Tambi¨¦n cambi¨® a Espa?a
Irak ha transformado a Estados Unidos y a todos los aliados que participaron en la aventura
No hay disparo sin retroceso. La violencia puede terminar con la vida de quien la sufre, pero siempre modifica a quien la ejerce. Tambi¨¦n queda herida la mano que golpea. La guerra de Irak, como todas las guerras, ha cambiado a Estados Unidos. Y a cada uno de los aliados que participaron en aquella aventura, incluidos los m¨¢s peque?os. Todo eso es parte de una muy vieja sabidur¨ªa, no siempre atendida, que aconseja mucha prudencia antes de tomar las armas, sobre todo si se trata de iniciar las hostilidades, de disparar primero, aun cuando sea con la excusa de evitar que dispare el otro.
Hace una d¨¦cada, cuando empez¨® la guerra, quien quiso saberlo ya lo sab¨ªa. Las armas de destrucci¨®n masiva eran una leyenda fabricada por quienes hab¨ªan decidido de antemano terminar con Sadam Husein, ocupar Irak, transformar de arriba abajo Oriente Pr¨®ximo y, ante todo, dar una soberbia lecci¨®n a quienes hab¨ªan osado atacar a Estados Unidos el 11-S o simpatizaron con el terrorismo. Los bombardeos sobre Afganist¨¢n en 2011 y 2012 fueron solo un aperitivo: en la noche de la conmoci¨®n y del pavor sobre Bagdad (shock and awe) anunciada por Bush se sintetiza la respuesta jupiterina de la superpotencia ofendida y airada.
Una vez ya estuvo en marcha, apenas importaron los motivos de la guerra preventiva y pudieron salir a la luz las enormes ventajas materiales que iban a obtenerse: el petr¨®leo, el alivio para Israel, los negocios que iban a hacer los amigos (Espa?a entre ellos, seg¨²n Jeb Bush). A diez a?os vista, podemos echar las cuentas de aquel cuento de la lechera: en pocas ocasiones una superpotencia se ha infligido a s¨ª misma una derrota tan severa, en costes econ¨®micos y humanos, pero sobre todo en retroceso geopol¨ªtico en toda la regi¨®n y en el mundo en el preciso momento del ascenso de los pa¨ªses emergentes, con China a la cabeza.
Con la guerra de Irak, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar rompi¨® definitivamente el consenso en pol¨ªtica exterior, identificado con un locoide ensue?o de grandeza. Recordemos algunas de sus frases de justificaci¨®n posterior: ¡°Espa?a est¨¢ por fin donde tiene que estar, con las dos democracias m¨¢s importantes, y se reconcilia con su naturaleza atl¨¢ntica¡±; ¡°Espa?a estuvo en las Azores porque no pudo participar en el desembarco de Normand¨ªa, que es donde deb¨ªamos haber estado¡±; ¡°Espa?a asume sus responsabilidades, defiende unos valores universales como son la libertad, la democracia y el respeto a la ley, y cumple la que debe ser la ambici¨®n de todos los espa?oles: estar entre los grandes pa¨ªses del mundo¡±. Es evidente que la crisis actual, pol¨ªtica y moral adem¨¢s de econ¨®mica, es hija tambi¨¦n del efecto de retroceso que produjo aquel disparo de Aznar tan desafortunado y del que debe todav¨ªa una explicaci¨®n en forma a los espa?oles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.