Falsificadores
Un falso economista conecta con el p¨²blico portugu¨¦s defendiendo que los recortes no sirven para salir de la crisis
No puedo evitar la simpat¨ªa que siento por los falsificadores brillantes. Brillante ten¨ªa y tiene que ser Baptista da Silva para haber hecho creer a todo un pa¨ªs que era un experto de la ONU en la recuperaci¨®n de los pa¨ªses europeos del sur. Falso economista de una extinta universidad, la Milton Wisconsin, se fue colando en clubes de opini¨®n hasta terminar en la tele de estrella invitada. Siguiendo ese consejo irritante que prestan los privilegiados a los humildes, Baptista da Silva se reinvent¨® a s¨ª mismo y en un tiempo r¨¦cord pas¨® de ser presidiario a celebrado economista. Y como el p¨²blico est¨¢ hambriento de que le digan que esquilmando los bolsillos de la gente com¨²n es imposible que la econom¨ªa se recupere, aplaudi¨® las sencillas pero contundentes palabras de este hombre, que parec¨ªa estar dispuesto a convertirse en un mensajero eficaz entre las altas instancias y el pueblo descontento.
C¨®mo cuadra todo cuando se escucha lo que se desea. A los que exponen p¨²blicamente sus opiniones les vemos cara de sabios si estamos de acuerdo con ellos; pero si al d¨ªa siguiente adoptan una postura contraria a la nuestra somos capaces de apreciar en su rostro los rasgos del cretinismo. Vemos lo que queremos ver. De eso somos conscientes quienes tenemos por oficio decir que lo que pensamos. Nunca somos tan brillantes ni tan cretinos como nos juzgan, y por d¨ªas nos sentimos algo falsificadores, defensores de una opini¨®n que no dominamos.
De cualquier manera, despu¨¦s de leer la sin par historia del falso economista llego a la conclusi¨®n de que algo sab¨ªa el hombre; sus opiniones eran una simplificaci¨®n de las de Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Econom¨ªa, cuyo ¨²ltimo art¨ªculo llevaba por t¨ªtulo La desigualdad lastra la recuperaci¨®n. Tal vez Baptista no conoc¨ªa la letrilla pero s¨ª la musiquilla y la supo tararear con gracia.
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