Comunistas de variado pelaje
El r¨¦gimen de Corea del Norte establece los cortes de pelo que pueden hacerse tanto hombres como mujeres
En Corea del Norte, el Comandante Supremo lo tiene claro. Nada de dejar que la gente vaya por ah¨ª haciendo de su capa un sayo. El mundo est¨¢, al fin y al cabo, lleno de peligros y por doquier acechan los demonios capitalistas. El portal de noticias Ifeng, de Hong Kong, acaba de publicar dos documentos gr¨¢ficos que definen con extrema precisi¨®n la manera de gobernar del joven Kim Jong-un, el tercer dictador de la dinast¨ªa que inaugur¨® en 1948 su abuelo, Kim Il-sung. Se trata de dos colecciones de fotograf¨ªas que recogen los peinados que pueden llevar las mujeres y los hombres del pa¨ªs asi¨¢tico. Cuelgan en cada peluquer¨ªa, y no hay otras opciones: 10 cortes para los chicos y 18 para las chicas. Ojo: cuatro de estos ¨²ltimos est¨¢n prohibidos para las solteras.
La uniformidad es un antiguo reclamo del r¨¦gimen comunista. Puesto que la hip¨®tesis es la de que no existan ni ricos ni pobres, no viene mal que no se distingan tampoco unos y otros ni por el vestuario ni tampoco por el peinado.
Kim Jong-un viene destacando, sin embargo, por una cierta heterodoxia respecto a sus mayores. Por eso ha abierto para los hombres y las mujeres de su pa¨ªs esa inmensa gama de posibilidades para cortarse el pelo. Si gozara de asesores publicitarios procedentes del perverso Occidente podr¨ªa vender la idea con un doble eslogan muy efectivo: ¡°?Dieciocho maneras de ser mujer!, ?diez caminos para convertirse en un verdadero tiarr¨®n del Norte!¡±. Y es que, entre los peinados para los chicos, mandan los cortes masculinos, sobrios, recatados. Nada de tirabuzones, ni de pelos de punta, ni melenas (m¨¢xima longitud: cinco cent¨ªmetros; siete, si se lucen canas).
Por lo que se refiere a las chicas, los expertos sabr¨¢n destacar las sutiles variaciones de las propuestas. El profano se queda con la sensaci¨®n de que los cambios son m¨ªnimos. Todas lucen modositas, todas con ese aire de que el corte les redondea el rostro para evitarles malicia alguna. Contaba el historiador Tony Judt que una de las grandes conquistas del siglo XX fue en Occidente que los ciudadanos pudieran tener una vida propia. Al margen de directivas oficiales, cada cual pudo vivir a su manera. Por mucho que el actual L¨ªder Supremo se atreva a no abotonarse la chaqueta, a su pa¨ªs le queda a¨²n un cierto recorrido.
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