Encrucijada a¨¦rea
Iberia y los sindicatos deben acordar el ajuste pendiente para no empeorar la cuenta financiera
La situaci¨®n de Iberia, la primera l¨ªnea a¨¦rea espa?ola, asociada a British Airways en el grupo IAG, ha entrado en una fase de indefinici¨®n despu¨¦s de que se acabara el plazo, concretamente el ¨²ltimo d¨ªa de enero, para llegar a un acuerdo con las organizaciones sindicales a prop¨®sito del ajuste de empleo y capacidad. Una compa?¨ªa de la envergadura de Iberia no puede mantener durante mucho tiempo las inc¨®gnitas sobre si negociar¨¢ de nuevo el ajuste con las organizaciones sindicales, que amenazan adem¨¢s con jornadas de huelga en la segunda mitad de febrero, y si la compa?¨ªa est¨¢ dispuesta a suavizar los t¨¦rminos del acuerdo.
El problema es que frente a la propuesta inicial de la empresa de reducir la plantilla en 4.500 puestos de trabajo y eliminar el 15% de la capacidad para hacer frente a los aumentos de costes y p¨¦rdidas de ingresos, la dura negociaci¨®n con los agentes sociales induce a la direcci¨®n a suavizar tales exigencias.
Los sindicatos aseguran que Iberia estar¨ªa dispuesta a bajar el n¨²mero de despidos hasta 3.147 y mitigar el ajuste de capacidad hasta solo el 10% de las l¨ªneas. Si con los nuevos n¨²meros se consigue revertir el resultado operativo y convertirlo en 600 millones positivos en lugar de los 300 negativos actuales, el cambio ser¨ªa beneficioso. Pero no son pocos los que dudan que la nueva propuesta de ajuste cuadre con el objetivo financiero; y esta desconfianza genera inestabilidad a corto plazo.
Puesto que despu¨¦s de agotarse el plazo de negociaci¨®n sin acuerdo los interlocutores disponen de un mes m¨¢s para negociar, el curso de acci¨®n m¨¢s correcto parece ser el de iniciar una nueva negociaci¨®n con la mayor celeridad posible con el fin de evitar el riesgo de una huelga que perjudique a los viajeros, que sufren sus consecuencias en proporciones mucho mayores que los beneficios que obtienen los huelguistas. A pesar de que las huelgas a¨¦reas se repiten con cierta frecuencia, todav¨ªa no se ha encontrado el modo de evitar el da?o a los pasajeros retenidos en los aeropuertos ni se suministran las informaciones y compensaciones adecuadas por el perjuicio sufrido.
Como era de esperar, parte del fracaso en la negociaci¨®n es atribuible a la percepci¨®n que tienen los empleados y sindicatos de Iberia de que la compa?¨ªa a¨¦rea sigue la estrategia de ajuste dictada por British Airways, o al uso y abuso que estos hacen de esa percepci¨®n. Aunque sea incorrecta esta sensaci¨®n, ayudar¨ªa a desbloquear el impasse actual cualquier demostraci¨®n a?adida de que la direcci¨®n de Iberia es plenamente aut¨®noma en la negociaci¨®n y que su estrategia de ajuste responde a la situaci¨®n econ¨®mico-financiera de la aerol¨ªnea, algo que indica la l¨®gica m¨¢s elemental. Situaci¨®n que, por cierto, puede deteriorarse mucho: llegar¨¢ un momento, quiz¨¢ este mismo a?o, en que la financiaci¨®n sea imposible o excesivamente cara; y entonces ya no habr¨¢ margen para modular el ajuste.
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