El latigazo del Chagas
Olvidada, pero mort¨ªfera. Una enfermedad causada por un insecto, la vinchuca, ¡°mata callando¡± a los m¨¢s pobres en Latinoam¨¦rica y asoma al mundo desarrollado de mano de las migraciones. Es el mal de Chagas. Combatirlo ya no es una utop¨ªa. Lo comprobamos en este viaje.
Anochece, es hora de dormir, se apagan las luces. Es el momento de la vinchuca, que apa??rece por una grieta y baja sobre sus seis patas por la pared de adobe hasta posarse sobre la piel del que duerme. Despu¨¦s de la picadura, una vez saciada e hinchada, la vinchuca vuelve torpemente a su guarida, tal vez dejando sobre la pared un peque?o rastro de sangre. Este insecto heter¨®ptero, esta chinche, lleva un pasajero que transmite al hombre: la enfermedad de Chagas, end¨¦mica de Latinoam¨¦rica, pero que, debido a la emigraci¨®n, empieza a observarse en otras partes del mundo, tambi¨¦n en Espa?a. Un mal que, a largo plazo, causando afecciones cardiacas y gastrointestinales, puede resultar mortal. Cuando nadie lo espera, el Chagas da su latigazo.
¡°Es una enfermedad silenciosa y olvidada¡±, nos cuenta Rafael Vilasanjuan. ¡°Silenciosa porque puede permanecer mucho tiempo en el cuerpo sin manifestarse. Olvidada porque forma parte de las 17 enfermedades tropicales desatendidas (ETD), como la lepra, el dengue o la leishmaniasis cut¨¢nea, a las que no se les presta suficiente atenci¨®n y que afectan sobre todo a los m¨¢s vulnerables. Nosotros queremos arrojar un poco de luz sobre el Chagas, darlo a conocer, combatirlo y evitar que se extienda¡±. Al otro lado de la ventanilla del avi¨®n, el Cristo de la Concordia de Cochabamba, enorme estatua de 40 metros aupada a un cerro, nos da la bienvenida con los brazos bien abiertos. En los cerros colindantes se observa un boom inmobiliario rampante: las colinas est¨¢n siendo colonizadas por las peque?as edificaciones a un ritmo prodigioso, barrios enteros son construidos por las manos de sus habitantes en tierras de la vinchuca, lo que fomenta la transmisi¨®n del Chagas.
Vilasanjuan, que nos acompa?a al coraz¨®n de Bolivia, uno de los pa¨ªses m¨¢s afectados por la enfermedad, es periodista de formaci¨®n, ex secretario general de M¨¦dicos Sin Fronteras (fue el primero de nacionalidad no francesa) y actual director del Laboratorio de Ideas del Instituto de Salud Global (ISGlobal), la organizaci¨®n que quiere combatir el Chagas sobre el terreno combinando cooperaci¨®n e investigaci¨®n y que ha invitado a El Pa¨ªs Semanal a conocer la situaci¨®n in situ. ¡°Buscamos nuevas formas de cooperaci¨®n¡±, dice Vilasanjuan, ¡°si Bolivia crece al 4% cada a?o y Espa?a est¨¢ en recesi¨®n, no tiene sentido que les demos simplemente fondos. Lo que tiene que haber es transferencia de conocimiento, por eso, nosotros apostamos por la investigaci¨®n y el desarrollo¡±. En Bolivia, ISGlobal investiga sobre nuevos tratamientos para el Chagas cr¨®nico y crea modelos de asistencia a la poblaci¨®n.
Es una enfermedad silenciosa y olvidada. queremos evitar que se extienda¡±?
Doctor Vilasanjuan
Cochabamba, a 2.500 metros de altura, entre la Amazonia y el altiplano, tiene un coraz¨®n tradicional con un barniz de capitalismo globalizador. Las mujeres, con coloridos trajes t¨ªpicos, caminan por las calles, en las que los establecimientos escupen los ¨²ltimos ritmos occidentales y universales. En la ciudad, el doctor Faustino Torrico, de la Universidad Mayor San Sim¨®n, una de las mayores autoridades internacionales sobre el Chagas, detalla: ¡°El Chagas lo causa un protozoo, el Tripanosoma cruzi, que viaja dentro de la vinchuca. Y en realidad no se transmite por la picadura: la vinchuca, al picar, defeca, y es en sus heces donde est¨¢ el microorganismo¡±. Al rascarse, la v¨ªctima introduce el microbio en la herida de la picadura, o se lo lleva a los ojos, o a la boca, y ya est¨¢ infectada. Es la crueldad de la naturaleza, las vidas que viven sobre otras vidas, la lucha de la supervivencia que se?al¨® Charles Darwin. El bi¨®logo ingl¨¦s describ¨ªa a la vinchuca en su relato Viaje de un naturalista alrededor del mundo, donde escribi¨®: ¡°?Qu¨¦ asco no experimentar¨¢ uno cuando siente que le recorre el cuerpo un insecto blando, que tiene por lo menos una pulgada de largo? Su picadura no produce ning¨²n dolor, y es curioso ver c¨®mo se va hinchando su cuerpo; de plano que es, en menos de diez minutos se convierte en una bola¡±. El Chagas no se descubri¨® hasta 1909, por el m¨¦dico brasile?o que le dio nombre, Carlos Chagas, y que hall¨®, en un hecho sin precedentes para la medicina, el pack completo: los s¨ªntomas de la enfermedad, el microbio que la produce y el insecto que la transmite. Hay quien dice que la afecci¨®n cardiaca que mat¨® a Darwin a?os despu¨¦s de su vuelta a Inglaterra fue producida por el tripanosoma, a¨²n desconocido, agazapado dentro de sus c¨¦lulas. ?Es esto posible?
Pues s¨ª: ¡°Despu¨¦s de una infecci¨®n agu????da, que puede pasar desapercibida, la enfermedad puede pasarse 20 o 30 a?os sin manifestarse, o no hacerlo nunca. Pero cuando se manifiesta puede ser mortal¡±, nos explica Torrico. Sobre su mesa tiene varias vinchucas muertas en tubos de pl¨¢stico, son bichos tan desagradables que da grima tomar el tubo. En otra cajita de cristal est¨¢ presa una vinchuca viva. Si apoyamos el dedo, percibe el calor y se acerca para picarnos, pero el dedo est¨¢ fuera de la caja. En el microscopio, Torrico muestra el tripanosoma: cuando est¨¢ en la sangre tiene un flagelo para moverse, cuando infecta una c¨¦lula se vuelve una bolita. En las im¨¢genes microsc¨®picas, los tripanosomas se agitan como si estuvieran muy contentos. Se estima que este ser diminuto infecta a 10 millones de personas en el mundo y provoca 10.000 muertos al a?o.
Viajaremos a los diferentes escenarios del Chagas. Primero Punata, zona rural cercana a Cochabamba con alta prevalencia. ¡°Queremos explorar tambi¨¦n los aspectos econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales de la enfermedad. Sabemos que la salud es el primer elemento del desarrollo¡±, nos dice Vilasanjuan. Y por aqu¨ª se entiende algo de eso: pueblos paup¨¦rrimos donde la mayor¨ªa de las edificaciones son de adobe. Aunque tambi¨¦n puede padecerlo un rico (al que le pique una vinchuca, lo adquiera de su madre al nacer o por transfusi¨®n sangu¨ªnea, que son las principales v¨ªas de contagio), este mal es considerado una enfermedad de pobres: las casas de adobe son un para¨ªso para la vinchuca, con paredes llenas de recovecos y grietas donde puede ocultarse antes de salir a cenar. As¨ª, los m¨¢s afectados son los campesinos, los olvidados. Ya lo dijo el escritor Eduardo Galeano: ¡°No estalla como las bombas, ni suena como los tiros. Como el hambre, mata callando. Como el hambre, mata a los callados: los que viven condenados al silencio y mueren condenados al olvido. Tragedia que no suena, enfermos que no pagan, enfermedad que no vende¡¡±.
La picadura de la vinchuca no produce ning¨²n dolor¡± Charles Darwin
En Punata, el doctor Mirko Rojas, entom¨®logo y exdirector del Programa Nacional de Chagas, nos lleva a una fumigaci¨®n. Los fumigadores parecen astronautas, con su equipo y sus m¨¢scaras. Visitamos la casa de una anciana viuda y ajada que vive acompa?ada de un peque?o zool¨®gico: un borrico, unas ocas, conejos, perros¡ y las vinchucas, que los fumigadores descubren reventando el palomar. La salud es lo primero.
Ah¨ª las tenemos, por todas partes, movi¨¦ndose lentamente sobre el adobe (son torpes y perezosas), en su h¨¢bitat natural. Rojas explica que las fumigaciones son fundamentales en la acci¨®n del Gobierno contra el Chagas. Y que hay que ser exhaustivos, pues si dejas una casa sin fumigar, en un par de a?os, y desde all¨ª, los bichos volver¨¢n a tomar el pueblo. A?ade que la vinchuca se domicili¨® en casa de los hombres en tiempo de los incas. Son viejas enemigas.
De vuelta a la ciudad visitamos la Plataforma contra el Chagas, fruto del trabajo conjunto de la Fundaci¨® Cl¨ªnic e ISGlobal, de Barcelona, y CEADES Salud y Medio Ambiente, de Cochabamba, financiada por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n, AECID. ¡°La plataforma se preocupa de investigar, de crear conciencia social, de educar y de tratar a pacientes cr¨®nicos de la enfermedad, mayores de 15 a?os¡±, explica Mar¨ªa Jes¨²s Pinazo, m¨¦dica almeriense que ha dejado el hospital Cl¨ªnic de Barcelona temporalmente para coordinar los seis centros que existen en Bolivia. El Programa Nacional, del Gobierno, trabajaba en la fumigaci¨®n y en el tratamiento de ni?os con Chagas, que tienen alta probabilidad de curaci¨®n, pero nadie se ocupaba de pacientes adultos cr¨®nicos hasta ahora.
Noem¨ª V¨¢squez, de 47 a?os, es uno de esos pacientes. ¡°Recuerdo que cuando era ni?a, al apagar la luz, las vinchucas bajaban por las paredes, que se volv¨ªan negras, y se o¨ªa un horrible sonido como de papel arrugado¡±, cuenta. Cuesta imaginarse c¨®mo se puede vivir (y dormir) conviviendo con enormes chinches. Pero buena parte de la poblaci¨®n, sobre todo rural, lo hac¨ªa y lo hace. As¨ª contrajo ella la enfermedad, que nadie acababa de diagnosticarle ni de tratarle. ¡°La gente tiene miedo y no sabe qu¨¦ hacer, porque puedes morir de pronto, en cualquier momento. Ahora he hecho el tratamiento y me quedo m¨¢s tranquila¡±. Al menos ha hecho todo lo que pod¨ªa hacer: el problema es que los m¨¦dicos a¨²n no saben c¨®mo corroborar si el par¨¢sito ha desaparecido totalmente, si los pacientes est¨¢n curados. No hay lo que llaman biomarcadores eficientes. En eso, adem¨¢s de en el nuevo medicamento E1224, se centra tambi¨¦n la investigaci¨®n.
?Qu¨¦ hace la cooperaci¨®n espa?ola actuando contra el Chagas, a unos 9.000 kil¨®metros, a un d¨ªa entero de aviones, de la Pen¨ªnsula? Nos lo hab¨ªa explicado en Barcelona, d¨ªas antes de partir, el doctor Joaquim Gasc¨®n: ¡°En 2005 empezamos a detectar Chagas en inmigrantes en Barcelona: un 27% de las embarazadas bolivianas estaban infectadas. Tambi¨¦n lo encontramos en los bancos de sangre, lo que facilitaba la transmisi¨®n por transfusi¨®n. Ahora se hacen controles para evitar esto¡±. Gasc¨®n es director de la iniciativa de Enfermedades Tropicales Desatendidas e investigador del Centro de Investigaci¨®n en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB), el centro de investigaci¨®n de ISGlobal. ¡°Hay ya m¨¢s de 80.000 afectados en Europa, y m¨¢s de 300.000 en Estados Unidos. Es el principal problema de salud p¨²blica importado que padecemos¡±, afirma. Para combatir estos fen¨®menos, Rafael Vilasanjuan e ISGlobal est¨¢n promoviendo la creaci¨®n de un consorcio internacional para aumentar los esfuerzos globales contra la enfermedad, en el que participar¨¢n el Instituto Carlos Slim de la Salud, el Sabin Vaccine Institute, M¨¦dicos sin Fronteras o la Fundaci¨®n Mundo Sano, entre otros.
Nos vamos a la selva. Tras subir a 4.000 metros, descendemos casi en picado hacia Villa Tunari (a 90 kil¨®metros de Cochabamba y a unos 300 metros sobre el nivel del mar), adentr¨¢ndonos en el verde oscuro y frondoso de la Amazonia. En el viaje, Vilasajuan nos relata que su nueva batalla es esta enfermedad. ¡°Tenemos que llevar esto a primera l¨ªnea de las preocupaciones mundiales en salud, se puede abordar con ¨¦xito y puede dejar de ser una enfermedad olvidada¡±, dice. Estamos ya en la regi¨®n del Chapare, productora de hoja de coca y desde la cual Evo Morales comenz¨® su ascensi¨®n hasta la actual presidencia del pa¨ªs. En la carretera, puestos militares tratan de controlar el narcotr¨¢fico. Al bajar de la furgoneta, la humedad y el calor nos aplastan. Aqu¨ª, el Chagas ha llegado por la inmigraci¨®n desde otras regiones, pues en esta no se da naturalmente la enfermedad debido a las condiciones de altura, temperatura y humedad, y las vinchucas, m¨¢s que dentro de las casas, viven en los alrededores.
La imagen de un coraz¨®n inmenso puede resultar muy po¨¦tica, pero es incompatible con la vida. En la Plataforma de Villa Tunari nos ense?an radiograf¨ªas del t¨®rax de enfermos cr¨®nicos donde se aprecia la cardiomegalia, un coraz¨®n que ha crecido hasta ocupar todo el pecho. ¡°Durante a?os, el tripanosoma, sin hacer mucho ruido, infecta c¨¦lulas del sistema digestivo o cardiaco, se reproduce dentro y luego las revienta para salir y continuar el proceso¡±, explica Mar¨ªa Jes¨²s Pinazo, ¡°cada c¨¦lula cicatriza y se pierde tejido muscular. El coraz¨®n, o el es¨®fago, o el colon, se hinchan convertidos en pura cicatriz¡±. El desconocimiento ha hecho que en muchas ocasiones, cuando un campesino era fulminado por la enfermedad, se achacase a muchos a?os de duro trabajo de sol a sol: el coraz¨®n acaba fallando, es un infarto. Pero no es eso: estos ¨®rganos van perdiendo su fuerza muscular poco a poco, y el coraz¨®n no puede ya latir, ni el megaes¨®fago o el megacolon, transportar los alimentos o las heces a trav¨¦s del sistema digestivo. Y el afectado termina falleciendo.
En 2005 empezamos a?detectar chagas en?inmigrantes en Barcelona y?en bancos de sangre¡±
Joaquim Gasc¨®n
Nuestras incursiones acaban en los superpoblados cerros alrededor de Cochabamba. El taxista que nos sube pregunta d¨®nde puede hacerse an¨¢lisis para saber si tiene la enfermedad, pues de ni?o convivi¨® con la vinchuca. Es un ejemplo del desconocimiento que todav¨ªa existe sobre el Chagas entre los ciudadanos de a pie. Los habitantes de estos cerros, inmigrantes de otras zonas, han construido recientemente sus casas, muchas amontonadas, muchas ya con ladrillo y no con adobe. Pero se han metido en zona silvestre, donde viv¨ªa la vinchuca, que ahora puede colarse en sus domicilios.
Aqu¨ª, el doctor Max Enr¨ªquez, responsable del Programa Nacional de Chagas, nos cuenta que planean fumigar estas zonas. ¡°La complicaci¨®n viene de que el Chagas no se identific¨® como un problema de salud p¨²blica hasta hace 12 a?os¡±. La enfermedad cuesta alrededor de 200 millones de d¨®lares al a?o (148,5 millones de euros) en incapacidad laboral. Pero, seg¨²n Enr¨ªquez, las cosas van bien: ¡°El porcentaje de casas infectadas ha bajado del 75%, a principios de siglo, al 3,1%. Mientras que, entre los adultos, la proporci¨®n de infectados es del 33%, en las j¨®venes generaciones ha bajado: al 12%, entre 5 y 15 a?os; al 5,6%, en ni?os de 1 a 5 a?os, y al 2,3% como Chagas cong¨¦nito¡±.
¡°?Qu¨¦ pasar¨¢ con el Chagas en el futu??ro?¡±, se pregunta Rafael Vilasanjuan. ¡°No se puede erradicar, pues no se puede erradicar la vinchuca¡±, le responde el profesor Faustino Torrico en nuestra despedida. ¡°Pero podemos y debemos controlarla para que no se extienda. Podemos pasar de millones de afectados a solo unos miles¡±. Dejamos Bolivia con optimismo, pero la enfermedad contin¨²a all¨ª. Es probable que, mientras usted lee esto, anochezca en alguna parte, una vinchuca hambrienta abandone su guarida, descienda silen??ciosa por la pared de adobe con su tripanosoma a bordo y pasee sigilosamente sus seis patas sobre la piel c¨¢lida de una nueva v¨ªctima.
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