?Gibraltar? Ni anacr¨®nico, ni trasnochado
Los gobiernos del Pe?¨®n nos crean problemas importantes y eso no es en absoluto irrelevante
Cuando un conflicto dura 300 a?os, se refiere a un territorio de muy reducida extensi¨®n, las estrategias intentadas no han dado resultado y adem¨¢s se sufre una crisis econ¨®mica importante, se puede tener la tentaci¨®n de pensar que lo mejor es abandonar la controversia. Si a ello se a?ade que el conflicto en cuesti¨®n fue utilizado como elemento externo de distracci¨®n durante la dictadura, por lo que siempre puede haber quien relacione con el r¨¦gimen anterior al que proponga abordarlo, el pretexto para defender que lo mejor es dejarlo estar est¨¢ servido. ?ste podr¨ªa ser el caso de Gibraltar.
Sin embargo, existen razones objetivas que aconsejan no dejarse llevar por esa impresi¨®n. La primera es la cuesti¨®n de la soberan¨ªa, respecto de la cual el Reino Unido incumple sistem¨¢ticamente su obligaci¨®n de negociar de buena fe, proclamada por las Naciones Unidas. Tras la aprobaci¨®n en 2006 de su Constitution Order, el Gobierno de Gibraltar pretende haber ejercido ya su presunto derecho de libre determinaci¨®n y viene pidiendo ante el Comit¨¦ de Descolonizaci¨®n de esa organizaci¨®n, con el apoyo del Reino Unido, ser excluido de la lista de territorios no aut¨®nomos; sin embargo, la decisi¨®n que cada a?o aprueba la Asamblea General invariablemente insta a los Gobiernos espa?ol y brit¨¢nico a que lleguen a una soluci¨®n definitiva del problema a la luz de las resoluciones pertinentes. Desde la perspectiva del derecho internacional, si hay algo anacr¨®nico es el mantenimiento de la situaci¨®n colonial, de forma que dada la inequ¨ªvoca posici¨®n de Naciones Unidas, la renuncia a la reivindicaci¨®n constituir¨ªa el primer caso en el que un Estado lo hiciera pese a contar con el apoyo de la comunidad internacional.
Pero si se considera que invocar los principios resulta anticuado, tambi¨¦n se pueden se?alar razones de car¨¢cter pr¨¢ctico, porque las hay y muchas. Si no, que se lo pregunten a los pescadores de la bah¨ªa de Algeciras, que en marzo de 2012 vieron interrumpido el ejercicio de la pesca tal como ven¨ªan haciendo desde el acuerdo informal de 1999 y luego creyeron haber alcanzado otro a comienzos de agosto, para poco despu¨¦s encontrarse con que el Gobierno de Gibraltar se desdec¨ªa esgrimiendo unos motivos medioambientales que durante mucho tiempo no le han impedido permitir las gasolineras flotantes que practican el bunkering a gran escala. Tampoco fue balad¨ª el episodio del Odyssey, que oblig¨® al Estado espa?ol a pleitear en Florida, mientras hay sospechas de la existencia actual de otros buques cazatesoros que podr¨ªan operar desde Gibraltar. Por no hablar de los rellenos que desde hace tiempo se vienen realizando en la zona este del Pe?¨®n.
Siguen sin tributar las empresas domiciliadas en Gibraltar que no ejercen su actividad all¨ª
Cap¨ªtulo aparte merece la cuesti¨®n fiscal. La calificaci¨®n de Gibraltar como para¨ªso fiscal no es una leyenda inventada por Espa?a, es lo que piensan la Uni¨®n Europea y la OCDE. Desde 1999, la Comisi¨®n Europea viene considerando que las ventajas fiscales de que disfrutan las sociedades y empresas en Gibraltar no se ajustan al r¨¦gimen comunitario de ayudas p¨²blicas. El Gobierno gibraltare?o va aprobando nueva legislaci¨®n a medida que la Comisi¨®n adopta decisiones y el Tribunal de Justicia dicta sentencias declarando la incompatibilidad de la normativa gibraltare?a. En el momento presente, la Comisi¨®n est¨¢ estudiando el r¨¦gimen fiscal implantado por la Income Tax Act de 2010, en el que al reducido tipo impositivo se a?ade el hecho de que siguen sin tributar las empresas que tienen su domicilio fiscal en la colonia, pero no ejercen su actividad all¨ª.
La opacidad es otro elemento de competencia desleal del sistema gibraltare?o que permanece pese a la celebraci¨®n de algunos acuerdos de intercambio de informaci¨®n fiscal y act¨²a como instrumento de atracci¨®n de capitales a trav¨¦s de la constituci¨®n de trusts y fondos de inversi¨®n. Un Consejo Ecofin celebrado en diciembre de 2012 aprob¨® una propuesta elaborada por el grupo que en la Uni¨®n Europea se ocupa de la aplicaci¨®n del C¨®digo de Conducta sobre fiscalidad de las empresas, en el que se afirma que la ley gibraltare?a de 2010 es perniciosa bajo los criterios del C¨®digo. A su vez, la OCDE est¨¢ estudiando esa normativa y ya ha se?alado deficiencias en cuanto a la disponibilidad de informaci¨®n contable de las empresas y de los datos que identifican a los propietarios de los trusts. La distorsi¨®n que todo ello implica para los mercados financieros espa?ol y comunitario es evidente; las razones por las que puede haber cerca de 80.000 empresas domiciliadas en ese territorio de 4,8 km2 en el que apenas est¨¢n censadas 30.000 personas, tambi¨¦n son claras. Gibraltar nos crea problemas importantes y eso no es en absoluto irrelevante.
Los ¨²ltimos Gobiernos de Gibraltar est¨¢n adoptando una pol¨ªtica expansiva que cuenta con la complicidad del Reino Unido, c¨®modamente parapetado tras las acciones gibraltare?as. En ejecuci¨®n de esa pol¨ªtica, reivindican espacios mar¨ªtimos y aspiran a la condici¨®n de miembro en los organismos deportivos internacionales, desconocedores del derecho internacional. La intervenci¨®n de Fabian Picardo ante el Comit¨¦ de Descolonizaci¨®n en junio pasado, en la que calific¨® a la Guardia Civil como fuerza paramilitar y tild¨® de hip¨®crita a la diplomacia espa?ola, es muy expresiva de esta orientaci¨®n. Adem¨¢s, la ofensiva gibraltare?a tiene una apreciable dimensi¨®n de propaganda, destinada a presentar la posici¨®n de Espa?a como una rancia reminiscencia de tiempos pasados y a inocular en la opini¨®n p¨²blica, en particular en la espa?ola, lo que podr¨ªamos denominar la fatiga de Gibraltar, aprovechando el pesimismo provocado por la crisis. No es infrecuente tampoco o¨ªr decir ¡ªen un notable ejercicio de cinismo¡ª que hay espa?oles, ya sea empresas o incluso contrabandistas de tabaco, que se benefician de las oportunidades que ofrece el Pe?¨®n, insinuando as¨ª que la pervivencia de la situaci¨®n es un inter¨¦s compartido aunque inconfesable.
Este contencioso deber¨ªa ser objeto de un consenso, pero una pol¨ªtica de Estado no es inamovible
En este contexto, el balance del seguramente bienintencionado pero ingenuo Foro Tripartito de Di¨¢logo ¨Choy en un acertado impasse- es que Espa?a concedi¨® mucho a cambio de casi nada: mediante los Acuerdos de C¨®rdoba de 2006, Gibraltar consigui¨® grandes ventajas para el aeropuerto ¡ªen particular el levantamiento de las restricciones a la aplicaci¨®n de la normativa europea mantenidas por Espa?a hasta entonces¡ª, as¨ª como facilidades en materia de telefon¨ªa fija y m¨®vil, lo que favorece sus florecientes negocios de apuestas por Internet. El pago de las pensiones a los espa?oles que trabajaban all¨ª cuando el cierre de la verja y la sede del Instituto Cervantes,? conseguidos a cambio, no parecen una contrapartida remotamente equivalente; a lo que hay que a?adir que la proyectada terminal conjunta del aeropuerto nunca ha visto la luz. Como muestra de desagradecimiento por lo mucho obtenido, el entonces ministro principal, Caruana, esgrimi¨® el Foro Tripartito para declarar extinto al Proceso de Bruselas y recrudeci¨® la reclamaci¨®n sobre las aguas. La innecesaria visita a Gibraltar realizada en 2009 por el entonces ministro espa?ol de Asuntos Exteriores fue un generoso regalo a?adido por nuestra parte.
Algunos han criticado los cambios de estrategia atribuibles a los sucesivos Gobiernos espa?oles; se ha denunciado tambi¨¦n la inexistencia de una pol¨ªtica de Estado en relaci¨®n con Gibraltar. Es cierto que este contencioso deber¨ªa ser objeto de un consenso que lo coloque m¨¢s all¨¢ de las luchas partidistas, pero tambi¨¦n lo es que tener una pol¨ªtica de Estado no significa tener una pol¨ªtica inamovible. Cambiarla o reforzarla puede ser oportuno si se comprueba que la previamente adoptada no ha dado frutos. En este sentido, Espa?a no deber¨ªa limitarse a reaccionar de forma defensiva frente a los constantes problemas, sino que tendr¨ªa que desarrollar una pol¨ªtica proactiva que, sin innecesarias estridencias, defienda con firmeza la posici¨®n de Espa?a, aprovechando los foros internacionales que comparte con el Reino Unido, en los que puede cooperar o ¡ªpor qu¨¦ no¡ª? presionar, utilizando los medios legales y pol¨ªticos que tiene a su disposici¨®n.
No se puede acusar de patriotismo trasnochado a un Estado que defiende sus leg¨ªtimos intereses, sobre todo cuando la legalidad internacional est¨¢ de su parte.
Paz Andr¨¦s S¨¢enz de Santa Mar¨ªa es catedr¨¢tica de Derecho internacional p¨²blico. Universidad de Oviedo
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