La ca¨ªda de Helmut Berger
"Vivo de una pensi¨®n de 450 euros; en lugar de caviar como sopa de patata¡ a lo mejor deber¨ªa haberme hecho estrella del porno, me habr¨ªa hecho apestosamente rico¡±, confiesa el actor
Se cay¨® del cartel por culpa del calor. A sus 68 a?os, la salud de Helmut Berger no le permiti¨® pasar esta semana del segundo cap¨ªtulo de versi¨®n alemana de La Isla de los Famosos (Dschungelcamp). Cuenta un portavoz del canal RTL que ¡°las autoridades australianas alertaron a la poblaci¨®n de los riesgos de la ola de calor que azota la zona¡± donde est¨¢ el campamento de famosetes donde se rueda el programa. De modo que Berger, quien pese a su rese?able carrera de actor apenas gan¨® m¨¢s premios que el David di Donatello en 1970, se queda tambi¨¦n sin el t¨ªtulo de Rey de la Jungla que concede anualmente RTL, la cadena se?era de la telebasura alemana.
En los 70 del siglo pasado, Helmut Berger pasaba por ¡°el hombre m¨¢s guapo del mundo¡±. Protagoniz¨® Ludwig y otras pel¨ªculas de Luchino Visconti. Tambi¨¦n particip¨® en ¨¦xitos mundiales como El Padrino III (Coppola) o El jard¨ªn de los Finzi-Contini (Vittorio de Sica). Su declive art¨ªstico pas¨® por varias etapas entre las que abundaron los momentos mejores, como su reciente actuaci¨®n en el filme austriaco Blutsfreundschaft (Amistad de sangre, 2009). Aunque quiz¨¢ su mejor papel en los ¨²ltimos 15 a?os ha sido el de s¨ª mismo, borracho, drogado o quiz¨¢s solo entusiasmado, en programas de entrevistas como el de Harald Schmidt en 1996. Sin quitarse sus gafas de sol, Berger interrumpi¨® entonces al famoso moderador para pedirle que le dejara ¡°ver al p¨²blico¡±, que le pareci¨® ¡°mucho m¨¢s interesante¡± que ¨¦l. A algunas preguntas personales le respond¨ªa ¡°y a usted qu¨¦ le importa¡±. Schmidt lo encaj¨® tan bien que lo invitar¨ªa en otras dos c¨¦lebres ocasiones.
No hay m¨¢s que verlas para que resulten bien plausibles las an¨¦cdotas de drogas y alcohol que Berger cuenta en su autobiograf¨ªa Ich (Yo, 1998): gran aficionado a estupefacientes de todo tipo, la entonces estrella encarg¨® a los joyeros de Bulgari un canuto de oro para esnifar coca¨ªna. En la apoteosis de su fama, esta inclinaci¨®n al alcaloide le constar¨ªa una diarrea y un disgusto en mitad de un baile ben¨¦fico en M¨®naco. Berger deneg¨® todas las solicitudes de baile para evitar que se viera la mancha consiguiente en el pantal¨®n de su esmoquin blanco. Pas¨® la velada sentado, entre enf¨¢ticas protestas por el mal olor que, seg¨²n insist¨ªa ¨¦l en voz muy alta, sub¨ªa a la lujosa sala desde el puerto monegasco.
Estas confesiones permiten excusar a los presentadores de Dschungelcamp. Es obvio Berger no conserva el aspecto de sus veinte a?os tras 48 de excesos. Por si no lo fuera, los dicharacheros fabricantes de telebasura en RTL se regodearon en su decrepitud sin asomo de gracia. Pero lo mismo que ellos ignoran los m¨¦ritos de Berger en el pasado, cabe suponer que a ¨¦l le importan muy poco los chistes f¨¢ciles y las iron¨ªas de baratillo con las que trataban de ridiculizarlo. ?l s¨ª demuestra verdadera acidez y un humor muy negro al describir su situaci¨®n: ¡°Vivo de una pensi¨®n de 450 euros al mes; en lugar de caviar como sopa de patata¡ a lo mejor deber¨ªa haberme hecho estrella del porno, me habr¨ªa hecho apestosamente rico¡±.
Tambi¨¦n vestido de mujer era guapo Berger. Despu¨¦s de verlo travestido en La ca¨ªda de los dioses (Visconti, 1969), Billy Wilder se lament¨® de que ¡°excepto Helmut Berger, hoy en d¨ªa no quedan mujeres interesantes¡±. La sexualidad del actor ha sido pasto de habladur¨ªas desde que conoci¨® a Luchino Visconti en 1964. El austriaco, entonces Helmut Steinberger, ten¨ªa 20 a?os. El italiano, 60. Convivieron durante a?os hasta que la muerte de Visconti en 1976 los separ¨® definitivamente. En su autobiograf¨ªa, Berger habla de su ¡°viudedad¡±. Intent¨® suicidarse. En 1994 se casar¨ªa de veras, un arreglo de relaciones p¨²blicas con una actriz italiana. Un periodista le pregunt¨® en 2009 si ¡°a¨²n llora la muerte de Visconti¡±. Respondi¨® con otra pregunta: ¡°?Usted es imb¨¦cil?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.