La ruleta ib¨¦rica

No sabemos todav¨ªa qu¨¦ leyes van a regir en Eurovegas, si las de Oklahoma o las del soberano Estado espa?ol. Ante el espect¨¢culo de cosmopaletismo que estamos viviendo con el milagro del megacasino, lo m¨¢s probable es que las normas las imponga el futuro gobernador Sheldon Adelson, que tal vez empezar¨¢ por regalar una gorra de plato, un carrito portamaletas y unas gafas opacas al presidente de la Comunidad de Madrid. No s¨¦ si ser¨¢ cortina de humo, pero el gran debate sobre la excepcionalidad legal de Eurovegas ha girado sobre la aplicaci¨®n o no de la prohibici¨®n de fumar en espacios p¨²blicos. Supongo que nuestros patriotas gobernantes no permitir¨¢n ning¨²n privilegio de este u otro tipo, a cambio de que ruede la ruleta. Tendr¨¢n que explicar tambi¨¦n qu¨¦ contrapartidas se han ofrecido, qu¨¦ subvenciones y ayudas, qu¨¦ exenci¨®n de impuestos. No es por nada, es por saber. Para no tener que enterarnos por The New York Times. En esta Espa?a uno no ya no invoca la transparencia democr¨¢tica, sino el elemental derecho a la curiosidad para la catarsis del cotilleo. Si he citado a Oklahoma es por pura casualidad. En pleno intento federal por controlar la posesi¨®n de armas, es uno de los Estados donde se ha autorizado el portarlas en espacios p¨²blicos. Ni se me ocurre pensar que en Eurovegas de Alcorc¨®n se llegar¨¢ a eso o algo parecido, aunque las armas de hoy apenas echan humo y son, seg¨²n se explica en Oklahoma, un elemento de ¡°identidad cultural¡±. Lo que queremos saber es si estamos ante el nacimiento de un mini-Estado con ¡°libre derecho a decidir¡± en el mism¨ªsimo centro del Ruedo Ib¨¦rico. Mientras tanto, en mi barrio, el Monte Alto coru?¨¦s, han cerrado una biblioteca p¨²blica. No por falta de lectores, sino por demasiado concurrida. Cientos de vecinos se han manifestado con libros en alto. Imaginen que cunda el ejemplo. Un pa¨ªs levantado en libros. Qu¨¦ peligro.