Prensa y pompa real brit¨¢nica: una atracci¨®n fatal
Isabel II y su familia son los m¨¢s acosados porque son los que m¨¢s venden Las fotos de Kate Middleton en biquini en el Caribe reabren el debate
Cuando en la noche del 31 de agosto de 1997 Diana de Gales muri¨® al estamparse su Mercedes contra un pilar del puente Alma en Par¨ªs cuando intentaba escapar de los fot¨®grafos, los brit¨¢nicos sufrieron un colosal ataque de sentimentalismo. Pero no solo los brit¨¢nicos: el mundo entero sigui¨® durante d¨ªas, entre angustiado y extasiado, las im¨¢genes de dolor que llegaban desde Londres. Durante los a?os anteriores, sus desavenencias con el pr¨ªncipe Carlos se hab¨ªan convertido d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n en el mejor alimento para las revistas del coraz¨®n del mundo entero.
Quince a?os despu¨¦s, la boda de su hijo Guillermo con Kate Middletton volvi¨® a congregar a centenares de reporteros y se convirti¨® en uno de los acontecimientos m¨¢s seguidos del a?o en las televisiones de multitud de pa¨ªses.
Incluso las celebraciones por el Jubileo de Isabel II son noticia de primera plana. O la broma pesada de dos locutores australianos a cuenta de la duquesa de Cambridge que acab¨® cost¨¢ndole la vida a una enfermera del hospital en el que estaba ingresada por complicaciones en las primeras semanas de gestaci¨®n del beb¨¦ que lleva en las entra?as. Lo mismo ocurre si a Catalina la pillan sin sostenes en un castillo de Francia o en biquini en una paya del Caribe con una incipiente barriga de futura mam¨¢.
Que el pr¨ªncipe Enrique ense?e el trasero en una fiesta privada en Las Vegas o que su abuelo, el duque de Edimburgo, meta la pata por en¨¦sima vez o ingrese en el hospital aquejado de problemas card¨ªacos, tambi¨¦n interesa. O que el pr¨ªncipe Carlos indigne con sus opiniones personales o se case con su amante de siempre, Camila. Hay pocas cosas que afecten a los Windsor que no interesen m¨¢s all¨¢ del canal de la Mancha. ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ la monarqu¨ªa brit¨¢nica es tan a menudo el centro de atenci¨®n en otros pa¨ªses, empezando por Estados Unidos?
Hay muchas razones que pueden explicarlo y seguramente todas ellas juegan un papel combinado. Lo primero que hay que tener en cuenta es una obviedad: la monarqu¨ªa brit¨¢nica es¡ ?brit¨¢nica! Eso significa que tiene a su disposici¨®n la inmensa influencia de la lengua inglesa. Y ese poder se multiplica por el hecho clave de que los medios ingleses tienen un peso enorme. Cualquier cosa divulgada por la BBC o Reuters tiene un impacto global muy superior al que pueda tener la misma noticia si la difunden la primera televisi¨®n y la primera agencia de Francia o de Alemania, ya no digamos Espa?a.
El antiguo Imperio Brit¨¢nico juega tambi¨¦n un papel importante. No solo por el legado de la lengua o los lazos con la antigua metr¨®poli, sino porque la reina de Inglaterra sigue siendo el jefe del Estado de una quincena de pa¨ªses.
El hecho de que haya perdurado durante siglos o la pompa incomparable que todav¨ªa gasta la monarqu¨ªa brit¨¢nica son tambi¨¦n factores importantes. Sobre todo en pa¨ªses con poca historia, como Estados Unidos. Por mucho que parezca trasnochada, que sea ridiculizada por los republicanos o por quienes, llevados por el sentido com¨²n, consideran que el sistema hereditario es un absurdo por definici¨®n y lo m¨¢s ajeno a una democracia ¨C?acaso no es Corea del Norte una monarqu¨ªa de hecho y muy pocos discuten que no tiene nada de democr¨¢tico?¨C la pompa real sigue teniendo un enorme magnetismo para mucha gente.
Hay otros factores m¨¢s recientes a tener en cuenta, como la creciente frivolizaci¨®n de los medios en tiempos en los que cualquier idiota se hace famoso (y rico) haciendo payasadas en televisi¨®n. Y, desde luego, el hecho clave de que desde que lady Di les llevara al borde del precipicio, los Windsor se han puesto en manos de los profesionales de la imagen y las relaciones p¨²blicas. Nada de lo que ocurri¨® antes, durante y despu¨¦s de la boda de Guillermo y Catalina o los festejos del Jubileo de Isabel II fue improvisado. Todo estaba calculado. El hecho mismo de que el pr¨ªncipe Enrique haya rehecho su maltrecha imagen juvenil de la mano del ej¨¦rcito ¨Caunque ¨¦l sigue haciendo lo posible por ser genuinamente fr¨ªvolo¨C no tiene solo que ver con su vocaci¨®n militar.
El problema es que esos relaciones p¨²blicas no mandan m¨¢s all¨¢ de las islas. Aunque la prensa brit¨¢nica, atada de pies y manos por sus excesos en tiempos de Diana, ha acatado la consigna de respetar la vida privada de la familia real, ese pacto no ata?e a los medios del resto del mundo. Los esc¨¢ndalos de las fotos de Catalina tienen su origen en Francia y en Italia y se han divulgado en todo el mundo de la mano de Internet, igual que las fotos de Enrique en pelotas en Las Vegas. Contra eso, los brit¨¢nicos solo tienen dos soluciones: o los Windsor no se ponen a tiro de indiscreciones o los medios brit¨¢nicos extreman su penitencia hasta el extremo no solo de no publicar ese material, sino de ignorar su existencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.