Ayuden a Pend¨¢s
Los peri¨®dicos de estos d¨ªas est¨¢n llenos de ejemplos de los que se vale la gente para desconfiar de quienes mandan o de quienes mueven a los que mandan
Nadie sabe cu¨¢ndo tendr¨¢ que probar el agua que desprecia. Ahora en la pol¨ªtica el agua turbia es tan densa, tan abundante, que nadie puede decir que alg¨²n d¨ªa ese l¨ªquido espeso no caer¨¢ tambi¨¦n sobre su cabeza.
Lo que ha pasado, o lo que est¨¢ pasando, con el extesorero del Partido Popular, Luis B¨¢rcenas, forma parte ahora de lo m¨¢s visible de las aguas turbias. La reacci¨®n del PP, por otra parte, es representativa de lo que ocurre cuando en casa pasan cosas as¨ª: ya este no es de nuestra familia, lo hemos expulsado, y adem¨¢s ya no se ve con ninguno de los nuestros. Est¨¢ fuera y nos hemos olvidado incluso de que existi¨®.
En este ¨²ltimo olvido est¨¢ el pecado: la gente s¨ª se acuerda, de modo que los suyos (o los exsuyos) solo podr¨¢n arreglar lo que pas¨® acord¨¢ndose de que este corrupto presunto estuvo un d¨ªa con ellos. Y haciendo que la gente sepa m¨¢s de lo que hizo.
Alg¨²n tiempo antes de este descubrimiento judicial del supuesto encubrimiento de la fortuna suiza de B¨¢rcenas algunos altos cargos del PP se agarraron de otras aguas presuntamente turbias (las aguas catalanas) para lanzarse a la yugular de los adversarios. Lo hac¨ªan desde la creencia (asimismo presuntuosa) de que a ellos no les pasar¨ªa nunca lo que entonces estaban divulgando medios habitualmente atronadores a partir de informes cuya paternidad (o maternidad) nunca ha estado tan clara como para no sospechar de la naturaleza de sus or¨ªgenes.
Como es l¨®gico, desde que se destap¨® (otra vez) el llamado caso B¨¢rcenas les han sacado de las hemerotecas y de las videotecas a esos pol¨ªticos que remaban para s¨ª mismos los discursos en los que dec¨ªan que de ese agua su partido no beber¨ªa nunca. Pues ha bebido, ha estado bebiendo, y lo que deduce el pueblo es que mientras el partido beb¨ªa sus dirigentes no se daban cuenta del sabor tremendo que tiene el resultado de esas degustaciones. O porque no ten¨ªan gusto o porque miraban para otro lado.
Lo que sucede ahora es que ese suceso lo ha enlodado todo, y por supuesto ha enlodado al partido en el poder, que aunque haya mirado para otro lado ahora ha de escarbar para limpiar esas manchas que no son ajenas.
El Gobierno ha encargado a Benigno Pend¨¢s, director del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales, un informe cuyas conclusiones permitan combatir el clima de desconfianza que el ejercicio de la pol¨ªtica despierta en la ciudadan¨ªa. Es una tarea dif¨ªcil para la que sin duda este jurista con amplio conocimiento de lo que siente (y padece) la opini¨®n p¨²blica tendr¨¢ armas a mano. Pero necesita ayuda.
Enseguida que se puso a trabajar se encontr¨® con la naturaleza del desasosiego: los peri¨®dicos de estos d¨ªas est¨¢n llenos de ejemplos de los que se vale la gente para desconfiar de quienes mandan o de quienes mueven a los que mandan. Verg¨¹enza es una palabra menor para calificar el oprobio que se siente ante este ataque sistem¨¢tico a la esencia de la democracia, el uso de lo p¨²blico. El caso que protagoniza el extesorero del Partido Popular es, por ahora, el m¨¢s llamativo de esos sucesos. Mirarlo desde la distancia cuando lo has tenido dentro le ayuda muy poco, por ejemplo, a la tarea de Pend¨¢s.
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