Hay que alegrarse
Con el asalto al avi¨®n de Swiss Air regresan por la puerta grande los ladrones de cine. Lo de B¨¢rcenas, N¨®os y G¨¹rtel solo te lleva a pensar en 'bichejos' que no garantizan una buena pel¨ªcula.
Debemos alegrarnos, por un momento, de que sigan existiendo esos ladrones profesionales, temerarios y brillantes, que cre¨ªamos hab¨ªan sido eliminados por los sinverg¨¹enzas de ahora, esos que trituran como termitas dinero p¨²blico frente a aquellos que roban dinero privado a lo grande. Con el asalto al avi¨®n de Swiss Air llev¨¢ndose sin violencia, ni negaci¨®n de lo evidente, un bot¨ªn de m¨¢s de 50 millones de d¨®lares en oro y diamantes, volvemos a presenciar un gran robo: sin mediocridad, con testosterona. Regresan por la puerta grande los ladrones de cine.
Un robo como este de Bruselas te hace pensar en hombres. Lo de B¨¢rcenas, N¨®os y G¨¹rtel te lleva a pensar en bichejos: ahora hago una factura de menos de 3.000, ahora regalo una Range Rover y no digo nada a mi esposa. ?En fin! como una carrera sin riesgos ni adrenalina.
Esa caspa no garantiza que de esta ola de esc¨¢ndalos salga una buena pel¨ªcula. En estos d¨ªas de Premios Goya ¡ªpor cierto, la ¨²nica actriz vestida de s¨ª misma en la gala fue Loles Le¨®n¡ª, muchos lectores han manifestado que desean que se haga una buena pel¨ªcula sobre esta era de corrupci¨®n y se abandone de una vez la revisi¨®n de la Guerra Civil. El problema es que una pel¨ªcula sobre la corrupci¨®n tendr¨¢ el mismo glamour que una sobre la posguerra: ninguno.
Porque nuestra corrupci¨®n no tiene el gran gesto, el certero golpe del aeropuerto de Bruselas. Es una corrupci¨®n mierdica, de peineta en el aire y en el pelo. Ocultada y negada.
No es f¨¢cil que esa pel¨ªcula sobre la corrupci¨®n se realice, quiz¨¢ Torrente podr¨ªa. Porque es dif¨ªcil establecer empat¨ªa con protagonistas como los que vemos en las portadas de los peri¨®dicos.
Hay que reconocer que en eso el Instituto N¨®os ha marcado la diferencia, porque ha contribuido a nuestro aprendizaje sobre lo presunto y lo pijo. ?C¨®mo es el tono del duque cuando se dirige a la princesa Corinna! Ese mail que empieza con ¡°Dear Corinna, imagino estar¨¢s m¨¢s ocupada que nunca: la temporada de caza estos d¨ªas es una verdadera locura¡±, en un lenguaje hipercort¨¦s y con ese puntito de urbanidad coqueta, que es, ?por favor!, un documento que deber¨ªan ense?ar a escribir y pronunciar en todas las academias de ingl¨¦s de Espa?a.
Por un lado, nos enteramos de que las temporadas de caza son una locura, no de la mente, sino de las agendas. Pareciera que cuando vas a una cacer¨ªa, autom¨¢ticamente tienes que salir disparado a otra y otra en una especie de carrusel social, divertido y violento al mismo tiempo.
Y por el otro, hay esa cadencia de Las amistades peligrosas en esta acolchada relaci¨®n. Dos personas que han adquirido t¨ªtulos por v¨ªa matrimonial. Y que saben c¨®mo tratar a una princesa, c¨®mo informar y tambi¨¦n c¨®mo apartarse cuando es necesario.
Si el p¨²blico reclama pel¨ªculas sobre este fin de etapa, y de reinado, deber¨ªamos proponer que en nuestras teles se emita un reality sobre la encantadora princesa Corinna. O al menos dejarle que sustituya, un rato, a Nieves ?lvarez en TVE. Y as¨ª ense?arnos todo, c¨®mo manejarse, c¨®mo estar felizmente entre nosotros casi diez a?os sin que M¨¦todo 3 o Telecinco lo supieran. O lo dijeran. Ense?arnos a escribir en ese ingl¨¦s hidratado y mullido cuando se ofrece a conseguir hasta 250.000 euros de sueldo en la Fundaci¨®n Laureus para el duque. ?Qui¨¦n dijo que no hay buena voluntad entre los ricos?
Luego, lamentablemente, el puesto en la Fundaci¨®n Laureus no se dio, pero ese nuevo wikileaks que es el jugoso intercambio de correos de Diego Torres, conservado para la posteridad, deja claro al menos dos cosas: la fuerte atracci¨®n entre deporte de ¨¦lite y poder. Y que hay que controlar mejor el e-mail y el tel¨¦fono.
La banda de Anonymous hacke¨® los m¨®viles de algunos asistentes a la gala de los Goya imitando vilmente el golpe de efecto que consagr¨® a Pipi Estrada como el cincuent¨®n m¨¢s pizpireto, cuando ¡°dej¨®¡± que le robaran el tel¨¦fono y subieran a una red su contenido lleno de n¨²meros personales de famosos y fotos de todo tipo.
Desde ese incidente, el auge de Pipi Estrada es viral. Comenz¨® como comentarista deportivo de los medios conservadores, pero su verdadera gesta fue la creaci¨®n del Terelu, una revisi¨®n de la er¨®tica lambada junto a su exnovia que se convirti¨® en ritmo nacional en plena burbuja inmobiliaria.
Ahora Pipi suma su repipi crisis de los 50 al desasosiego general. Y desde luego no es el ¨²nico con problemas de m¨®vil: m¨¢s de un tertuliano asevera que la ra¨ªz del conflicto entre Roc¨ªo Carrasco y Antonio David Flores por la custodia de su hija se debe al uso que la adolescente hace de su tel¨¦fono. Mensajes, im¨¢genes, los peligros nuevos del Whatsapp juvenil podr¨ªan haber enfrentado a madre, hija y padre. Otro efecto de la correspondencia electr¨®nica: las custodias saltan por los aires.
Esta semana, ?Hola!, profesional y tierna, ha querido ofrecer esa maravillosa estampa, casi pintada, de su ex-Santidad paseando junto al atractivo monse?or Georg en Castelgandolfo, antes de su retiro al monasterio de las hermanas contemplativas. Ay, se?or, ?si uno pudiera volver a nacer, pedir¨ªa ser hermana contemplativa! Y obtener as¨ª esa habilidad de saber estar donde hay que estar: en el jard¨ªn vaticano o con los ladrones profesionales de diamantes. O aprendiendo ingl¨¦s con Corinna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.