PSOE: todo o nada
Me conformo, de momento, con que el partido tenga un proyecto com¨²n para toda Espa?a
Hace unas semanas, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba propon¨ªa, no recuerdo en qu¨¦ ¨¢mbito, cambiar las siglas del PSOE. No pasaron muchos d¨ªas desde esta declaraci¨®n cuando los diputados del PSC decidieron apoyar en el Congreso con su voto la propuesta de CiU y otros partidos nacionalistas favorable al inexactamente denominado ¡°derecho a decidir¡±; coincidiendo con la actitud levantisca de los diputados catalanes, su secretario general, Pere Navarro, se expresaba a favor de la abdicaci¨®n del jefe del Estado. Y por si los socialistas no tuvieran suficientes dolores de cabeza ya, sus compa?eros gallegos toman la decisi¨®n de elegir su secretario general por medio de unas elecciones primarias internas, en contra de los Estatutos del partido y del criterio de la direcci¨®n federal, y las oscuras maniobras para conseguir la alcald¨ªa de Ponferrada, en la que la consecuci¨®n del poder desplaza cualquier principio ¨¦tico, concluye en una crisis federal.
Todos estos quebrantos me han hecho recordar un pasaje de La cartuja de Parma sobre los partidos sin poder: ¡°Como todos los partidos que no se hallan en el poder, el de Raversi no estaba demasiado unido¡±. Efectivamente, el Partido Socialista se muestra descohesionado a causa de una p¨¦rdida de poder tan abrupta como amplia. Pero la cuesti¨®n que se plantea no es tanto el natural deshilachamiento del PSOE, sino si los s¨ªntomas son el reflejo de problemas m¨¢s profundos, m¨¢s intemporales que los provocados por la siempre desagradable reubicaci¨®n en la oposici¨®n en la mayor¨ªa de Ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas de Espa?a, as¨ª como en el Gobierno de la naci¨®n.
No tengo dudas sobre el gran valor pol¨ªtico que representa el secretario general de los socialistas, muy por encima de la mayor¨ªa de los que siguen en activo, y la dificultad que entra?a el desempe?o de su responsabilidad en estos momentos. Pero tampoco nadie puede dudar de que este cr¨¦dito est¨¦ lastrado, como se demostr¨® en el debate del estado de la naci¨®n, por su muy dilatada vida pol¨ªtica y por la naturaleza secundaria de la misma. Sin embargo, el discurso de los dirigentes socialistas que integran la direcci¨®n presidida por Rubalcaba no se desliza lentamente por los meandros lentos y cadenciosos que impondr¨ªa la experiencia, sino que sorprende a la opini¨®n p¨²blica oscilando desde el infinito al cero, desde el todo a la nada, desde la utop¨ªa hasta el tacticismo, y realizan sus grandilocuentes propuestas en ¨¢mbitos internos inadecuados, convirti¨¦ndolas en sucesivos ¡°brindis al sol¡± que no merecen la atenci¨®n ciudadana. Con aparente coraje proponen el cambio de nombre de la organizaci¨®n fundada por Pablo Iglesias, condicionando esta propuesta a que lo hagan el resto de los partidos socialistas europeos. Total, proponer lo m¨¢ximo para quedarnos como estamos, porque veo dif¨ªcil que en un breve periodo de tiempo el SPD, el Partido Laborista brit¨¢nico o los socialistas franceses abracen con entusiasmo la propuesta, preocupados m¨¢s en gobernar o en intentar hacerlo. Por el momento yo me conformar¨ªa con un proyecto com¨²n para toda Espa?a, sobre el que no discreparan los socialistas en materias tan fundamentales como la autodeterminaci¨®n, con las mismas ideas, con el mismo lenguaje, basado en la racionalidad ilustrada, sin incrustaciones rom¨¢nicas y nacionalistas, parapetado en nuestra realidad y en nuestro tiempo.
La cuesti¨®n es si
dejamos el proyecto
para Catalu?a
en manos del PSC
Pero siendo importante el acierto en la elecci¨®n de las personas y las formas, son m¨¢s trascendentes los problemas de proyecto que podemos reducir a y representar en varias preguntas al estilo socr¨¢tico: ?Tiene el PSOE un proyecto para toda Espa?a? ?Tambi¨¦n para Catalu?a? o ?el proyecto para Catalu?a lo dejamos en manos del PSC? ?Es el PSOE un partido con vocaci¨®n de mayor¨ªas y por tanto de centro- izquierda, o desea convertirse en el representante de los estimulantes y descabezados movimientos sociales que han aparecido al calor de la crisis econ¨®mica?
La situaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a impulsada por populismos irresponsables mezclados con una falta de inteligencia y de valor, ha desvestido el santo, ha bajado de la peana un ¡°protocolo¡± firmado entre el PSC y el PSOE que solo funcion¨® cuando el PSOE era muy fuerte y sus dirigentes ten¨ªan una posici¨®n prominente desde un punto de vista intelectual y pol¨ªtico, es decir, desde 1977 hasta la dimisi¨®n de Joaqu¨ªn Almunia; basta con recordar los conflictos provocados por la negociaci¨®n entre la Generalitat y ETA reci¨¦n elegido Zapatero, o la composici¨®n del ¨²ltimo Gobierno de Montilla con el apoyo de ERC, en contra de la opini¨®n del presidente, que ve¨ªa m¨¢s razonable apoyar un Gobierno de los convergentes liderados por Artur Mas. Y mientras no cambie la realidad catalana, determinada por el proceso independentista impulsado por el presidente Mas y sus socios de ERC, no habr¨¢ remedios indoloros para la relaci¨®n entre los socialistas catalanes y del resto de Espa?a, porque los primeros son prisioneros de la din¨¢mica nacionalista. No es que se rompa la ¨²ltima relaci¨®n de Catalu?a con el resto de Espa?a con el quebranto de la sinton¨ªa poco isocr¨®nica entre los socialistas hispanos, justamente es lo contrario: la tensi¨®n provocada por los nacionalistas rompe con estr¨¦pito las piezas m¨¢s d¨¦biles del puzle catal¨¢n. Rubalcaba no debe pensar que el tiempo solucionar¨¢ el problema o por lo menos que lo ocultar¨¢; cada d¨ªa volver¨¢ a aparecer con ¨ªmpetu para avergonzar y restar cr¨¦dito a los unos en Catalu?a y a los otros en el resto de Espa?a. La soluci¨®n pasa por renunciar a que el PSOE tenga un discurso propio en Catalu?a a cambio de que el PSC renuncie a sus derechos en Madrid, mejor en Ferraz, o que los socialistas espa?oles sigan teniendo un discurso propio para Catalu?a y vocaci¨®n de representar a los ciudadanos catalanes. Est¨¢n en el mismo dilema que seg¨²n Tito Livio se le plante¨® a Roma en su d¨ªa: ¡°Vosotros pens¨¢is que lo que se trata es si se ha de hacer la guerra o no, y no es as¨ª. Lo que se trata es si esper¨¢is al enemigo en Italia o si ir¨¦is a combatirlo en Macedonia porque Filipo no os permite escoger la paz¡±.
Nicol¨¢s Redondo Terreros es presidente de la Fundaci¨®n para la Libertad.
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