Un r¨¦gimen gripado
Los motores del r¨¦gimen est¨¢n agarrotados. Constato en las ¨¦lites un cierto miedo a la democracia
En medio de un espeso clima de crisis institucional, la ¨²ltima encuesta del CIS nos recuerda algunos datos ¨²tiles para perfilar el mapa de situaci¨®n. El paro y la econom¨ªa siguen siendo las dos grandes preocupaciones de los espa?oles. Cada vez son m¨¢s los que ven a los responsables pol¨ªticos y a los partidos como generadores de problemas y no de soluciones. El hundimiento en un a?o de la confianza en el Gobierno del PP no tiene precedentes en casos de mayor¨ªa absoluta. Se ha doblado la preocupaci¨®n por la corrupci¨®n. Es decir, Mariano Rajoy, que tiene una incontestable legitimidad de origen, ha perdido en tiempo r¨¦cord la legitimidad de ejercicio.
?La encuesta del CIS no est¨¢ contaminada por el enorme ruido provocado por el caso B¨¢rcenas. Es anterior. Por tanto, ayuda a resituar las cosas. En el principio est¨¢ la transformaci¨®n de la crisis econ¨®mica en profunda crisis social, como consecuencia de unas pol¨ªticas de radical austeridad para la mayor¨ªa y de protecci¨®n de la minor¨ªa de los que m¨¢s tienen. El rescate de la banca y la amnist¨ªa fiscal son dos iconos de la gran estafa. El PP lleg¨® al poder impulsado por la p¨¦rdida de direcci¨®n del Gobierno del PSOE, desangrado en una larga agon¨ªa; por las promesas electorales, despu¨¦s sistem¨¢ticamente incumplidas, y por el mitificado recuerdo de los a?os en que todo era posible. Este caudal se fue por la borda r¨¢pidamente. Por los incumplimientos, por el aumento del paro por obra y gracia de una reforma laboral que banaliza por completo el despido, por la injusta pol¨ªtica fiscal y por el suma y sigue en el recorte del Estado de bienestar. La idea recurrente de que las nuevas generaciones vivir¨¢n peor que sus padres, sea o no cierta, es expresiva del clima psicol¨®gico reinante: m¨¢s del 50% de paro juvenil. Cargarse una generaci¨®n es un retraso de d¨¦cadas para un pa¨ªs.
Sobre la debacle social emergen como una revelaci¨®n la crisis institucional y la corrupci¨®n. Ninguna de las dos son fen¨®menos de temporada. La Monarqu¨ªa lleva tiempo erosion¨¢ndose; el desplazamiento del centro de la democracia del Parlamento al autoritarismo del Ejecutivo no es novedad en un r¨¦gimen de sombras caudillistas; las grietas en las costuras del Estado auton¨®mico son estructurales. Y en el campo de la corrupci¨®n, gran parte del desastre se hubiera evitado si la pol¨ªtica hubiese sido capaz de poner coto al dinero en los a?os del boom. Como ha demostrado la crisis de las cajas, la corrupci¨®n ten¨ªa mucho de estructural. Lo que ha ocurrido ahora es que al caer algunos de los grandes castillos por los que transitaba han salido a la superficie los torrentes de suciedad y de impunidad que lo contaminaban todo. Y el contraste con el deterioro de las condiciones de vida la ha convertido en un espect¨¢culo de suma obscenidad. En sociedades muy cultivadas por la cultura de la indiferencia en tiempos de bonanza, las deficiencias de las instituciones y la corrupci¨®n se aceptan como males inevitables. La crisis las ha hecho insoportables.
Los motores del r¨¦gimen est¨¢n agarrotados. Constato en las ¨¦lites un cierto miedo a la democracia. La hip¨®tesis de que la ciudadan¨ªa tome la palabra para salir del embrollo da miedo. Los grandes partidos no se sienten suficientemente armados para poder controlar el proceso. Y apelar al peligro del populismo es ¨²til como coartada. Rajoy intentar¨¢ resistir a toda costa. Resistir es asumir que el deterioro contin¨²a. La corrupci¨®n es demasiado estructural como para que no surjan nuevos episodios, y la situaci¨®n social, demasiado cr¨ªtica para que el PP recupere terreno. Rajoy tiene el aval de Angela Merkel, que ha prometido no poner el dedo en la llaga de la corrupci¨®n espa?ola. Y parece que con esta garant¨ªa le basta. Hasta que Merkel se canse. Esta v¨ªa admite una variante: que Rajoy suelte lastre. Montoro y Mato est¨¢n en primera posici¨®n de salida. ?Pero qu¨¦ autoridad moral tiene el presidente para sacrificar peones a su mayor gloria? El PSOE sube el tono, pero no se ofrece, porque no est¨¢ en condiciones de hacerlo. Esperar, ?pero esperar qu¨¦? ?Que la gente se habit¨²e a la degradaci¨®n colectiva? ?Que Merkel se canse y nos mande un tecn¨®crata? ?O que se produzca el estallido social del que mucho se habla, pero nadie sabe imaginar ni cu¨¢ndo ni d¨®nde? Algunos piensan que el revulsivo podr¨ªa ser la abdicaci¨®n del Rey. Pero entonces incorporar¨ªamos otro debate: monarqu¨ªa o rep¨²blica. El r¨¦gimen est¨¢ gripado. Un buen r¨¦gimen es aquel que contiene mecanismos adecuados de reproducci¨®n y cambio. ?D¨®nde est¨¢n?
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