El imperio Swatch se rinde al lujo
Nicolas Hayek convenci¨® al mundo del valor de coleccionar relojes de pl¨¢stico Su fortuna se extiende a la segunda generaci¨®n Su hijo Nick ha reforzado su valor adquiriendo la joyer¨ªa Harry Winston, aunque ¨¦l prefiere el cine
Cuando Nick Hayek hered¨® de su padre las riendas de Swatch, muchos dudaron de su capacidad para sacar adelante el grupo relojero m¨¢s grande del mundo. Con la muerte del patriarca en 2010, los que cuestionaban las capacidades del sucesor, que solo hab¨ªa trabajado en la empresa de pap¨¢, redoblaron las cr¨ªticas. Pero los n¨²meros no han dado la raz¨®n a los aguafiestas. Las ventas han crecido sin parar. La compra hace tres semanas del grupo joyero Harry Winston apuntala la fortaleza del gigante suizo. ¡°Nick ha ganado mucha credibilidad. Pero, como decimos en Suiza, un pudin solo se prueba comiendo: cuando la situaci¨®n econ¨®mica cambie en Asia veremos si tiene el mismo talento que su padre¡±, asegura el periodista J¨¹rg Wegelin, autor del libro Mister Swatch, Nicolas Hayek y el secreto de su ¨¦xito. Pero por mucho que suban las ventas, hay algo en lo que Nick nunca podr¨¢ ganar a su predecesor. Nicolas Hayek, el fundador de la dinast¨ªa, fue un maestro del marketing y la comunicaci¨®n. Aterriz¨® en una industria en declive, amenazada en los a?os ochenta del siglo pasado por la supremac¨ªa japonesa, y logr¨® ofrecer objetos apetecibles por su dise?o, precio y precisi¨®n. De repente, a los compradores les parec¨ªa una buena idea tener m¨¢s de un Swatch. Vend¨ªa objetos pop que el cliente pudiera elegir en funci¨®n de c¨®mo fuera vestido, de sus planes para el d¨ªa o incluso de su estado de ¨¢nimo. ?El resultado? Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde de reinventar el sector, Hayek estaba entre las 300 mayores fortunas del mundo.
El heredero del imperio, de 58 a?os, no es amigo de excentricidades. Nada de dejarse fotografiar con varios relojes en cada mu?eca como hac¨ªa su padre. Como mucho, un posado algo forzado en Nueva York junto a Bill Gates, presidente de Microsoft, y la actriz Mischa Barton para mostrar un nuevo modelo al mundo.
Mientras el padre regalaba titulares con sus ataques a los banqueros ¡°cretinos y deshonestos¡±, su alianza con el pol¨ªtico populista Christoph Blocher o sus cr¨ªticas al Banco Central de Suiza por perjudicar al sector exportador, el hijo solo ha sorprendido con lamentos por el escaso tiempo libre que los negocios le dejan para lo que de verdad le gusta: escribir guiones de cortometrajes y documentales. Las veleidades art¨ªsticas de Hayek j¨²nior, que antes de entrar en la empresa familiar hab¨ªa fundado una productora de cine, le llevaron a crear en 2010 el Swatch Peace Art Hotel, un lugar en Shangh¨¢i en el que los j¨®venes artistas pudieran desarrollar su obra.
Incluir la palabra ¡°Swiss¡± en sus relojes fue uno de los hallazgos del Hayek que hab¨ªa nacido en Beirut en 1928. Hasta tal punto quiso mostrarse a s¨ª mismo como un emprendedor t¨ªpicamente suizo, que la compa?¨ªa emprendi¨® acciones legales contra J¨¹rg Wegelin para que en su libro no se le denominara inmigrante.
Cuando var¨ªe la situaci¨®n en Asia veremos si tiene igual talento empresarial que su padre
¡°Quer¨ªa que la gente olvidara que hab¨ªa nacido en L¨ªbano, por eso no le gust¨® que investigara sus or¨ªgenes. Tambi¨¦n le enfad¨® que yo publicara que ¨¦l no hab¨ªa sido el dise?ador de los relojes que le hicieron rico¡±, explica Wegelin. Junto a este control estricto a todo lo que se publicara sobre ¨¦l o sobre su empresa, Hayek mostr¨® un excelente olfato para los negocios. No se fiaba de los bancos y prefer¨ªa no pedirles dinero. Sab¨ªa que desconoc¨ªan su sector y que habr¨ªan interferido en su estrategia si hubieran podido.
El multimillonario no se centr¨® solo en los relojes. Tambi¨¦n se interes¨® por el transporte de alta tecnolog¨ªa. En 1979 lanz¨®, junto con Mercedes, un coche barato ultracompacto para dos personas con un motor h¨ªbrido el¨¦ctrico y de combusti¨®n. El invento se llam¨® Smart y entonces fue un absoluto fracaso.
¡°Los diamantes siguen siendo los mejores amigos de una mujer¡±, dijo la presidenta e hija menor del fundador, Nayla Hayek, tras anunciar la compra de Harry Winston. La adquisici¨®n de la marca de joyas que luc¨ªan Marilyn Monroe y otras estrellas de Hollywood pretende borrar la mancha que dej¨® la fracasada alianza con Tiffany.
La marca de joyas que Audrey Hepburn inmortaliz¨® comiendo un cruas¨¢n a la puerta de su tienda en la Quinta Avenida neoyorquina firm¨® en 2007 una alianza con Swatch, prevista en principio para 20 a?os. El contrato establec¨ªa que la empresa estadounidense distribuir¨ªa los productos de la suiza desde sus establecimientos. Pero ninguna de las dos partes qued¨® satisfecha. En 2011, Swatch rompi¨® el acuerdo y reclam¨® a Tiffany 3.000 millones de euros por sus ¡°esfuerzos sistem¨¢ticos para bloquear y retrasar el desarrollo de sus negocios¡±. El grupo joyero respondi¨® a los pocos meses con otra demanda, en la que acusaba a Swatch de no haber cumplido lo pactado.
Ahora es el turno de la segunda generaci¨®n. Nick Hayek se qued¨® desconcertado cuando en 2000 el consejo le sugiri¨® la posibilidad de convertirse en el nuevo consejero delegado, seg¨²n cuenta Wegelin. ¡°Fue un paso demasiado r¨¢pido para ¨¦l. No se sent¨ªa preparado para esa responsabilidad. Sugiri¨® esperar y que su padre continuara unos a?os. Esta an¨¦cdota muestra el gran respeto que sent¨ªa hacia ¨¦l. Por eso despu¨¦s de su muerte ha seguido dirigiendo la compa?¨ªa de la misma forma en la que ¨¦l cree que lo habr¨ªa hecho el fundador y no exige la misma autoridad en p¨²blico¡±, contin¨²a el periodista suizo.
Al hijo le toca pilotar la nave en medio de la tormenta que sobrevuela Europa y el enfriamiento de la econom¨ªa china, uno de los principales mercados de la empresa. Su reto es volver a batir r¨¦cords de ventas, algo que ya logr¨® en 2011 y 2012. Para lograrlo podr¨¢ recordar la frase que una vez pronunci¨® su padre: ¡°Nada es imposible, excepto evitar la muerte¡ y los impuestos¡±.
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