Hipocres¨ªa a la francesa

La derecha francesa, hu¨¦rfana de Nicolas Sarkozy y barrida del poder por los electores, lleva francamente mal su traves¨ªa del desierto. Tras partirse por la mitad en las primarias por la presidencia del partido, cerradas con un empate virtual, el ascenso al poder del populista Jean-Fran?ois Cop¨¦ y la posterior escisi¨®n de Fran?ois Fillon y sus partidarios, la UMP ha encontrado en el debate parlamentario sobre el matrimonio homosexual la gran coartada para mostrarse de nuevo como un partido unido.

El proyecto de ley que prometi¨® Fran?ois Hollande durante la campa?a ¡ªveraz, pero algo hip¨®critamente llamado ¡°matrimonio para todos¡±¡ª ha sido recibido por la derecha con m¨¢s de 5.400 enmiendas. Este cl¨¢sico del obstruccionismo parlamentario ha obligado a los diputados a sesiones tan maratonianas como in¨²tiles, madrugadas y fines de semana incluidos, en las que unos diputados piden la palabra una y otra vez para tronar contra la ley y otros no replican para no aumentar m¨¢s el tiempo del debate.

Ignorando que el 33% de los votantes de la UMP se declara partidario de extender el derecho del matrimonio ¡ªy algunos menos, tambi¨¦n la adopci¨®n¡ª a los homosexuales, la otrora civilizada derecha francesa y sus medios afines han decidido convertir lo que dentro de unos meses se ver¨¢ como un avance en las bases igualitarias de la Rep¨²blica, en una cruzada y un plebiscito contra Hollande, entreg¨¢ndose sin el menor rubor a la homofobia y el machismo, y utilizando los falaces y anacr¨®nicos argumentos ¡ªruptura social, apertura al incesto y la poligamia, legalizaci¨®n de las madres de alquiler¡­¡ª cocinados por la jerarqu¨ªa cat¨®lica.

Pese al ruido de fondo y las oraciones callejeras de los integristas en la puerta de la Asamblea Nacional, el primer art¨ªculo de la ley, que abre la v¨ªa a las bodas gais, fue aprobado el s¨¢bado por 249 votos contra 97. El debate ha permitido adem¨¢s escuchar uno de los discursos m¨¢s bellos articulados en Francia en mucho tiempo: el que pronunci¨®, sin un solo papel delante, la denostada ministra de Justicia, Christiane Taubira. Negra, y mujer. Son decididamente otros tiempos.