Un mal de amores

Desde hace algunos meses veo a mi marido despotricar de los catalanes a los que nunca hab¨ªa tenido especial man¨ªa. Finalmente un d¨ªa confiesa que el suyo es un mal de amores: no puede imaginarse una Espa?a sin Catalu?a. Es tanta su preocupaci¨®n que le digo que no se agobie, que no se van a marchar, que en realidad ellos tambi¨¦n nos quieren. Pero esto parece que se complica y me planteo si no habr¨¢ que empezar a pensar en repartir los trastos: me quedo con el Blanquerna, porque soy una de las pocas espa?olas (en sentido amplio) que se lo han le¨ªdo; de Mer?e Rodoreda se pueden quedar con todo menos con La muerte y la primavera, porque yo no ser¨ªa la misma sin esa novela; me quedo con Arenal, porque con esa pieza descubr¨ª la belleza; de Llach no renuncio a Maremar, que a¨²n sigo tarare¨¢ndola desde hace 30 a?os; Menorca es para m¨ª. En esto s¨¦ que vamos a tener problemas: del Bar?a me quedo con el de Pep, aunque piensen que les dejo el de Tito, y que incluso les puedo dar a Iker, que ¨¦l no quiere, pero que no le vendr¨ªa mal cambiar de aires. En fin, que lo de mi marido no es enfado, es pena.¡ª Lola Mart¨ªnez Goytre.