Estrangularon a Prim
Una comisi¨®n cient¨ªfica establece que el general y pol¨ªtico liberal fue asesinado despu¨¦s de recibir varios disparos en un atentado
Con esas palabras, o con otras muy parecidas, deber¨ªan haber titulado los peri¨®dicos de la ¨¦poca cuando informaron sobre la muerte del general Juan Prim i Prats. No lo hicieron, no pudieron hacerlo. Les ocultaron lo que pasaba, les dieron pistas falsas. El 27 de diciembre de 1870, Prim regresaba a casa tras terminar su trabajo en el Congreso y, en la calle del Turco (la actual Marqu¨¦s de Cubas), interrumpieron la marcha de su coche, salieron de la nada unos tipos armados y le dispararon. A partir de ese momento, todo empez¨® a oscurecerse. No solo para Prim, tambi¨¦n para la ciudadan¨ªa. Mandaba entonces el general Serrano al frente de un Gobierno provisional y, desde ah¨ª, se fue intoxicando al personal con notas enga?osas. Ha pasado casi siglo y medio desde que ocurriera el atentado y la Comisi¨®n Prim, formada por un grupo de investigadores, ha establecido que al general lo remataron tras los disparos. El minucioso estudio, realizado sobre el cad¨¢ver momificado del general con los instrumentos tecnol¨®gicos m¨¢s avanzados, permite concluir que los surcos que han observado en el cuello son ¡°compatibles con una posible estrangulaci¨®n a lazo¡±.
Del mismo modo que los periodistas batallan con los hechos del presente para contar lo que pasa, la tarea del historiador es acercarse con el mayor rigor posible a lo que ocurri¨® en el pasado. Lo que confirma este hallazgo es la destreza con la que trabajan determinados pol¨ªticos. Se les acusa con frecuencia de incompetentes, pero son maestros cuando se trata de ocultar evidencias. Dijeron entonces que en el lugar del atentado hab¨ªa Guardia Civil y polic¨ªa, y no fue as¨ª. Explicaron que las heridas que le ocasionaron a Prim los disparos no fueron mortales y que falleci¨®, tres d¨ªas despu¨¦s, porque no se las supieron curar: tambi¨¦n mentira.
A Prim lo estrangularon. Cost¨® una fortuna contratar a los distintos asesinos a sueldo que lo esperaban para liquidarlo hasta por tres itinerarios distintos. Del sumario del asesinato desaparecieron miles de documentos. No hubo juicio. El siglo XIX fue tiempo de intrigas, pasteleos, conspiraciones, ocultamientos, tergiversaciones. Menos mal que nada de eso pasa ahora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.