Carven, retorno a la juventud
El dise?ador Guillaume Henry ha transformado la casa de alta costura Carven La marca francesa, ahora de ¡®pr¨ºt-¨¤-porter¡¯, est¨¢ entre las m¨¢s deseadas en Par¨ªs
Tomar las riendas de una agonizante y olvidada casa de alta costura francesa y, en solo tres a?os, convertirla en una de las marcas de pr¨ºt-¨¤-porter m¨¢s chic y deseadas del momento constituye un acto casi herc¨²leo dentro de la industria textil. Y eso es precisamente lo que Guillaume Henry (Par¨ªs, 1979) ha hecho con Carven. La maison creada en 1945 por Carmen de Tommaso gan¨® relevancia en los cincuenta y sesenta tras vestir a actrices y arist¨®cratas, adem¨¢s de por ser la primera firma de lujo en lanzar su propio eau de toilette, en 1957. Pero con la jubilaci¨®n de su fundadora a los 84 a?os (hoy cuenta 103), y seg¨²n explica su actual responsable, ¡°dej¨® de importarle a todo el mundo¡±. Hasta que el eficaz discurso est¨¦tico y empresarial de Henry logr¨® la cuadratura del c¨ªrculo: gustar a las mujeres tradicionales, despertar la curiosidad de las m¨¢s modernas y convencer a cr¨ªticos y editores. Una tr¨ªada que se tradujo en ventas y prestigio. Beneficios cuantitativos y cualitativos que confirmaban el milagro de la resurrecci¨®n.
Bast¨® solo una colecci¨®n de Henry para que la firma pasase de 70 a 180 puntos de venta, incluidos algunos de los m¨¢s influyentes del mundo como 10 Corso Como, Colette u Opening Ceremony. Ahora, la casa busca consolidar su posici¨®n en el mercado asi¨¢tico y abrirse hueco en el masculino, tras ser invitada a presentar su l¨ªnea para hombre en la feria italiana Pitti, la m¨¢s importante de Europa. Para recorrer un camino tan largo en tan poco tiempo, Henry asegura que solo se ha valido de dos herramientas: pasi¨®n y honestidad. Una cualidad esta ¨²ltima que ha marcado el nuevo posicionamiento de la septuagenaria empresa.
¡°No podemos fingir que seguimos siendo una casa de alta costura. Resultaria irrespetuoso. Ahora en Carven hacemos pr¨ºt-¨¤-porter con estilo y a buen precio¡±
¡°No podemos fingir que seguimos siendo una casa de alta costura. Ni tampoco una firma de lujo, ni de autor. Resultar¨ªa irrespetuoso. Ahora en Carven hacemos pr¨ºt-¨¤-porter con estilo y a buen precio¡±, sentencia.
Que las prendas sean asequibles ¨Cse puede comprar un vestido a partir de 200 euros¨C ha sido determinante, aunque no definitivo, en su ¨¦xito comercial. El mercado est¨¢ repleto de marcas que se inscriben dentro del mismo rango de precios. Pero las propuestas de Carven exhiben una intenci¨®n creativa muy superior a estas y, en no pocos casos, equiparable a la de firmas consideradas de lujo. Producci¨®n en serie con esp¨ªritu couture, ah¨ª reside el secreto seg¨²n Henry. ¡°Creo que el concepto alta costura puede aplicarse a la realizaci¨®n de un vestido, al proceso creativo, pero tambi¨¦n puede ser un estado de ¨¢nimo. E incluso una camiseta puede irradiarlo¡±, resume.
Mucho menos po¨¦tica y m¨¢s pragm¨¢tica es la concepci¨®n que Henry tiene sobre su oficio. Una aproximaci¨®n a la moda tan poco com¨²n como un futbolista sin tatuajes, y que encierra parte de la clave de su ¨¦xito. ¡°Para m¨ª la moda es todo diversi¨®n y placer, pero tambi¨¦n es algo que se consume, como el agua o la comida. No creo que, al menos lo que yo hago, pueda considerarse arte. Es un trabajo creativo, pero el producto que deriva de ¨¦l es solo eso, un producto. Una falda es una falda¡±.
Quiz¨¢ gracias a esa filosof¨ªa, acometer un cambio de modelo de negocio en una casa con siete d¨¦cadas de historia le result¨® menos dif¨ªcil de lo que cabr¨ªa esperar. ¡°Siempre fue una marca democr¨¢tica. Incluso siendo muy chic y de alta costura, estaba muy abierta a la gente: en los sesenta, toda mujer y chica francesa ten¨ªa su perfume Carven¡±.
Henry conoc¨ªa bien el legado de la firma mucho antes de dirigirla. Sonrojado, reconoce que siempre fue un ni?o un tanto repelente que devoraba vol¨²menes de historia de la moda. Pero lo que le acerc¨® definitivamente a la casa fue un concurso para j¨®venes talentos que gan¨® con solo 22 a?os y que estaba presidido por Madame Carven. ¡°Ella me dijo que, desde aquel momento, ser¨ªa mi abuela en la industria. Pero lo que jam¨¢s imagin¨¦ es que ?solo ocho a?os despu¨¦s recibir¨ªa una llamada pidi¨¦ndome que fuese su dise?ador!¡±.
Henry, que se hab¨ªa formado en Givenchy y Paule KA, entr¨® en la casa con respeto, pero sin miedo. ¡°Exist¨ªa un gran legado que proteger, pero hab¨ªa poco que arriesgar, porque nadie ten¨ªa ya en cuenta a la marca, aunque la recordaba con dulzura¡±, cuenta. El creador asegura que ni en sus momentos m¨¢s bajos tuvo una imagen decadente. ¡°La gente ten¨ªa mucha curiosidad por ver qu¨¦ hab¨ªamos hecho con esa firma de toda la vida de la que ya ni se acordaban que exist¨ªa. Y en los pa¨ªses donde no la conoc¨ªan, simplemente partimos de cero¡±, asegura.
En ambos escenarios, la f¨®rmula Henry funcion¨® por igual. Una est¨¦tica netamente francesa, pero alejada de todo estereotipo, result¨® ser el nexo de uni¨®n entre sus ambiciones y el legado de Madame Carven. ¡°Me encantan las pel¨ªculas en blanco y negro de Jean Morreau, soy un enamorado del barrio de Saint-Germain-des-Pr¨¦s, y supongo que esos referentes salpimientan mis colecciones¡±.
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