El hombre que troce¨® el Empire State
Cualquiera podr¨¢ tener un pedazo del m¨ªtico rascacielos neoyorquino y contribuir a su reforma Los Malkin, propietarios del edificio que desafi¨® a la Gran Depresi¨®n, quieren sacar a bolsa la sociedad que lo gestiona
La de veces que cambiaron de manos las tierras que John Thompson compr¨® en Nueva York en lo que hoy es un espacio copado por grandes edificios en pleno centro de Manhattan. Eso fue en 1799. Pag¨® 2.600 d¨®lares. Si levantara la cabeza ver¨ªa que sobre ese mismo terreno que us¨® para cultivar se alza el Empire State, el rascacielos m¨¢s conocido del mundo. Ahora, Malkin Holding, su ¨²ltimo propietario, quiere colocar en Wall Street parte del capital de la sociedad que lo gestiona, lo que significa que cualquiera podr¨ªa tener un trozo de este icono.
La firma inmobiliaria neoyorquina est¨¢ dirigida por Anthony Malkin, de 49 a?os de edad. Su padre, Peter, el presidente, compr¨® el edificio hace una d¨¦cada para incorporarlo a la cartera de propiedades que gestionan. El holding controla as¨ª cerca de un mill¨®n de metros cuadrados en una veintena de propiedades comerciales, de los que 270.000 metros cuadrados corresponden al Empire State. Lo defiende con garra. Dice que tiene un lugar especial en la conciencia de Nueva York.
El rascacielos abri¨® sus puertas en mayo de 1931. No solo era el edificio m¨¢s alto del mundo. Fue un desaf¨ªo a la Gran Depresi¨®n. Ocho d¨¦cadas despu¨¦s, la estructura no se corta en ocultar su edad. Anthony le dijo a su padre antes de que estallara la ¨²ltima crisis, cuando el mercado inmobiliario estaba a¨²n boyante, que ten¨ªan dos opciones: o venderlo o renovarlo para reducir costes y evitar que los inquilinos se mudaran a edificios m¨¢s modernos. Optaron por la segunda, la m¨¢s arriesgada y tambi¨¦n la m¨¢s cara.
El nombre de Anthony Malkin no aparece a¨²n en la lista anual de multimillonarios de la revista Forbes, y eso que su fortuna se estima en varios miles de millones de d¨®lares. El cum laude por Harvard es la persona que gestiona todas las filiales del holding inmobiliario. Como estudiante se interes¨® por la literatura, la historia y la filosof¨ªa. Ahora es el encargado de dar continuidad a un negocio que lleva vivo tres generaciones en la industria.
M¨¢s all¨¢ de los negocios, Tony Malkin y su mujer, la artista y activista medioambiental Shelly Belfer, son conocidos en los c¨ªrculos sociales de Nueva York por sus obras filantr¨®picas. El empresario es miembro de un comit¨¦ que fomenta las donaciones entre empresas y del consejo de asesores del Instituto de C¨¦lulas Madre de Harvard, al que tambi¨¦n pertenece su hermano Scott. La pareja est¨¢ muy comprometida con la investigaci¨®n biom¨¦dica. Hace dos a?os crearon un fondo para apoyar la prestigiosa facultad.
Su abuelo, el difunto Lawrence Wien, cre¨® la firma en 1929, que luego fusionar¨ªa y dejar¨ªa en manos de su yerno. Eso fue un a?o antes de que empezara a romperse aquel terreno que cultivaba John Thompson para construirse el Empire. La firma inmobiliaria de la familia Malkin controla inversiones tambi¨¦n fuera de EE UU. El nombre de Anthony aparece adem¨¢s en organizaciones como el Urban Land Institute, el Real Estate Roundtable, Greenwood Resources y el consejo del Real State Board de Nueva York.
Como dicen en los medios locales, Malkin es un producto de la era moderna a pesar de llevar tanto tiempo en la trinchera. En la ciudad de los rascacielos lidera el movimiento para modernizar los edificios m¨¢s antiguos. El Empire State empez¨® a someterse a la nueva dieta medioambiental en 2009. El proyecto tiene un coste de 550 millones de d¨®lares y pretende reducir el consumo de energ¨ªa en un 40% y ahorrar cuatro millones anuales.
Es la ¨²nica opci¨®n que tiene para preservarlo como el edificio que define el skyline de Manhattan frente a nuevos rivales que se alzan a orillas del Hudson. Ahora el proyecto es un ejemplo mundial. Pero para embarcarse en esta empresa, Anthony Malkin tuvo que demostrar su calidad diplom¨¢tica con los herederos de Leona Helmsley, que comparten la propiedad. Seguramente le ayud¨® el hecho de que su abuelo fuera socio y gran amigo de Harry Helmsley, leyenda del negocio.
En Nueva York, Malkin lidera el movimiento para modernizar edifcios antiguos
Los edificios son los mayores contaminantes en Nueva York y, por tanto, los que m¨¢s contribuyen al cambio clim¨¢tico. Malkin explica que el 80% de las estructuras actuales seguir¨¢n operando dentro de tres d¨¦cadas, por eso defiende que los edificios sean m¨¢s amigos del medioambiente. Y conoce mejor que nadie que son una inversi¨®n de capital que se aprecia. Se trata, en sus palabras, de hacer dinero haciendo del mundo un lugar mejor.
Aunque admite que su abuelo ser¨¢ siempre el patriarca, tambi¨¦n toma de Leona Helmsley una ense?anza: hay que mantener siempre las cosas interesantes. Y de eso tiene que convencer antes del 8 de abril al resto de accionistas del holding, para poder cotizar en Wall Street. En principio, cuenta ya con el apoyo de casi el 80% de los inversores del Empire State. Pero para que el plan no se le paralice con costosas batallas legales debe hacerse con el quito restante.
Con la colocaci¨®n espera recaudar cerca de 1.000 millones de d¨®lares, dinero fresco para completar las obras del rascacielos. El pasado diciembre, tras un a?o de examen, el regulador burs¨¢til autoriz¨® al holding a que se votara para convertir el emblem¨¢tico edificio en un trust (fondo participativo). Los Malkin tienen prisa pero necesitar¨¢n paciencia para ganarse a esos inversores de hace m¨¢s de medio siglo.
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