Terapia de pareja
Ya se puede poner B¨¢?ez como se ponga, que cada matrimonio tiene su convenio. Pasado el furor de los primeros tiempos, llega una tesitura en que es mejor estar mal acompa?ados que solos, y todo vale para ir parcheando el asunto.
Me ha salido una erupci¨®n tama?o Vesubio en el centro de gravedad del careto. El hocico, no, bocazas, la sotabarba, que no todas tenemos tiempo ni pasta para pasarnos el cedazo y limarnos las asperezas y el maxilar si hace falta, y no miro a nadie, Letizia. Al grano: he ido al m¨¦dico y dice que lo m¨ªo es una calentura como un cami¨®n cisterna de mi propia mala sangre. Que eso es que tengo problemas de curro, de amores, o todo junto. Y que somatizo segregando pus a hect¨®litros. Chica, me qued¨¦ muda. Primero, porque acert¨® de pleno, la eminencia. Y segundo, porque una tiene su reputaci¨®n de superwoman, y no le voy a contar mi asco de vida al matasanos del seguro. Total, que me he tapado la p¨²stula con un parche antis¨¦ptico y aqu¨ª sigo, dando el callo y apretando los pi?os, que dec¨ªa la Pantoja.
A ver si te crees que todas las parejas son tan perfectas como Carlos Moy¨¤ y Carolina Cerezuela, venga a engendrar querubines con tanta escapada rom¨¢ntica. O como Alfonso y la Duquesa, que se van a Tailandia a hacerse la pedicura en plan amor loco. O como Charlene y Alberto de M¨®naco, todo el d¨ªa comi¨¦ndose a besos de Judas en los saraos de Montecarlo. Pues no. En todas las alcobas cuecen habas. Y si no, malo. Eso es que est¨¢n m¨¢s quemadas que Jes¨²s Sep¨²lveda y Ana Mato.
Yo cuando se supo que la ministra y el exalcalde hab¨ªan roto pero segu¨ªan casados de cara a la galer¨ªa, no vi noticia ninguna. Al menos, ellos se confiesan de derechas y cat¨®licos. Anda que no conozco a pijos, progres y ateos furibundos que no se hablan con el respectivo pero no se separan ni aunque se den con las astas en los techos. Por los cr¨ªos, por los padres, por la hipoteca, por el barco, porque uf, qu¨¦ l¨ªo el papeleo. Por las joyas de cada corona, vaya. O por la Corona propiamente dicha.
Ya se puede poner B¨¢?ez como se ponga, que cada matrimonio tiene su convenio. Pasado el furor de los primeros tiempos, llega una tesitura en que es mejor estar mal acompa?ados que solos, y todo vale para ir parcheando el asunto. Mira a Michelle y Barack Obama, destilando tensi¨®n sexual a chorro, y resulta que, cuando llega un puente largo, ella se lleva a las ni?as a esquiar a Aspen y ¨¦l se pira a jugar al golf a Florida. Que tienen sus trifulcas, que ella le habla a ¨¦l como un carretero de Milwaukee, y que lo lleva m¨¢s derecho que a un marine, dicen en la Casa Blanca. No me extra?a. A esa Michelle de morros, valga la redundancia, se le debe de cuadrar hasta Bo, el chucho de aguas del comandante en jefe.
Yo no digo nada, pero lo de darse un espacio y un tiempo, o salva una pareja, o la sentencia. Como el poleo, que o te arregla el cuerpo, o echas lo que te revuelve las tripas. Mira a Marichalar, pobre, expulsado del para¨ªso tras el cese temporal de la convivencia con Elena. Menos mal que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y, mientras el cu?ado guapo declara hoy como imputado con un pie en el talego, el dandi soriano sigue alternando tan pichi con su pandi de ricachones, modeluquis e it-ladies. Con sus mallas de amebas y sus pashminas nido de cig¨¹e?a, vale, yo no digo que no tenga delito. Pero, que se sepa, en el C¨®digo Gallard¨®n no est¨¢ penado con trullo el hiperpijismo.
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