El dilema del prisionero catal¨¢n
Los riesgos de una independencia desordenada y las presiones internacionales pueden propiciar una negociaci¨®n que resulte en un buen equilibrio que, para ser permenente, exige ir hacia una Espa?a federal
El Parlamento de Catalu?a aprob¨® la pasada semana una declaraci¨®n que proclama al pueblo catal¨¢n como ¡°sujeto pol¨ªtico y jur¨ªdico soberano¡± y reclama la celebraci¨®n de una consulta para decidir su futuro pol¨ªtico. Comienza un largo e incierto camino para Catalu?a. En este art¨ªculo exploramos ese camino utilizando la analog¨ªa del dilema del prisionero, un conocido dilema de la teor¨ªa de juegos, muy com¨²n en la acci¨®n pol¨ªtica.
En el dilema original, la polic¨ªa arresta a dos sospechosos y los mantiene incomunicados en celdas separadas. Si ambos prisioneros se comportan de modo ego¨ªsta y acusan al otro, ser¨¢n condenados los dos. Si colaboran, pueden exculparse el uno al otro y conseguir una reducci¨®n significativa de la pena. La lecci¨®n interesante del juego es que el ego¨ªsmo de las partes las inclina a no cooperar aunque cooperando obtendr¨ªan un resultado m¨¢s favorable.
La actual problem¨¢tica en torno a la relaci¨®n entre Espa?a y Catalu?a se parece a este dilema. Las partes pueden elegir entre dos estrategias: (1) la confrontaci¨®n, que lleva a una ¡°independencia desordenada¡± de Catalu?a (en adelante el mal equilibrio) o bien (2) la cooperaci¨®n, que termina en un acuerdo sin independencia, pero con mayor soberan¨ªa para Catalu?a y una eventual reforma constitucional (en adelante, el buen equilibrio).
Nosotros argumentamos que el buen equilibrio es m¨¢s probable porque los riesgos que conlleva la independencia desordenada ¡ªasumiendo que Madrid nunca aceptar¨ªa una ordenada¡ª activar¨¢n unas din¨¢micas a nivel dom¨¦stico e internacional que forzar¨¢n a las partes a llegar a un acuerdo que evite la ruptura.
La eurozona, ante el riesgo de contagio, presionar¨¢ a Madrid para que ceda ante Catalu?a
?Por qu¨¦ nos encontramos en esta situaci¨®n de confrontaci¨®n? Desde el siglo XVIII las relaciones entre el poder central y Catalu?a no han sido f¨¢ciles debido a que ambas partes tienen una idea fundamentalmente distinta del Estado. El centralismo concibe a Espa?a como una unidad nacional sin fisuras, una visi¨®n alejada del Estado plurinacional que defienden el nacionalismo catal¨¢n y vasco.
Asimismo, la existencia de una lengua propia, una mayor ligaz¨®n con el continente europeo y la lejan¨ªa del poder central han generado en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco una fuerte cosmovisi¨®n propia y un modo diferente de entender el progreso econ¨®mico y empresarial. La historia de la pol¨ªtica espa?ola de los ¨²ltimos siglos puede entenderse, en parte, como un intento de nivelar estas tensiones entre el centro y la periferia.
El Estado de las autonom¨ªas, la soluci¨®n que se propuso en la Transici¨®n, fue un intento de solucionar los problemas vasco y catal¨¢n. Pero mientras el Pa¨ªs Vasco recibi¨® un trato fiscal especial, Catalu?a entr¨® en el sistema general, a trav¨¦s del cual ha venido aportando m¨¢s recursos que la media de las comunidades aut¨®nomas al sistema de financiaci¨®n (debido a ser m¨¢s rica que la media) y recibiendo por debajo de la media.
Las tensiones desatadas por la independencia llevar¨ªan al colpaso econ¨®mico de ambas partes
Ahora, con el poder central debilitado por la crisis, los catalanes reivindican de nuevo sus aspiraciones. Reclaman un acuerdo econ¨®mico parecido al de Pa¨ªs Vasco y Navarra; una pol¨ªtica de infraestructuras que reconozca su peso industrial; mayor autogobierno y el pleno respeto y reconocimiento a sus instituciones educativas y culturales.
Unas reivindicaciones, conviene recordar, en la l¨ªnea de las que promet¨ªa el fallido estatuto de autonom¨ªa, que garantizaba un acuerdo de inversi¨®n por encima de la media durante siete a?os para aminorar el d¨¦ficit de infraestructuras. Pero una desgraciada constelaci¨®n pol¨ªtica ech¨® a perder ese camino.
Madrid teme que ceder ante las presiones catalanas pueda significar la desmembraci¨®n de Espa?a y permanece enrocado. En vez de ofrecer a Catalu?a, como Londres a Escocia, un debate abierto y un refer¨¦ndum, Madrid niega la existencia misma del problema y ataca los elementos m¨¢s preciados del catalanismo como la lengua o la educaci¨®n. A eso se une un problema econ¨®mico: sin crecimiento y sin dinero en las arcas p¨²blicas, ?de d¨®nde sacar¨¢ Madrid los fondos (sino es de otras comunidades) para ofrecer un mejor r¨¦gimen fiscal a Catalu?a?
Los prisioneros permanecen enfrentados porque la confrontaci¨®n es, de momento, la estrategia que maximiza su r¨¦dito pol¨ªtico. Pero ?qu¨¦ fuerzas pueden llevar a las partes a evitar el mal equilibrio? Creemos que son tres: (1) los riesgos de la ¡°independencia desordenada¡± ¡ªque ir¨¢n ganando significaci¨®n a medida que se vaya acercando el d¨ªa del refer¨¦ndum¡ª; (2) las presiones de la eurozona ¡ªque ante el riesgo de contagio presionar¨¢n a Madrid para que ceda¡ª y (3) el inter¨¦s de las ¨¦lites y de parte del nuevo independentismo en aceptar un potencial ¡°pacto razonable¡± dentro de Espa?a.
M¨¢s all¨¢ del riesgo real de quedarse fuera de la UE, econ¨®micamente, la tensi¨®n en las relaciones comerciales y la incertidumbre causada por la independencia desordenada llevar¨ªan al colapso en el corto plazo de ambas econom¨ªas. El proceso de transici¨®n, en el que habr¨ªa que renegociar infinidad de deudas y obligaciones compartidas, ser¨ªa ca¨®tico y los costes que conllevar¨ªa transformar Catalu?a en un nuevo Estado ser¨ªan complicados de asumir en el actual momento de crisis. En el peor de los casos Madrid podr¨ªa suspender la autonom¨ªa catalana mediante el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n y en ¨²ltimo extremo ejercer el uso de la fuerza para evitar la secesi¨®n.
La dimensi¨®n internacional ser¨¢ determinante en el cambio hacia el buen equilibrio. Como hemos aprendido, los desarrollos de la pol¨ªtica interna de los miembros de la eurozona son muy importantes para la evoluci¨®n del conjunto. Pongamos, por ejemplo, que en un clima de mayor recesi¨®n en Espa?a y creciente volatilidad en los mercados se acerca el refer¨¦ndum y sigue sin haber pacto. Los inversores temen el colapso espa?ol y venden sus bonos antes de que el colapso llegue, causando las famosas profec¨ªas autocumplidas. La prima en Espa?a se dispara, arrastrando a la italiana. El BCE, ya sin bazokas en la rec¨¢mara, decide no intervenir puesto que ante la potencial insolvencia de una Espa?a sin Catalu?a puede poner su credibilidad en juego. La aparentemente inofensiva independencia de una regi¨®n de la periferia podr¨ªa llevar a la ruptura de la eurozona.
Antes de que eso pase, las principales naciones europeas presionar¨¢n a un Madrid, muy debilitado, para que ofrezca un nuevo pacto a Catalu?a. Madrid se resistir¨¢, puesto que la cuesti¨®n territorial es quiz¨¢s el ¨²ltimo espacio en el que conserva soberan¨ªa, pero es posible que se vea obligado a ceder.
Aunque parte de la ¨¦lite econ¨®mica catalana se ha sumado al discurso independentista tras la negativa de Madrid al pacto fiscal, su esencia pactista y el miedo a la incertidumbre econ¨®mica le llevar¨¢ probablemente a aceptar un ¡°acuerdo razonable¡± que d¨¦ m¨¢s soberan¨ªa a Catalu?a. De un modo parecido podr¨ªa actuar el nuevo independentismo puesto que, mayoritariamente, no se basa en un independentismo rom¨¢ntico e inmovilista sino en la percepci¨®n de que, por la mala gesti¨®n de la crisis y su rechazo al Estatuto, el Estado espa?ol ha dejado de ofrecer un pacto conveniente a Catalu?a.
En este art¨ªculo planteamos una posible soluci¨®n al dilema del prisionero. Llegado cierto punto (incluso antes del refer¨¦ndum) los riesgos de una independencia desordenada y las presiones internacionales, una variable ignorada en el debate hasta el momento, pueden hacer cambiar los incentivos de los jugadores y propiciar una negociaci¨®n que resulte en el buen equilibrio. Para que ese equilibrio sea permanente y los prisioneros est¨¦n interesados en cooperar, ese acuerdo debe ofrecer mayor soberan¨ªa a Catalu?a, incluyendo una eventual reforma constitucional que dibuje las bases de una Espa?a federal.
Antonio Rold¨¢n Mon¨¦s es m¨¢ster en Pol¨ªtica Econ¨®mica por la Columbia University e Investigador en London School of Economics. Nil Brullet Franc¨ª es licenciado en Filosof¨ªa y arquitecto.
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