Diez pautas para educar
La mayor¨ªa de los padres consideran que educar es una tarea dif¨ªcil El comportamiento de los hijos exige perseverancia y unas t¨¦cnicas b¨¢sicas de disciplina

Carloooos! Que te he dicho que te duches, te sientes a la mesa y recojas tu cuarto¡ ?YA! No entiendo por qu¨¦ no me haces caso a la primera, siempre tengo que gritarte y ni por esas, me tienes hart¨ªsima. Cuando venga tu padre, se lo digo. Me desesperas. Si es que no puedo contigo, un d¨ªa de estos te voy a dar un bofet¨®n¡±.
Despu¨¦s de esta escena, algunas madres dan un portazo, incluso lloran de desesperaci¨®n. No entienden que su hijo no haga lo que se le pide a la primera. La explicaci¨®n que dan es que el ni?o es desobediente, malo, y que no hay nada que hacer por conseguir paz en casa. Terminan por juzgarse como malas madres e ineficaces en la educaci¨®n de sus hijos. En la escena podemos encadenar varios errores para que Carlos no obedezca: dar voces, ¨®rdenes contradictorias, comunicarle que ha perdido la batalla (¡°puedes conmigo, me desesperas¡±) y amenazarle con hablar con su padre demostrando que su autoridad es nula.
¡°El prop¨®sito de la educaci¨®n es lograr que los ni?os quieran hacer
La mayor¨ªa de padres ve la tarea de educar como algo dif¨ªcil. Pero si anticipa todo lo que puede fallar, que su hijo no estudiar¨¢, se relacionar¨¢ con amigos que resten, no comer¨¢¡ esto le desesperar¨¢ y caer¨¢ en la profec¨ªa autocumplida. Lo m¨¢s importante en la educaci¨®n es establecer unas reglas que no se salte ni usted. Trabaje para que se cumplan desde edad temprana. A partir de los seis meses los ni?os entienden muchas cosas; no se expresan, pero empiezan a diferenciar entre ¡°esto s¨ª se puede y esto no¡±. No trate de educar a un chaval de 15 a?os al que lleva consintiendo todo este tiempo, ser¨¢ tarde. Cuanto antes sepan sus hijos que hay normas, que los premios van asociados al cumplimiento de responsabilidades, que todos tienen que colaborar, antes conseguir¨¢ tener hijos educados, responsables y con autonom¨ªa.
La mejor prevenci¨®n en educaci¨®n es la intervenci¨®n temprana. Muchos padres se quejan de que los ni?os no vienen con un manual bajo el brazo, pero si siguen estas reglas b¨¢sicas, seguramente le allanar¨¢n el camino que supone educar.
Primero. Volumen y tono conversacionales. Conseguir que le hagan caso no es cuesti¨®n de hablar alto. El poder est¨¢ m¨¢s en lo que se dice, en las consecuencias que conllevar¨¢ no hacerlo a la primera, en la coherencia y en ser muy disciplinado con las rutinas. Si quiere que sus hijos le respeten, empiece por respetarles a ellos. Nadie quiere obedecer a alguien que no se muestra seguro y relajado.

Lecciones con arte
La pel¨ªcula
¨C ¡®El club de los poetas muertos¡¯, del director Peter Weir.
La frase
¨C ¡°Tan solo por la educaci¨®n puede el hombre llegar a ser hombre.
El hombre no es m¨¢s que lo que la educaci¨®n hace de ¨¦l¡±, de Inmanuel Kant.
Canci¨®n
¨C ¡®Lecciones de urbanidad¡¯, de Serrat.
Segundo. No d¨¦ ¨®rdenes contradictorias. Si le dice a su hijo que se duche, que recoja su cuarto y que se siente a la mesa, sin indicarle el orden, igual lo bloquea. D¨ªgale lo primero que tiene que hacer, y cuando haya finalizado, lo segundo. Si su hijo tiene edad para memorizar varias ¨®rdenes, enum¨¦reselas, d¨ªgale cu¨¢l es su prioridad. No espere que ¨¦l la sepa, porque tiene las sus propias.
Tercero. Imaginaci¨®n. Haga un concurso por semana para que jueguen ¡°a hacer lo que deben¡±; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir. Los domingos lo puede anunciar: ¡°A partir de ma?ana, se celebra el fant¨¢stico concurso de ¡®Qui¨¦n tiene la dentadura de caballo m¨¢s limpia¡¯. Las bases son estas: limpiarse los dientes tres veces al d¨ªa y pasar revista. Las puntuaciones de pap¨¢ y m¨ªas se sumar¨¢n, y el viernes anunciaremos ganador¡±. Si quiere que los ni?os se lo tomen en serio, haga lo mismo. Y tenga paciencia, hasta que se convierta en rutina necesita tiempo. El juego genera un ambiente relajado en el que apetece m¨¢s aprender y obedecer.
Cuarto. No quiera modificar en su hijo todo lo que le molesta de una vez. Si se pasa el d¨ªa dici¨¦ndole lo que hace mal, terminar¨¢ por cargarse su autoestima. Elija una conducta a modificar y c¨¦ntrese en ella siguiendo las pautas de este art¨ªculo. Cuando lo consiga, siga con otra.
Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminar¨¢n por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectar¨¢ a la autoestima. Es mejor decir: ¡°No me gusta ver tu cuarto desordenado; por favor, guarda los juguetes en las cajas¡±, a decirles: ¡°Eres un guarro, qu¨¦ asco de dormitorio¡±. No consiga que se cumpla la profec¨ªa autocumplida. Si les transmite que no conf¨ªa en ellos y que no espera nada, puede que se cumpla.
Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque m¨¢s razonamientos porque su hijo no los necesita. Simplemente busca ganar tiempo para no hacer lo que debe. D¨ªgale: ¡°Esto no es negociable; cuanto antes empieces, antes podr¨¢s disfrutar de lo que m¨¢s te gusta¡±. Negocie lo que sea negociable y no siente precedente con lo que no lo es.
¡°Educad a los ni?os, y no tendr¨¦is que castigar a los hombres¡± (Pit¨¢goras)
S¨¦ptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son m¨¢s cre¨ªbles y generan un ambiente c¨¢lido y relajado. Cuando introduce cambios en la manera de educar, al principio los ni?os reaccionan con incertidumbre: ¡°?Qu¨¦ significa que mi madre/padre ahora est¨¢n calmados y no me gritan?¡±. Deles tiempo, necesitan acostumbrarse a esta nueva forma de comunicarse.
Octavo. No se contradiga con su pareja. Los ni?os tienen que saber que la filosof¨ªa y la escala de valores parten de los dos. Si no, estar¨¢n chantajeando a uno y a otro, fomentando el enga?o para conseguir lo que quieren. Terminar¨¢ por tener muchas discusiones con su pareja por eso. No se descalifiquen, ni ridiculicen, ni contradigan delante de ellos. Todo aquello en lo que no est¨¦n de acuerdo, h¨¢blenlo en la intimidad y negocien.
Noveno. Nunca levante los castigos. Es preferible aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego deshar¨¢ convirti¨¦ndose en alguien a quien se puede chantajear. D¨ªgale: ¡°Esto merece un castigo, ya te dir¨¦ qu¨¦ va a pasar¡±.
D¨¦cimo. Mejor que el castigo, el refuerzo. Significa prestar atenci¨®n a lo que hace bien, cualquier cambio, y dec¨ªrselo. Si continuamente centra la atenci¨®n en lo que hace mal y le corrige y se enfada, su hijo aprender¨¢ que esta es la manera de llamar su atenci¨®n. Todo lo que se refuerza, se repite. Al ni?o le gusta que sus padres est¨¦n orgullosos de ¨¦l, pero tiene que decirle de qu¨¦ se siente usted orgulloso, porque ¨¦l no lo va a adivinar.
Recuerde lo m¨¢s fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras m¨¢s importantes que los padres. Si trata de educar en una direcci¨®n, pero se comporta en otra, ser¨¢ in¨²til. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones tiene mucho m¨¢s impacto que con palabras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.