El parque tem¨¢tico
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DA3QLSXBNWI4IGS6XZ3S3B5QMI.jpg?auth=84cc51f72b733d587da25b72c76fce505e2840ef439a7b1c735fc214e0c84fd8&width=414)
Cada vez que nuestras fuerzas vivas desenfundan su artiller¨ªa de palabras muertas referidas a la Transici¨®n, para apuntar hacia nuestras cabezas con objeto de reanimar la parte m¨¢s ?o?a de nuestro cerebro ¨Cla que ata?e a los recuerdos complacientes¨C, desenfundo el Mar¨ªa Moliner. Atentos: ¡°Acci¨®n de cambiar o pasar de un estado, manera de ser o manera de hacer una cosa a otro¡±. Su primera definici¨®n se adapta a aquello que el Rey hizo tan bien con la ayuda de todos los espa?oles, como recientemente nos ha sido recordado en amistosas y reales charletas. Personalmente, de esta contribuci¨®n al Diccionario de la inmortal do?a Mar¨ªa ¨Ca quien desde ahora, gracias a la obra teatral de Manuel Calzada, no puedo sino ver como a Vicky Pe?a¨C, lo que m¨¢s me gusta es el ejemplo que pone seguidamente: ¡°La transici¨®n del estado l¨ªquido al gaseoso¡±.
Ahora que nos encontramos en pleno estado s¨®lido, anquilosadas las arterias del Estado o, mejor dicho, sangrado el Estado de su l¨ªquido y de sus gases y reducido a una dura carcasa que nos aprisiona en el infortunio, tiendo a seguir buscando definiciones en el segundo tomo de dicha obra: concretamente, definiciones que empiecen por transi. La que cae inmediatamente despu¨¦s es transido/a. Transido de angustia o de pena, dice, o de hambre, pero esto ¨²ltimo ¡°no es usual¡±. Espera y ver¨¢s.
Tambi¨¦n podemos contemplar transigir, que es lo que venimos haciendo en masa: ¡°Adaptarse, atemperarse, avenirse, blandearse, ceder (¡) perder su DERECHO¡±. La gran Moliner, que sufri¨® la p¨¦rdida de los suyos a causa de la represi¨®n franquista, ten¨ªa en tanta consideraci¨®n los derechos que nos avisaba destac¨¢ndolos en may¨²sculas.
Tanto loar la Transici¨®n para disimular que hemos vuelto al siglo XIX¡±
Hasta pasar al transir, que es el morir, nos encontramos con accidente de tr¨¢nsito, lo cual conduce a la inevitable y evidente conclusi¨®n de que nosotros, los espa?oles, f¨¢cilmente podemos morir aplastados por un veh¨ªculo llamado Transici¨®n, que en su momento fue un ¨²ltimo modelo, ligero, utilitario y aplaudido por propios y extra?os, pero que, pilotado ¨²ltimamente por personajes p¨²blicos que lo usan para amagar sus fechor¨ªas, se ha vuelto lento, pesado y peligroso.
Del estado l¨ªquido, sanguinario, de la dictadura, que no se quiere recordar, que incluso se desea enmendar ¨Cde ah¨ª el mendaz Diccionario biogr¨¢fico hist¨®rico espa?ol impulsado por Aznar, sobre el cual publica Mongolia un cumplido informe, en su n¨²mero de enero¨C, al estado gaseoso, euf¨®rico, del periodo de democracia y vacas gordas, y, de aqu¨ª, al vaciado de sentido y a la petrificaci¨®n de los estamentos superiores, a la desafecci¨®n de los ciudadanos por la pol¨ªtica, a la divisi¨®n de la sociedad en castas, con muchos parias divididos seg¨²n sus carencias y, al mando, un grupo de selectas e impunes sanguijuelas, pertenecientes o sometidas al estamento financiero.
Y la Transici¨®n, la m¨¢s vaca de todas las vacas: la sagrada. Convertida en parque tem¨¢tico. Cada vez que alguno de nuestros pr¨®ceres la necesita para algo, se sube al trenecillo, pita y arranca y se da una vuelta por los diferentes sectores, hasta terminar en el patio central, la Constituci¨®n, nuestro gran logro inamovible, la ternera todav¨ªa m¨¢s sacra.
L¨¢stima que los conductores del absurdo tren de juguete no se den la vuelta. Si lo hicieran, comprobar¨ªan que los peque?os vagones se encuentran vac¨ªos. Que a fuerza de convertir el presente en mentira han logrado que desde?emos algo que, sin duda, fue verdad: un consenso que nunca m¨¢s se repiti¨®, porque desde entonces cada uno ha estado tirando para lo suyo, sin importarle que, por el camino, cayera el bien m¨¢s preciado de todos. La confianza.
Tanto loar la Transici¨®n, tanto pas¨¢rnosla por los morros, para disimular que, en la pr¨¢ctica, hemos vuelto al siglo XIX.
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