un 15% est¨¢n a tiempo parcial, lo que se traduce, sin ser un gran experto, en sueldos casi siempre miserables.
A lo largo de este a?o reci¨¦n inaugurado, muchas prestaciones por desempleo se van a agotar. No es nada aventurado pensar que las familias en las que no hay ning¨²n ingreso casi se dupliquen. Y que haya muchos cientos de miles m¨¢s en las que va a entrar alg¨²n subsidio o alg¨²n sueldecillo de 500 euros. A bote pronto, cinco o seis millones de espa?oles van a pasar el a?o con los dramas, con la infelicidad particular de cada uno. Y muchos de ellos, sin familia a la que recurrir o viviendo en el seno de una en la que no se suma, sino que se multiplica, la desdicha de sus miembros.
La sociedad espa?ola no ha buscado lo suficiente para atenuar esos sufrimientos que, y eso es lo que hace pertinente la cita de Tolst¨®i, se sustancian en profundos dramas distintos, personalizados, que pueden contabilizarse por el INE, pero no pueden comprenderse m¨¢s que si uno se acerca a ellos lo bastante para que el sufrimiento haga mella en el observador.
A Rouco Varela le falla la familia, porque se est¨¢ yendo al cuerno. A la ministra de Empleo, F¨¢tima B¨¢?ez, le falla la Virgen del Roc¨ªo, que no est¨¢ echando el capote que ella esperaba. Al Gobierno, a los Gobiernos, les falla tambi¨¦n esa familia en la que, al final, realmente confiaban para solucionar los problemas terminales de la exclusi¨®n, de la pobreza, de la desesperaci¨®n.
En eso no hay demagogia posible. Son cifras que no tienen contestaci¨®n. Sufrimientos diferenciados, uno por cada desempleado, uno por cada familia en la que no hay ingresos. Nadie puede ya desconocerlo, nadie vive en una jaula de cristal que impida oler o palpar la miseria de tantas personas que conocemos todos que est¨¢n sin empleo ni expectativas reales de conseguirlo. Tanto da que sean j¨®venes buscando su primera ocupaci¨®n o mujeres poseedoras de curr¨ªculos con cuatro idiomas, dos m¨¢steres y 40 o 50 a?os cumplidos, o arquitectos de 25, de 40, de 60, que no van a sentarse una sola vez m¨¢s para dibujar un proyecto.
?Hay recursos? Muy pocos. Pero ninguna voluntad pol¨ªtica clara de echarse a la cara estos millones de problemas: ya llegar¨¢ el d¨ªa en que un milagro haga crecer la demanda. No se escuchan mensajes que tengan la necesaria grandeza para dar un poco de aliento a los millones de dramas diferentes. Que no se empe?e Rouco, que no se empe?e B¨¢?ez, pero que no se empe?en tampoco los dem¨¢s. No estamos al borde del abismo, sino en el abismo.
La familia se ha quedado extenuada y nos falla el Estado. Pero a quienes lo rigen s¨ª cabe exigirles responsabilidad.
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