El incierto mapa futuro del mundo ¨¢rabe
El ¡®statu quo¡¯ poscolonial en Oriente Pr¨®ximo se cae a pedazos
Las revoluciones que atravesaron el mundo ¨¢rabe en los dos ¨²ltimos a?os expusieron la extraordinaria fragilidad de importantes estados ¨¢rabes. Con la excepci¨®n de algunos pa¨ªses con ra¨ªces hist¨®ricas, como Egipto o Marruecos, la mayor¨ªa de los estados ¨¢rabes son construcciones artificiales del colonialismo europeo, que combin¨® tribus y etnias diversas para formar estados unitarios cuya cohesi¨®n solo fue posible gracias por la presencia de gobiernos autoritarios y un enemigo com¨²n: el sionismo y sus protectores occidentales.
Pero la actual conmoci¨®n que sacude a estos pa¨ªses ya no obedece a un resentimiento contra las fuerzas extranjeras, sino que se?ala el inicio de una segunda fase en el proceso de descolonizaci¨®n: tribus y pueblos que solamente el yugo de un dictador mantuvo unidos ahora reclaman para s¨ª el derecho a la autodeterminaci¨®n. Incluso no es demasiado aventurado afirmar que viejos estados ¨¢rabes artificiales se desintegrar¨¢n y que de sus escombros surgir¨¢n otros nuevos. La invasi¨®n estadounidense de Irak dio la pauta, al quitarle poder al gobierno central y confer¨ªrselo a diversos enclaves ¨¦tnicos y religiosos.
Lo sucedido en Yugoslavia, un producto mal concebido de la diplomacia de tiempos de Wilson, puede suceder tambi¨¦n en las creaciones imperiales, m¨¢s c¨ªnicas, de Oriente Pr¨®ximo. Lo que Sigmund Freud defini¨® como ¡°el narcisismo de las peque?as diferencias¡± llev¨® a que, a continuaci¨®n de la contienda m¨¢s sangrienta que hubo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Yugoslavia se dividiera en siete peque?os estados (incluido Kosovo). ?Espera a los estados ¨¢rabes el mismo destino?
La democratizaci¨®n del mundo ¨¢rabe no es solamente cuesti¨®n de derrocar a dictadores, tambi¨¦n tiene que ver con la renovaci¨®n del mapa pol¨ªtico?¨¦tnico de la regi¨®n, que para muchos grupos minoritarios ha sido insatisfactorio.
Un ejemplo de esto son los kurdos, repartidos entre Irak, Turqu¨ªa, Siria e Ir¨¢n, pero no son ellos los ¨²nicos. Libia se cre¨® a partir de tres ex colonias italianas, Tripolitania, Cirenaica y Fez¨¢n, cada una de las cuales inclu¨ªa en su territorio diferentes confederaciones tribales (los sa¡¯adi en Cirenaica, los saff al bahar en Tripolitania y los tuaregs en Fez¨¢n). La ca¨ªda de Muamar el Gadafi abri¨® la caja de Pandora de las viejas rivalidades, y Cirenaica se convirti¨® en una regi¨®n semiaut¨®noma llamada Barqa.
Del mismo modo, las viejas tensiones entre la minor¨ªa gobernante sun¨ª en Bahr¨¦in y la mayor¨ªa shi¨ª se agravaron despu¨¦s de que en 2011 el gobierno aplast¨® el movimiento shiita prodemocracia. En Jordania, en tiempos de estabilidad ya era bastante dif¨ªcil mantener el precario equilibrio entre la mayor¨ªa palestina y la minor¨ªa beduina, ahora es peor.
Tribus y pueblos reclaman ahora el derecho a la autodeterminaci¨®n
Otros estados de la regi¨®n han estado siempre al borde de la desintegraci¨®n desde el principio. Yemen naci¨® en 1990 a partir de la reunificaci¨®n de Yemen del Sur y Yemen del Norte, pa¨ªses que en 1972 y 1979 se enfrentaron en guerras despiadadas. Pero los l¨ªderes del nuevo pa¨ªs nunca lograron que las diversas tribus, unidades b¨¢sicas de la estructura social yemen¨ª, se integraran al sistema pol¨ªtico y aceptaran inequ¨ªvocamente la autoridad del estado soberano.
Por su parte, Siria es un ejemplo elocuente de c¨®mo la lucha contra un dictador puede convertirse en poco tiempo en una contienda sectaria en pos de la supervivencia o el dominio. A pesar de que ahora la Coalici¨®n Nacional de Fuerzas Revolucionarias y Opositoras Sirias cuenta con legitimidad internacional, un derrumbe ca¨®tico del r¨¦gimen todav¨ªa puede provocar la divisi¨®n del pa¨ªs en enclaves ¨¦tnicos aut¨®nomos. Los rebeldes, en su mayor¨ªa sun¨ªes que cuentan con el apoyo de grupos yihadistas como el Frente Nusra (una vertiente de Al Qaeda en Irak) nunca hicieron un intento genuino de acercarse a las minor¨ªas del pa¨ªs (cristianos, shiitas, drusos y kurdos), que acusaron a la Coalici¨®n Nacional de ¡°obedecer a Turqu¨ªa y Qatar¡±.
Los kurdos, sometidos al yugo de ¨¢rabes, turcos e iran¨ªes, vieron en la ca¨ªda del r¨¦gimen de Saddam Hussein en Irak (y el actual desmembramiento de otras autocracias ¨¢rabes) una oportunidad de sumarse al nuevo Gran Juego de Oriente Pr¨®ximo. Es decir, hacer realidad el sue?o de unir a su naci¨®n dispersa para crear un estado kurdo independiente.
Las milicias kurdas del norte de Siria trataron de mantenerse fuera de la guerra civil mientras preparaban su propio enclave aut¨®nomo para una eventual ca¨ªda del r¨¦gimen de Bachar el Asad, pero ahora se ven forzadas a unirse a los combates, y es probable que los pr¨®ximos en seguir sus pasos sean los kurdos iraqu¨ªes (quienes dieron entrenamiento a sus pares sirios). Para Turqu¨ªa, el activismo kurdo en el norte de Siria (dirigido por el partido Uni¨®n Democr¨¢tica, rama del insurgente Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n en Turqu¨ªa) no puede ser m¨¢s que una amenaza directa a su estabilidad; por eso, har¨¢ todo lo posible por evitar que dicho activismo incite la rebeli¨®n de la inquieta minor¨ªa kurda en Turqu¨ªa.
L¨ªbano es otro collage ¨¦tnico que no puede mantenerse inmune a lo que suceda en Siria. Ya se ven signos de contagio en los enfrentamientos entre milicias sunitas y alauitas. Por m¨¢s hegem¨®nico que parezca Hezbul¨¢, su poder en L¨ªbano depende en gran medida del apoyo del r¨¦gimen de Asad. Si este se cae y la oposici¨®n sun¨ª toma el poder, el nuevo equilibrio de poderes en Siria transformar¨¢ inevitablemente el equilibrio de poderes en L¨ªbano.
En 2011, despu¨¦s de una larga guerra civil, el estado mayoritariamente cristiano de Sud¨¢n del Sur se separ¨® del estado ¨¢rabe musulm¨¢n del norte. Tal vez su caso sirva de modelo para lo que acontecer¨¢ con otros estados ¨¢rabes sin historia y desgarrados por rivalidades ¨¦tnicas y tribales. Como se dice que dijo el ex primer ministro de China, Zhou Enlai, en relaci¨®n con los efectos de la Revoluci¨®n Francesa: ¡°Es demasiado pronto para saber¡±. Pero es evidente que el statu quo poscolonial en Oriente Pr¨®ximo se cae a pedazos. Esta multifac¨¦tica regi¨®n todav¨ªa debe cristalizar en construcciones pol¨ªticas m¨¢s definitivas.
Shlomo Ben Ami, exministro israel¨ª de Asuntos Exteriores, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y autor del libroCicatrices de guerra, heridas de paz: la tragedia ¨¢rabe-israel¨ª.
Traducci¨®n: Esteban Flamini.
Copyright: Project Syndicate, 2013.
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