A la caza de pol¨ªticos plagiarios
Los internautas del foro VroniPlag rastrean tesis doctorales y sus investigaciones han forzado ya la dimisi¨®n de ocho cient¨ªficos y pol¨ªticos en Alemania, pa¨ªs que no menosprecia la educaci¨®n y la ciencia
En Alemania, ser doctor viste mucho. El uso social del t¨¦rmino no se limita al m¨¦dico de bata blanca, sino que est¨¢ extendido a todas las especialidades acad¨¦micas y todav¨ªa, quien tiene la flor, la luce. La abreviatura Dr. se encuentra con frecuencia en los letreros de los buzones privados, en las esquelas necrol¨®gicas, por supuesto en los encabezados de las cartas y no digamos en las tarjetas de visita. Asimismo es habitual, en las tertulias de televisi¨®n, las entrevistas, los reportajes y presentaciones de todo tipo, dar tratamiento de doctor a quien lo merece y aunque no ejerza.
Y para merecerlo hay, claro est¨¢, que culminar unos estudios universitarios, redactar una disertaci¨®n o tesis de doctorado y exponerla con ¨¦xito ante un tribunal. Superada la prueba, puede uno ir por la vida, al menos en Alemania, con cierto relumbre de persona de fortuna y provecho. Est¨¢ en la idiosincrasia germana el distinguir, alz¨¢ndolo sobre la masa, a quien lleva a un t¨¦rmino dichoso el esfuerzo personal. Baste pensar que la nota m¨¢s alta en un colegio alem¨¢n es el 1 singularizador, frente al acumulativo 10 latino. Se trata, por as¨ª decir, de llegar a lo m¨¢s alto, no de poseer mucho. De manera que, para ser alguien y a falta de un t¨ªtulo nobiliario, al ciudadano acomodado y al plebeyo laborioso les queda la opci¨®n de conseguir una condecoraci¨®n acad¨¦mica.
Pero transcurrieron los siglos y un d¨ªa sobrevino la revoluci¨®n digital. Con ella vinieron los buscadores de internet y surgi¨® un nuevo tipo de ser humano. No el superhombre nietzscheano, sino otro m¨¢s temible y poderoso: el de los usuarios que no tienen otra ocupaci¨®n que estar todo el santo d¨ªa con la nariz pegada a la pantalla del ordenador. De ellos deriv¨® una correosa subespecie que de tiempo en tiempo fuerza la dimisi¨®n de alg¨²n que otro pol¨ªtico destacado. Se trata de los rastreadores de tesis doctorales plagiadas. El foro se hace llamar VroniPlag. Se trata de una ¡°wiki¡±, esto es, de un banco de datos en el que cualquiera puede intervenir. Los aficionados a la caza de plagiarios se van conectando cada d¨ªa a partir de las seis de la tarde. Hacia las diez ya est¨¢ toda la manada en movimiento. No cobran un c¨¦ntimo; pero se divierten, en especial cuando la pieza avistada es famosa. Entonces se coordinan, intercambian informaci¨®n y acorralan a la presa potencial desde todos los flancos. Como consecuencia de las pesquisas de VroniPlag, al menos ocho cient¨ªficos y pol¨ªticos han sido despojados en Alemania del t¨ªtulo de doctor. A todos ellos habr¨ªa que a?adir los doctorcitos de chicha y nabo que abultan poco.
La sociedad germana valora el esfuerzo y, por tanto, la condecoraci¨®n acad¨¦mica
Un caso particularmente sonado fue el de Karl Theodor zu Guttenberg, noble b¨¢varo que ostentaba el cargo de ministro de Defensa cuando fue aireado su trampantojo. Se hablaba de ¨¦l como de un seguro sucesor de Angela Merkel en la canciller¨ªa. Joven, multimillonario con palacio propio, impecablemente trajeado a todas horas, brillante orador, hab¨ªa tenido algunos detalles de audacia que le hab¨ªan conferido popularidad. A su carrera pol¨ªtica cab¨ªa asignarle el t¨®pico de mete¨®rica. De vez en cuando, durante el desempe?o de su cargo, volaba a Afganist¨¢n y, vestido con atuendo m¨¢s o menos de combate (ejem), se mezclaba con la tropa polvorienta, com¨ªa en bandeja cuartelera y dec¨ªa ante las c¨¢maras de televisi¨®n unas palabras bien dichas, con un adecuado fondo de desierto.
La revoluci¨®n digital acab¨® ciertamente con la era Guttenberg. El ministro no baj¨® la cabeza enseguida. Se aferr¨® a la t¨¢ctica habitual de autodefensa del hombre p¨²blico pillado en mala postura: neg¨®, recalc¨® su inocencia, se declar¨® v¨ªctima de una campa?a de difamaci¨®n, amenaz¨® con presentar demandas judiciales e hizo todo lo posible por ganar tiempo. Sometido al peso de las evidencias (VroniPlag demostr¨® que el 82% de su tesis era plagio), lleg¨® a sostener que no hab¨ªa copiado conscientemente m¨¢s de trescientas p¨¢ginas ajenas. Huelga decir que la canciller y sus compa?eros de partido alegaron que seguir¨ªan colaborando con ¨¦l mientras no hubiese pruebas concluyentes; pero Alemania no es un pa¨ªs donde se practique el menosprecio de la educaci¨®n y la ciencia, y a principios de 2011, una vez que la Universidad de Bayreuth lo hubo despojado del t¨ªtulo de doctor, el ministro de Defensa anunci¨® con l¨¢grimas en los ojos su dimisi¨®n. Se estableci¨® en Estados Unidos, donde no hace muchos meses un grupo de estudiantes de New Hampshire le revent¨® una charla. Hasta el otro lado del oc¨¦ano lo persigue la fama de plagiario.
No tard¨® en correr una suerte similar y por el mismo motivo Silvana Koch-Mehrin, joven pol¨ªtica del partido liberal FDP, diputada del parlamento europeo por los d¨ªas en que salt¨® a la prensa su caso. Koch-Mehrin fue mucho m¨¢s prudente que el ministro. Tan pronto como llegaron a la prensa los primeros rumores acerca de su tesis doctoral plagiada, dimiti¨® de todos sus cargos. De esta manera zanj¨® la cuesti¨®n antes que se desatara un esperpento al estilo de Guttenberg. Reconocida la falta, su caso perdi¨® inter¨¦s para la prensa, no dio abono a los comediantes sat¨ªricos, que en Alemania tienen un poder de despellejamiento brutal, y el esc¨¢ndalo result¨® bastante amortiguado.
Ahora le ha tocado el turno a Annette Schavan. A la ministra de Educaci¨®n y mano derecha de Angela Merkel. Si hasta parecen hermanas. Mismo partido, misma generaci¨®n (un a?o de diferencia), mismo aspecto. Corren im¨¢genes por ah¨ª en que se ve a la canciller, en el curso de una reuni¨®n oficial, ense?arle a su amiga Annette el m¨®vil, esta lee algo en la pantallita y las dos se r¨ªen. Annette Schavan, como los hermanos del cuento de Cort¨¢zar, lleva meses cediendo espacio de mal grado a los fantasmas, en su caso a los denunciadores inform¨¢ticos de plagios, y todo parece indicar que tambi¨¦n ella tendr¨¢ que abandonar la posici¨®n.
La titular de Educaci¨®n de Merkel ha perdido el t¨ªtulo de doctorado por copiar parte de su tesis
Su historia empieza en 1980, en la Universidad de D¨¹sseldorf. Annette Schavan, entonces una estudiante de 25 a?os en el tramo final de su formaci¨®n acad¨¦mica, presenta una disertaci¨®n con el pomposo t¨ªtulo de ¡°Persona y conciencia¡±. La cosa no suena ni apasionante ni amena, pero es suficiente para obtener el t¨ªtulo de doctorado con ¡°opus admodum laudabile¡±, la segunda mejor nota posible. Por espacio de tres d¨¦cadas, la tesis se cubre de polvo en los archivos de la universidad sin que nadie se interese por ella.
Se deja imaginar que por entonces la doctoranda no dispon¨ªa de ordenador. El m¨¦todo de trabajo consist¨ªa b¨¢sicamente en anotar citas y extractos de libros en fichas. Las cuales serv¨ªan de base para una posterior redacci¨®n a mano, previa al mecanografiado final en el que, como ahora se sabe, figuran no pocos pasajes que m¨¢s le habr¨ªa valido a la autora entrecomillar y, por descontado, atribuir a sus verdaderos autores en las correpondientes notas a pie de p¨¢gina. Annette Schavan admite que no lo hizo. Hasta ah¨ª da el brazo a torcer; pero no m¨¢s. Durante largos meses, lo que los unos calificaban en p¨²blico de plagio, ella lo llamaba error en las formas, alegando, para certificar su honradez, que las conclusiones de la tesis son enteramente suyas.
A finales de enero de este a?o, Annette Schavan recibi¨® un duro rev¨¦s en sus aspiraciones de salir airosa de este penoso asunto y salvar su carrera pol¨ªtica. La Universidad de D¨¹sseldorf accedi¨® a constituir una comisi¨®n de control que no ha tardado ni una semana en anunciar su veredicto. Doce votos a favor, dos en contra y una abstenci¨®n, con fecha de 5 de febrero, determinaron que la actual ministra de Educaci¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania sea despojada del t¨ªtulo de doctorado. El dictamen del decano no deja lugar a dudas: plagio. La doctora Annette Schavan, perd¨®n, Annette Schavan ha asegurado que recurrir¨¢. Contumacia no le falta, pero lo tiene crudo, muy crudo.
Fernando Aramburu es escritor.
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