Qui¨¦nes se van de Espa?a y qu¨¦ hacemos para que vuelvan
No hay tal ¨¦xodo de j¨®venes espa?oles. Pero s¨ª debemos recuperar a los m¨¢s valiosos
Cunde la especie de que grandes contingentes de los mejores j¨®venes espa?oles se est¨¢n yendo al extranjero. Los datos no lo corroboran. Lo m¨¢s sensato ser¨ªa preocuparnos de continuar recuperando a los que demuestran ser valiosos.
En primer lugar, parece muy discutible que sean los mejores quienes se van, ya que, en las edades de m¨¢xima salida (veremos que van de 28 a 41 a?os), la mayor¨ªa de sus coet¨¢neos est¨¢n trabajando (por ejemplo, el 88% de los licenciados) y es una conjetura arriesgada afirmar que los que tienen empleo son peores que los que no lo consiguen o no lo mantienen y se terminan yendo. Los habr¨¢ muy buenos entre los que no encuentran trabajo, porque los ciclos econ¨®micos son muy injustos, pero nada hace pensar que en principio sean los mejores.
Por otra parte, y desde el impulso de una leg¨ªtima ambici¨®n de mejorar, unos pocos de nuestros j¨®venes hace d¨¦cadas que se est¨¢n yendo al extranjero (sobre todo al mundo anglosaj¨®n), mayoritariamente pensando en volver. Y si no eran los mejores al irse, el imperio de la lengua inglesa ¡ªen la ciencia y en las empresas multinacionales¡ª les concede esa patente por el mero hecho de dominar el idioma. Y respecto al logro de una mejora profesional, parece claro que, para cada especialidad docente, cient¨ªfica, organizativa o empresarial, ser¨¢ factible encontrar alg¨²n pa¨ªs en el que lo hacen mejor que en ning¨²n otro sitio y en el que se puede aprender, practicar y llegar a convertirse en uno de los mejores o, en todo caso, de los ¡°mejorados¡±. Para ello, una lengua franca es muy ¨²til, pero algunos ingenieros espa?oles angloparlantes ya se han vuelto de Alemania porque sin dominar el alem¨¢n es complicado trabajar all¨ª a un buen nivel.
Las estad¨ªsticas
indican que han vuelto m¨¢s espa?oles en edad de trabajar que los
que se han ido
Esta ¡°fuga de cerebros de ida y vuelta¡± tiene poco que ver con la crisis. Y su incontestable ¨¦xito (fuera y, m¨¢s a¨²n, al volver a Espa?a) est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con el hecho de que todav¨ªa son muy pocos. Es semejante al ¨¦xito de los licenciados universitarios de la generaci¨®n que pilot¨® la transici¨®n democr¨¢tica en aquella larga crisis de empleo. Solo el 3% de los varones nacidos en la d¨¦cada de la Guerra Civil (entre Su¨¢rez, 1932, y Gonz¨¢lez, 1942) eran licenciados, y un 2,4% diplomados.
Hoy la universidad no puede garantizar como entonces el ¨¦xito profesional por una simple raz¨®n de proporciones. Por ejemplo: en 2012, el 53% de las mujeres espa?olas de 23 a?os ten¨ªan un t¨ªtulo universitario o estaban estudiando para obtenerlo. Aunque los puestos profesionales hayan crecido en Espa?a de un modo sobresaliente, solo emplean al 16% de los que est¨¢n en las edades en las que hay una mayor presencia de esas ocupaciones. Incluso si se a?aden los directivos y los t¨¦cnicos solo se alcanza el 28% del grupo, que est¨¢ muy lejos del 53% antes citado. Necesariamente muchos universitarios estar¨¢n subempleados con crisis o sin ella. Y el paro, que durante d¨¦cadas no les hab¨ªa afectado en las edades centrales, es m¨¢s que probable que retrase y dificulte su integraci¨®n laboral en los dos o tres pr¨®ximos a?os. Pero de ah¨ª a irse en masa hay una gran diferencia. En todo caso, para saber si son muchos conviene detenerse en los datos disponibles con alg¨²n cuidado.
El 20 de marzo el INE hizo p¨²blico el Padr¨®n de Espa?oles Residentes en el Extranjero (PERE) a 1 de enero de 2013. En la prensa se ha resaltado el importante aumento de espa?oles viviendo fuera: 114.413 respecto al a?o anterior y 459.557 desde 2009. Lo que casi nadie ha indicado es que el incremento del ¨²ltimo a?o, si lo acotamos a los que hab¨ªan nacido en Espa?a y estaban en edad laboral, es de solo 3.943. Ese saldo es tan bajo porque, mientras las salidas de espa?oles aut¨®ctonos en edad laboral han sido 28.643, los de ese colectivo que han vuelto suman 24.700. A¨²n m¨¢s desconocido es el que, en esas edades, desde el 1 de enero de 2009 ¡ªcuando a¨²n hab¨ªa quien discut¨ªa sobre la llegada de la crisis¡ª los inscritos en el PERE han disminuido en 6.482 personas.
En oposici¨®n a tanta alarma sobre la salida de espa?oles en edad de trabajar, el PERE dice que han vuelto m¨¢s espa?oles nacidos en Espa?a que los que se han ido. ?Por qu¨¦ es importante acotar a los que han nacido en Espa?a? La raz¨®n es decisiva: la nutrida concesi¨®n de la nacionalidad espa?ola, tanto a los inmigrantes que la han obtenido residiendo en Espa?a, como a aquellos que la solicitaron al amparo de la Ley de Memoria Hist¨®rica ¡ªestos ¨²ltimos sin necesidad de haber estado en Espa?a¡ª, hace que se interprete como salida de aut¨®ctonos lo que es la suma de esos dos conjuntos de nacionalizados. Los primeros son inmigrantes retornados que no deben ser tomados por emigrantes oriundos de Espa?a. Los segundos no se han movido de su pa¨ªs.
Los recortes est¨¢n
amenazando los
programas para
recuperar ¡°cerebros¡±
Utilizando las estimaciones de la poblaci¨®n actual y los flujos migratorios anuales estimados del INE, se puede saber que en el a?o 2012 se estabilizaron las salidas respecto al a?o anterior, y que la mayor¨ªa de los espa?oles nacidos en Espa?a que salen est¨¢n entre los 28 y los 41 a?os, y son el 0,26% de los ocho millones de ese grupo de edad. Parece evidente que son muy pocos.
Las voces de alarma sobre la p¨¦rdida de poblaci¨®n usan las mismas fuentes que las que aqu¨ª se han citado. Pero olvidan que la casi totalidad de esos espa?oles son nacionalizados y ¨²nicamente se fijan en los que se van, sin atender a los que vuelven.
Calmados los ¨¢nimos sobre una p¨¦rdida que no es tan dram¨¢tica, lo importante ahora es saber qu¨¦ vamos a hacer para que vuelvan los ¡°mejorados¡±, de modo que Espa?a pueda aprovechar su esfuerzo. Durante la ¨²ltima d¨¦cada, muchos de ellos se han acogido ¡ªen dura y concurrida competencia nacional¡ª a unos contratos plurianuales dise?ados por el Estado para ¡°recuperar cerebros¡±. Son los Juan de la Cierva y los Ram¨®n y Cajal. Hasta el a?o pasado, la casi totalidad de los que superaban las sucesivas evaluaciones se consolidaban en sus instituciones de investigaci¨®n.
Las restricciones presupuestarias han planteado la amenaza de su despido general al acabar sus contratos. No se trata aqu¨ª de poner en cuesti¨®n la necesidad del equilibrio razonable de las cuentas p¨²blicas, sino de plantear que es imprescindible que no sea indiscriminado y que respete largos procesos de reproducci¨®n que son fundamentales para nuestro progreso, ya que su ruptura puede resultar irreversible y tiene costes mucho mayores que el ahorro que provee. Porque ello afecta no solo a los actuales contratados, sino que quiebra la confianza de los futuros candidatos al ver que se expulsa a quienes cumplen con todos los requisitos de calidad. Una pr¨®rroga de unos pocos a?os costar¨ªa bien poco y no alterar¨ªa el funcionamiento de los organismos de acogida. Espa?a no se puede permitir el lujo de convertir instituciones eficientes y de excelencia en carreteras hacia el desierto.
Luis Garrido Medina es catedr¨¢tico de sociolog¨ªa de la UNED
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.