Efem¨¦rides ¡®royales¡¯
Cuando se apelotonan las tem¨¢ticas sobre una, puede ocurrir lo mismo que sucede cuando la actualidad es un p¨¢ramo: te quedas en blanco. En estas ocasiones suelo acudir, como ya saben quienes tienen la amabilidad de seguirme, al estimado Google y su memoria hist¨®rica. Vamos a ver, ¨¦ste es el fin de semana correspondiente al 24 de marzo, localicemos en la lista de eventos universales que se produjeron en semejante d¨ªa.
C¨¢spita. El 24 de marzo de 1808, Fernando VII de Borb¨®n ¡°fue acogido con entusiasmo por el pueblo de Madrid¡±, y aclamado como El Deseado (no hay m¨¢s que verle en las pinturas para deducir que el deseo era estrictamente pol¨ªtico), para suceder a su papi, Carlos IV; su mami, Mar¨ªa Luisa de Parma, y al Corinno de ¨¦sta, Manuel Godoy. M¨¢s Deseado a¨²n ser¨ªa cuando, en 1814 y tras la Guerra de la Independencia contra el Vil Gabacho, Fernandito regres¨® con las cadenas a punto para que vivieran por la eternidad. Luego, ya saben: absolutismo, C¨¢diz, Trienio Liberal, los Cien Mil Hijos de San Luis ¨Cpor entonces los franceses hab¨ªan vuelto al absolutismo mon¨¢rquico y al rey ya no le importaba que masacraran espa?oles¨C, comandados por el futuro rey Carlos X, de los Anguleme de toda la vida y hermano del otro Carlos ¨Cel IX¨C, el que le da el sopapo a Isabelle Adjani ¨Cqu¨¦ a gusto me qued¨¦, por cierto¨C para que acepte casarse con Enrique de Navarra en La reina Margot.
El favor se lo hicimos nosotros aceptando el lazo de seda en el cuello¡±
Reaprender la historia por Wikipedia es lo que tiene, que una cosa acaba llevando a la otra y que una, despu¨¦s de recordar que tras el segundo regreso del baranda, en 1823, se inici¨® la D¨¦cada Ominosa, que es una forma fina de decir que los espa?oles est¨¢bamos como la mierda, se estremece al pensar que, a su muerte ¨Cen el trono¨C, nos dej¨® la fastuosa herencia de las Guerras Carlistas.
Una cosa lleva a la otra, ya digo, y tras refrescar sus conocimientos mediante la sabidur¨ªa grosso modo de la red, una ve absolutamente claro lo que ya en su d¨ªa denunciaron mentes preclaras como la del poeta J. J. T¨¦llez, cuando las celebraciones de la Constituci¨®n de C¨¢diz: que tanta alharaca en torno al documento ¨Ccon participaci¨®n activa y sonora de los menos partidarios de las libertades, nuestros gobernantes de la actualidad¨C no pod¨ªa sino tener el objetivo de que los espa?oles no record¨¢ramos aquel sufrimiento infligido por un ancestro borb¨®nico de, como si dij¨¦ramos, antes de ayer, y aquellos errores brutales del pueblo echando vivas a las cadenas, y el chasco tras otro que fue suponiendo nuestra historia, en adelante.
Claro que los Borbones de ahora son democr¨¢ticos y como bombones, por comparaci¨®n. Pero despu¨¦s de sumergirme en el wikipedismo me he preguntado si no queda, en la altivez y el desparpajo de algunos comportamientos reales, un regustillo por el ayer, un pensar que, al aceptar el papel de rey constitucional, el actual nos estaba haciendo un favor, cuando el favor se lo hicimos nosotros aceptando, ya que no cadenas, el lazo de seda en el cuello.
Y lo m¨¢s inquietante de este delirio republicano que les estoy contando: ?sue?an los Borbones del hoy con los Borbones del ayer, cuyos retratos cuelgan en el Museo del Prado? ?Cuentan para dormirse cuadros de Borbones anteriores, e incluso daguerrotipos del pobre Luis Capeto? ?O tienen pesadillas al pensar que, en el Prado, los espa?oles podemos darnos de bruces con su realidad contemplando el retrato de la familia de Carlos IV por Goya? ?Se despiertan entre sudores al darse cuenta de que su representaci¨®n iconogr¨¢fica se reduce al rosismo del ?Hola! y de Alberto Macarr¨®n?
Deliro, ya lo he dicho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.