Adi¨®s, profesor Ndoye

En los ¨²ltimos tiempos, El Hadji Amadou Ndoye (Dakar, 1947) siempre respond¨ªa lo mismo cuando le preguntaban sobre su futuro: ¡°Este a?o me jubilo¡±. Y al siguiente curso escolar ah¨ª estaba otra vez, al pie del ca?¨®n, impartiendo sus clases en la Universidad Cheikh Anta Diop (UCAD) de Dakar. Hasta que por fin, en 2013, acept¨® jubilarse. Y, esta vez s¨ª, al viejo y respetado profesor de espa?ol ya no se le volver¨¢ a ver por los pasillos de la facultad, pero tampoco en sus conferencias en el Aula Cervantes de Dakar o en las innumerables charlas que daba por toda el orbe hispano. Ayer lunes la muerte vino a buscarle y Ndoye se fue, ahora para siempre, como sol¨ªa hacerlo, de manera discreta, sin hacer mucho ruido, sin alzar la voz.

Amadou Ndoye ten¨ªa 66 a?os. Hab¨ªa nacido en Rufisque, una localidad situada a unos 25 kil¨®metros de Dakar. All¨ª, en los a?os sesenta de su primera juventud, Ndoye se aficion¨® a escuchar salsa, rumba y otros ritmos caribe?os que, muchos a?os antes que ¨¦l, hab¨ªan hecho el viaje de ?frica hasta Am¨¦rica en el coraz¨®n y la cabeza de cientos de miles de esclavos y que entonces, cientos de a?os despu¨¦s, regresaban al continente de origen, pero cantadas en espa?ol. Y Amadou, con su insaciable curiosidad, quer¨ªa saber qu¨¦ hab¨ªa detr¨¢s de aquellas letras desconocidas. Y empez¨® a aprender castellano tarareando al Sexto Habanero.

De ah¨ª dio el salto a la Universidad. Su opci¨®n era clara. Facultad de Letras, Departamento de Espa?ol. All¨ª empez¨® a conocer la obra de autores como Emilia Pardo Baz¨¢n, Benito P¨¦rez Gald¨®s, Rub¨¦n Dar¨ªo, Vargas Llosa, Garc¨ªa M¨¢rquez o Juan Rulfo. Pero la presencia de un lector de Canarias que daba clases en la UCAD fij¨® un nuevo rumbo en su carrera. Este le abri¨® las puertas de la literatura que se hac¨ªa en unas islas que estaban a tiro de piedra de Senegal y que tienen, como ninguna otra regi¨®n espa?ola, un cierto aire latinoamericano en su manera de hablar, pero tambi¨¦n de escribir y de crear. Y Ndoye se empez¨® a deslizar por las rimas de Pedro Lezcano, Alonso Quesada o Saulo Tor¨®n y luego por la prosa de autores de los a?os setenta, como V¨ªctor Ram¨ªrez, Juan Cruz, Armas Marcelo, Luis Le¨®n Barreto o Juan Manuel Garc¨ªa Ramos.

¡°Canarias era su pasi¨®n¡±, asegura Ana Laguna, profesora de espa?ol que vive en Dakar y trabaj¨® junto a Ndoye durante un tiempo, ¡°a veces estabas hablando con ¨¦l y se arrancaba con una fol¨ªa. Se sent¨ªa muy orgulloso de su v¨ªnculo con las Islas. Era muy senegal¨¦s, pero a la vez era muy canario¡±, explica. No s¨®lo su tesis doctoral, sino su primer libro, Estudios sobre la narrativa canaria, publicado en 1998, giraban en torno a este universo isle?o.

Durante m¨¢s de treinta a?os, Ndoye imparti¨® clases en la UCAD de Traducci¨®n, Gram¨¢tica Hist¨®rica y Literatura Espa?ola e Hispanoamericana. All¨ª se gan¨® el respeto de sus alumnos. ¡°Yo le conoc¨ªa de o¨ªdas¡±, prosigue Ana Laguna, ¡°y todos me dec¨ªan que era muy duro, implacable. De hecho los alumnos le tem¨ªan. Por eso cuando le conoc¨ª me llev¨¦ una enorme sorpresa, estaba ante un hombre encantador, amable, sencillo, de trato f¨¢cil. Cierto que era exigente, pero es que ¨¦l se pod¨ªa permitir exigir¡±.

Jos¨¦ Ignacio S¨¢nchez Alonso de Villapadierna, director del Aula Cervantes de Dakar, coincide con este an¨¢lisis: ¡°Ten¨ªa una vocaci¨®n por la docencia dif¨ªcil de encontrar hoy d¨ªa, con dif¨ªcil parang¨®n actualmente en las universidades. Destacar¨ªa su entusiasmo, su energ¨ªa siempre contagiosa¡­ cada vez que tomaba la palabra, levantaba pasiones¡±. Y es que si era temido por los alumnos, tambi¨¦n es cierto que era admirado y respetado por ellos.

Villapadierna, Justo Bolekia y Amadou Ndoye. / Foto: Aula Cervantes

El director del Cervantes senegal¨¦s tambi¨¦n destaca el compromiso del profesor Ndoye con su pa¨ªs: ¡°Sus alt¨ªsimos conocimientos como hispanista le abrieron puertas de universidades del primer mundo con tentadores salarios, muy superiores al de la universidad senegalesa. ?l siempre dijo que se quedar¨ªa en Senegal para devolver a su pa¨ªs todo lo que de este hab¨ªa recibido. Siempre estaba dispuesto a colaborar en todo lo que fuera por el espa?ol, la lengua, la literatura¡­ y por supuesto, por sus alumnos¡±.

Adoraba una buena conversaci¨®n. Como buen senegal¨¦s, se tomaba su tiempo a la hora de hablar y, sobre todo, de escuchar. La ¨²ltima vez que lo vi fue en su casa del barrio de Parcelles Assainies, en la capital senegalesa, donde viv¨ªa junto a su esposa y una de sus hijas, la periodista Mame Fatou Ndoye. En lo alto ten¨ªa una habitaci¨®n, su espacio sagrado, donde disfrutaba del placer de la lectura y donde escrib¨ªa sus art¨ªculos y libros. All¨ª, en las estanter¨ªas de las paredes, le acompa?aba una enorme biblioteca de autores espa?oles e hispanoamericanos, pero, sobre todo, una vez m¨¢s, de autores canarios que causaba admiraci¨®n y envidia al visitante.

Amadou Ndoye, durante un acto en el Aula Cervantes de Dakar. / Foto: J. Naranjo

Cuando hablaba o escuchaba, cerraba los ojos como concentr¨¢ndose. En plena conversaci¨®n, era capaz de recitar unos versos de Alonso Quesada o contar una an¨¦cdota ocurrida en Tenerife durante la Guerra Civil Espa?ola. Era as¨ª. Jos¨¦ Ignacio Alonso de Villapadierna lo describe con la precisi¨®n de alguien que lo conoci¨® bien: ¡°Se trata de uno de los m¨¢s grandes hispanistas del ?frica Negra. Una persona sabia y excepcional que en todo momento colabor¨® generosamente conmigo y con el Aula Cervantes en Dakar. Como sab¨¦is, ha dejado su huella en numerosas publicaciones, entre otras en los anuarios del Instituto Cervantes sobre el espa?ol en el Mundo¡±.

Ha sido toda una iron¨ªa del destino que justo despu¨¦s de jubilarse, a lo que tanto se resisti¨®, la muerte saliera a su encuentro. Sufr¨ªa una enfermedad de esas que muerden, aprietan y no sueltan nunca. Pero muchos de sus amigos y compa?eros no lo sab¨ªan, prefiri¨® mantenerlo en secreto y seguir con sus trabajos, su investigaci¨®n y sus eternas lecturas mientras pudo. Aplic¨¢ndose el consejo que siempre daba a sus alumnos: ¡°Lean, lean¡­ no dejen de leer. Eso les har¨¢ mejores personas¡±.