La C¨¢mara de los Comunes extrema el control de las cuentas de Isabel II
Los altos cargos al servicio de la reina explicar¨¢n sus gastos en el Parlamento
La C¨¢mara de los Comunes va a escrutar celosamente las cuentas de Isabel II. La poderosa y muy temida Comisi¨®n de Cuentas P¨²blicas ser¨¢ la encargada de examinar con lupa, por primera vez, los ingresos y gastos de la reina de Inglaterra. Se trata de la misma comisi¨®n parlamentaria que puso en un brete hace unas semanas a los ejecutivos de Google, Amazon y Starbuck¡¯s, a los que ech¨® en cara el contraste entre sus abultados ingresos gracias al mercado brit¨¢nico y sus pusil¨¢nimes pagos de impuestos al Tesoro.
El dinero de la monarqu¨ªa brit¨¢nica est¨¢ en el candelero desde la gran crisis que atraves¨® en los a?os 90. La reina paga impuestos desde entonces y cada a?o est¨¢ obligada a publicar el balance de sus ingresos y gastos. Es decir, explicar qu¨¦ hace con el dinero p¨²blico que recibe. Pero ese ejercicio contable se ha hecho hasta ahora con brocha gorda. El monarca explica cu¨¢nto ha recibido y en qu¨¦ grandes partidas se lo ha gastado. Se trataba de desglosar esas cifras por cap¨ªtulos: viajes, mantenimiento de los palacios, recepciones, gastos de personal, etc¨¦tera.
Pero a partir del 1 de abril entrar¨¢ en vigor un nuevo sistema de financiaci¨®n y tambi¨¦n de escrutinio. En lugar de recibir una cantidad fijada cada 10 a?os de antemano por el parlamento, la reina recibir¨¢ un 15% de los beneficios anuales que genera el llamado Crown Estate, que agrupa las ingentes propiedades p¨²blicas de la reina y cuyo valor de estima en m¨¢s de 8.000 millones de euros. La reina es propietaria, por ejemplo, de Regent Street, una de las grandes arterias comerciales del centro de Londres; el Windsor Great Park, un parque de m¨¢s de 100.000 hect¨¢reas; las aguas marinas que se extienden hasta 12 millas de la costa, en las que explota una gran cantidad de turbinas de generaci¨®n de electricidad; o el famoso hip¨®dromo de Ascot.
Aunque formalmente sigue siendo propiedad de la reina, el Crown Estate es de hecho explotado por el Estado desde que en 1760 el rey Jorge III cediera sus rendimientos al Parlamento a cambio de una asignaci¨®n anual. Y as¨ª lo ha hecho cada soberano desde entonces. De esos rendimientos sale la asignaci¨®n anual de dinero p¨²blico para Isabel II, que cuenta, al margen de eso, con vastas propiedades privadas que est¨¢n fuera del escrutinio p¨²blico.
El actual Gobierno ha modificado el sistema de asignaci¨®n de dinero p¨²blico al monarca y desde el pr¨®ximo a?o fiscal, que empieza en abril, las diferentes asignaciones se sintetizan en una sola, llamada Sovereign Grant o Subvenci¨®n al Soberano que, de momento, queda establecida en el 15% de los beneficios del Crown Estate, que arrojan una suma equivalente al dinero recibido en los ¨²ltimos tiempos por la soberana a trav¨¦s de la llamada Lista Civil, los gastos de transporte y comunicaciones y el mantenimiento de los palacios reales (en torno a los 40 millones de euros). Si alg¨²n a?o la reina recibe m¨¢s dinero del que necesita, el excedente se destinar¨¢ a reservas. Si las reservas superan el 50% del Sovereign Grant, el porcentaje que se le paga a la reina se reducir¨¢ lo necesario para ajustar las cifras.
El nuevo sistema lleva aparejada la introducci¨®n de un control mucho m¨¢s exigente de las cuentas de la monarqu¨ªa brit¨¢nica, que ser¨¢n auditadas por el Controlador y Auditor General y sometidas tambi¨¦n a inspecci¨®n plena por parte de la Oficina Nacional de Auditor¨ªa y de la Comisi¨®n de Cuentas P¨²blicas de los Comunes.
Eso significa que, por primera vez, los m¨¢s altos cargos al servicio de la reina comparecer¨¢n en el parlamento para explicar los gastos del monarca y responder a las preguntas de los diputados, seg¨²n el diario The Independent. Figuras como el Keeper of the Privy Purse (en la pr¨¢ctica, el tesorero de la reina), sir Alan Reid, o el secretario privado de Isabel II, sir Christopher Geidt, deber¨¢n dar detalles de los gastos del monarca y razonar si el dinero p¨²blico que ha recibido se gasta como es debido y si se podr¨ªa o no aumentar los ingresos. No solo deber¨¢n detallar el destino de los dineros, sino dar explicaciones sobre si se pod¨ªa o no abaratar el coste de los ¨¢gapes que cada a?o concede el monarca; si este pod¨ªa o no haber viajado de forma m¨¢s econ¨®mica; si vale la pena o no abrir las puertas del palacio de Buckingham a los visitantes en invierno y no solo en verano como hasta ahora; o si Isabel II deber¨ªa tambi¨¦n abrir al p¨²blico palacios que ahora permanecen cerrados todo el a?o, como los de Balmoral o Sandringham.
¡°Es perfectamente razonable que el Parlamento examine el gasto en ¨¢reas como los palacios reales, los banquetes de Estado y los servicios postales. Pero no ser¨ªa razonable examinar los ingresos y gastos privados de la reina o si le gustan m¨¢s las galletas con chocolate o al natural¡±, ha puntualizado en declaraciones al Independent el diputado conservador Jacob Rees Mogg.
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